12. Invade mi espacio vital.

3.1K 265 33
                                    



El 24 de diciembre, es en teoría un día para cenar en familia, para reírse, pelearse, para que esa tía pesada a la que sólo vemos una vez al año, nos pregunte; "¿ya tienes novio?" y a algunas se nos dibuje una sonrisa pícara en los labios al pensar; "Si tú supieras..." O tal vez rodar los ojos, hartas o hartos de que esa sea la pregunta estrella. Con lo felices que somos en nuestra propia compañía y la de los veinte gatos que tendremos dentro de unos años... 

Es broma, es broma. Cuando me aburro, tiendo a pensar idioteces. Volviendo al tema de la navidad; eso es precisamente lo que me tiene aburrida. Llevo prácticamente una hora viendo programas musicales en la televisión, con la comida delante de la mesa, sin muchas ganas de seguir aquí y con la única salvación que me proporciona los mensajes de Mateo, que contándome sus anécdotas familiares me distrae. Insiste en que al acabar la cena, vaya para su casa y me una a la fiesta. Pero la verdad es que no tengo ganas. Lo único que me apetece es meterme en la cama y que sea mañana, porque esta absurda necesidad social de convertir el 24 de diciembre en un día familiar, me parece deprimente. ¿Qué pasa con los que no tienen familia? Porque yo, por lo menos tengo una. Escasa y sin demasiada comunicación, pero tengo alguien que me obliga a venir a casa en esta noche, mi madre. Pero, quién no tiene a nadie, tiene que estar recordando que hoy todo el mundo cena acompañado y en muchas ocasiones, con una fingida felicidad. No digo que eso sea malo, yo estaría más feliz ahora mismo en el sofá de mi casa, con un pedazo de pizza en una mano y un libro en la otra, disfrutando de una noche más. A eso es a lo que voy; es una noche más, pero los convencionalismos sociales, consiguen que hoy te sientas más solo que nunca.

Además, es martes, llevo desde el sábado sin hablar con Amelia. Después de nuestra discusión, no he sabido nada de ella. Mateo insiste en que debería escribirle para disculparme. Pero, ¿cómo voy a disculparme por decir algo que pienso? No fue mi intención ofenderla, enfadarla, ni cagarla de aquella manera, pero lo que le dije, es lo que siento. Y no puedo evitar sentir eso. Aunque he de reconocer, que después de su explicación me sentí bastante estúpida y ridícula. Pero aun así, creo que quizás esto que pasó haya sido lo mejor. O sea, ¿a dónde íbamos a llegar por ese camino? ¿Cuánto íbamos a tardar en volver a acostarnos, si casi acabamos en el baño de la discoteca? Y al día siguiente, ocurriría exactamente lo mismo que la primera y última vez. No puedo controlar mis ganas de estar con ella cuando la tengo cerca. Mis ganas de besarla, de acariciarla, de mirarla. Cuando me mira como me mira es... ¡Dios, es insufrible! Así que, tal vez, lo mejor sea evitar tenerla cerca. Porque si no nos va a llevar a nada, ¿qué sentido tiene? 

Esto es precisamente lo que quería evitar; volver a sentirme así por la ausencia de alguien. Darle vueltas y vueltas a la cabeza, sin ser capaz de disfrutar lo que estoy haciendo, aunque sea estar en la casa de mi madre viendo programas musicales. Pero por lo menos, no estaría pensando en ella, sintiéndome culpable, extrañándola. No quiero extrañar a nadie, joder. Y ahora no dejo de preguntarme cómo estará pasando la noche o si se estará aburriendo tanto como yo. Si ha echado de menos hablar conmigo en estos días o le es absolutamente indiferente. Supongo que si me hubiera extrañado, ya habría sabido algo de ella. Aunque fui yo quien la cagó y ella la que se marchó indignada. Odio esta sensación. Esta incertidumbre y esta responsabilidad frente a otra persona. Estoy mucho más tranquila cuando no hay peligro de que mi actitud cabree o dañe a alguien. Cuando me es indiferente si una persona se enfada conmigo o no. Por eso alejo a la gente. Por eso lo máximo que he llegado a tener con una mujer últimamente, es sexo sin importancia. Porque en el momento en el que empiezan a esperar algo que no puedo dar, lastimo. Y no quiero lastimar. Además, se trata de Amelia, he estado diez años sin verla y nuestro reencuentro ha sido lo mejor que me ha ocurrido en mucho tiempo. ¿Por qué no podían quedarse las cosas así? ¿Por qué tuvimos que dar rienda suelta a este juego, atracción, deseo o lo que quiera que exista entre nosotras? Precisamente por esto, es que trato de controlar la emociones. Siempre lo estropean todo. Siempre.

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora