17. Lo que quieres tu.

3.1K 271 50
                                    



El camarero regresa y pone frente a nosotras otro plato, con algo que parece ser un pedazo de carne, bañada por otra salsa que tiene muy buena pinta. Aprovecho el momento para beber un sorbo de vino. 

‒No será carne de caballo, ¿verdad? ‒pregunta Amelia inspeccionándola con el tenedor, como si en vez de comida fuera un peligroso explosivo ‒Tengo entendido que aquí se come mucha carne de caballo. 

‒Yo tampoco pienso comer carne de caballo. 

Alza la vista con expresión de bebé asustada y poco convencida. 

‒¿Y cómo lo averiguamos? 

‒Supongo que tenemos que probarlo y si sabe a algo que no hemos comido nunca, tal vez sea caballo. 

Su mirada sigue sin expresar mucha convicción. Así que, tras un suspiro, comienzo a cortar un poco de carne y observo como ella empieza a hacer lo mismo. Llevo el pedazo hacia mi boca, lo introduzco, la miro y ambas comenzamos a masticar sin dejar de mirarnos a los ojos. La carne tiene un sabor muy suave y jugoso, está exactamente en su punto de cocina y la salsa le da un toque definitivamente delicioso. Trato de averiguar en la expresión de Amelia, si opina igual o no, pero ahora mismo veo más preocupación en su rostro que otra cosa. 

‒Cómo sea caballo, estamos jodidas ‒comenta.

Pues sí, porque esta maldita cosa está riquísima. Vuelvo a suspirar y me levanto definitivamente, para acabar de una vez por todas con la incertidumbre. Me acerco hasta el camarero y con una pésima mezcla de inglés y español, le pregunto qué demonios nos puso de comer. 

Vuelvo a la mesa, me siento tranquilamente en mi sitio y al alzar la vista, la mirada expectante de Amelia, espera que le aclare si debe seguir comiendo o nos vamos a por esa hamburguesa. 

‒Solomillo de vaca. 

Un alivio instantáneo se adueña de su expresión, al mismo tiempo que exhala todo el aire que parecía tener acumulado. 

‒¡Menos mal! ‒exclama volviendo a cortar un pedazo ‒Estaba sufriendo con la posibilidad de no poder comerme esta delicia. 

‒Somos unas discriminadoras de animales, ¿te das cuenta? ¿Por qué podemos comer vaca y no caballo? 

‒Honestamente, no soy amante de ningún tipo de carne animal y trato de comerla lo menos posible. Aunque esto está buenísimo. Pero es algo meramente psicológico; aquí están acostumbrados a comer caballo, ciervo, etc... y nosotras no salimos de la vaca, cerdo, pollo o pavo. 

‒¡¿Ciervo?! ‒exclamo aterrorizada ‒¿Se comen a Bambi?

‒Bueno, en realidad a su papá o... ‒mi expresión de pánico debe ser más que evidente ahora mismo ‒¿Cómo te crees que murió la madre de Bambi? A manos de unos cazadores, que seguramente terminaron sirviéndola de almuerzo.

‒¡Amelia! ‒vuelvo a exclamar ‒Estás destrozando mi infancia. Ya bastante traumático fue saber que se moría, como para que ahora me estés contando dónde seguramente acabó. A nuestra hija no le vamos a enseñar esa película. 

‒Por supuesto que no. A nuestra hija le ponemos Frozen, para que vea desde pequeña, que las mujeres somos fuertes e independientes y que nunca va a necesitar un príncipe que la rescate ni un amor romántico que la salve.

‒Me parece perfecto ‒concluyo llevando un pedazo de carne a mi boca. 

Iba a concentrarme en seguir disfrutando el sabor de este manjar, pero la mirada fija de Amelia sobre mí, esa leve sonrisa y su expresión de curiosidad, me hace sonreír a mí también. Y suspiro, porque hace mucho tiempo que no me siento tan relajada como ahora mismo. Tan desconectada del mundo y al mismo tiempo conectada a él. Como si esta noche, durante esta cena y durante varios momentos concretos del día, todos mis miedos hubieran decidido darme una pequeña tregua. 

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora