2. Ella.

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Siempre está esa chica. Esa que es la más guapa de la clase, la que despierta admiración, envidia y seguramente algún amor secreto.

Esa era ella, Amelia, la chica más guapa de la clase. Esa niña para la cual, la adolescencia no parecía traer ningún problema o cambio físico. Siempre fue hermosa y me atrevería a decir que perfecta. Pelo rizados, ojos morrón, cuerpo atlético, rostro angelical, apariencia de princesa. Excepto cuando comenzaba un nuevo curso después del verano. Entonces, su piel se volvía dorada, el cuál traía con reflejos todavía más dorados sus rizos, ojos más brillantes y cuerpo más atlético, debido al ajetreo deportivo de las vacaciones y sus casi diarios partidos de volleyplaya. 

Pero lo más curioso, es que Amelia no era simplemente la chica más guapa del instituto, ni una cara bonita con la mente vacía. Amelia era responsable, inteligente, obtenía las mejores calificaciones de la clase y me consta que no tenía la necesidad de matarse estudiando, aunque igualmente, lo hacía. Además, era buena persona. Se relacionaba con cualquier persona, sin discriminar, sin burlarse de nadie, sin sentirse más o mejor, aunque todos los chicos suspiraran por ella. Pero al mismo tiempo, no era demasiado cercana, ni demasiado cariñosa. La vi salir con una infinidad de chicos, incluido Mateo y a todos terminaba abandonando. Y tampoco tenía una amiga excesivamente especial a la que siempre permaneciera pegada. Creo que las chicas en el fondo la envidiaban, y eso la mantenía alerta, distante. Era una niña algo solitaria... Igual que yo. Supongo que por eso nos hicimos amigas, aunque tuviéramos tan poco en común. Durante prácticamente todo el primer año de secundaria, nos sentamos juntas y me constaba que me tenía cariño. Pero también sé, que al resto de la gente, nuestra amistad le resultaba extraña. Físicamente, éramos polos opuestos. Y yo... bueno... yo me ponía muy nerviosa con su presencia. Nuestra relación era un poco rara, porque sólo se basaba en la escuela. Fuera de ella, nunca nos veíamos. Aunque sí es cierto, que solíamos hablar por aquel antiguo "Messenger". Amelia nunca acudía a los encuentros que cada tarde hacíamos en el parque, ni a ningún otro evento realizado por el grupo de clase. Ella era independiente, iba a lo suyo, cosa que dificultaba bastante conocerla fuera de los límites de la escuela. Por eso, estaba completamente segura de que no vendía a este reencuentro y jamás me habría imaginado verla aquí, hoy. 

Sobre todo porque llevo diez años sin saber absolutamente nada de ella. Nuestra relación se rompió a partir del segundo año de secundaria, cuando nos pusieron en clases diferentes y nuestro contacto se redujo a los encuentros en el pasillo, que teníamos entre clase y clase, con pequeñas conversaciones. Hasta que eso se redujo a un simple saludo y luego, un cruce de miradas o una sonrisa, que con el tiempo también desapareció. Y poco a poco, nos fuimos olvidando la una de la otra. Cómo si nunca nos hubiéramos conocido. Cómo si no hubiéramos compartido mesa durante cada día de nuestro primer año de instituto. Cómo si aquellas conversaciones por Messenger o los momentos que compartimos, nunca hubieran existido.

Pero aquí está. Después de diez años. Con el pelo algo más oscuro, recogido en una larga trenza y su rostro bastante más adulto. Pero continua conservando su cara angelical, su eterna y deslumbrante sonrisa, sus ojos, igual de brillantes que siempre, más resaltados que nunca por el maquillaje, sus labios pintados de un rojo parecido al fuego y en definitiva; más hermosa que nunca, si es que eso era posible.

─Has cambiado. ─susurra, trayéndome de nuevo a la realidad.

Y por primera vez, ese comentario no me parece obvio ni pesado. Por primera vez, sé que lo dice alguien, que puede ser completamente consciente de ello, más allá de lo que en apariencia se ve.

─Por suerte ─sonrío ─Sin embargo, tú eres la versión adulta de esa niña que alguna vez conocí. ¿Tienes algún secreto de belleza, que el mundo deba conocer? 

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora