la mision

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Hinata apresuró un poco más el paso, y se descubrió a sí misma corriendo en medio de la aldea, cuando su intención era pasar desapercibida. Se reprendió mentalmente. Tenía que dejar de ser tan débil.

Cuando divisó la casa de su amiga, tocó a la puerta y esperó de manera paciente a que le abrieran. Segundos después, escuchó unos pasos, y la puerta se abrió rebelando a una joven de ojos verdes y pelo rosa hasta los hombros. Su semblante era serio, pero se pudo atisbar en sus ojos un deje de la antigua calidez que estos poseían, pero que la dureza de su vida le había arrebatado.

- Hinata- pronunció con voz neutra, mientras inclinaba la cabeza a modo de saludo.

- Sakura-san- contestó la joven que había tocado la puerta, mientras repetía el gesto.

- Hinata, sabes perfectamente que no me gusta que me trates con tanto respeto. Recuerda que tú eres la próxima líder Hyuga, por lo que tu rango es superior. ¿ Quieres que te llame Hyuga-san ?- una sonrisa divertida se asomó entre sus labios, mientras se hacía a un lado e indicaba con la cabeza que pasase a su casa.

- Sabes que a mí tampoco me gusta que me traten con ese respeto que no creo merecer, Sakura-sa... Sakura. Hacemos una cosa, tú me llamas simplemente Hinata, y yo te llamo simplemente Sakura. ¿ Te parece ?

- Me parece.

Hinata sonrió mientras pasaba a la sala de la casa de Sakura. Muchas cosas habían cambiado. Tras la guerra, la joven heredera había resultado gravemente herida, al punto de llegar a peligrar su vida. Estuvo tres días inconsciente en el hospital. Durante ese tiempo, Sakura se ocupó personalmente de ella.

Si bien era cierto que nunca fueron grandes amigas, esto no se debía a ninguna clase de rivalidad, sino a que no se dio la oportunidad para conocerse. Y durante esa semana que Hinata pasó en el hospital, ambas kunoichis llegaron a conocerse realmente bien, y entablaron una fuerte amistad. Había momentos en los que simplemente se quedaban en silencio, con Hinata recostada en la cama mirando al techo mientras Sakura se sentaba en el marco de la ventana y observaba la villa. Eran esos momentos, en los que ambas se dieron cuenta de que se entendían perfectamente, de que no necesitaban hablar para que cada una entendiese el dolor de la joven que tenían al lado.

Hinata se encontró admirando la determinación y la dureza del semblante de la medic-nin, intentando encontrar en él algún rastro de la alegre y extrovertida niña que alguna vez fue.

Y Sakura se sorprendió al comparar a la vieja Hinata con la actual. Recordó a la niña oscura y rarita, que se escondía de todo el mundo, tartamudeaba tanto que a veces costaba entenderla, y se sonrojaba de tal manera que con frecuencia terminaba en desmayo. Y la comparó con la kunoichi que, estando herida por las arduas batallas de la guerra, se interpuso entre Pain y Naruto, confesando sus sentimientos por el joven Jinyuuiriki, y dando su vida por salvar la del rubio. Porque Sakura estaba segura de que Hinata pensaba que iba a morir.

- Siento molestarte, Sakura. Si estabas ocupada, puedo irme.

- No te preocupes, puedes quedarte. Y dime, ¿ cómo es que has venido a mi casa ?

- Pues verás, estaba con Neji-nii, ya que íbamos a entrenar. Pero Tenten se acercó a decirle no sé qué sobre unos kunais que le debía, y decidí irme. Me parecía que en este caso, tres eran multitud, no sé si me entiendes.- y le lanzó a Sakura una mirada pícara que sólo una persona con la que tuviera mucha confianza podría ver en el semblante de la tímida kunoichi.

6 Secretos Por DescubrirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora