3

566 39 10
                                    

Eva

Ya ha pasado la primera noche desde que estoy en esta casa, y lo que menos me esperaba, es que mi alarma de domingo sean gemidos procedentes de la habitación de Hugo.

Gemidos agudos y estruendosos que interrumpieron mi sueño, y yo, sinceramente, no quiero soltar nada bonito ahora mismo por mi boca.

Me levanté -obviamente, de mala gana-, y vi como mi querido hermanastro salió de su habitación, con el pelo despeinado y con solamente unos boxers. Para qué mentir, estaba asquerosamente sexy, pero lo mal que me cae anula lo bueno que está.

Me miró y me sonrió de forma burlona, a lo que yo respondí con una mueca de desagrado inconsciente y bajé las escaleras.

- Veo a alguien picado por aquí. - Dijo andando detrás de mí.

- ¿Ya vas a empezar con las persecuciones? - Dije sin mirarle, ya que le doy la espalda por mirar al mueble donde están los dulces.

- Va, dime. Te ha picado.

- Qué va, me encanta que me despierten unos gemidos, es genial. - Le sonreí irónica tras girarme y me fui al salón con un paquete de galletas en las manos, rodeándole para poder esquivar su cuerpo. Parece que siempre hace lo mismo, nunca me dejaría pasar a la primera.

Y sí, para mi desgracia, vuelve a venir detrás.

- Es un despertar agradable si te tocara a ti, lástima que tu novio sea un abuelo.

- Al menos él es respetuoso para saber que hay más gente en el mismo sitio. - Le repliqué, harta.

- Ajá, lo que digas, hermanastra.

- No me llames así. - Mordí una de las galletas que agarraba en mi mano derecha.

- Es lo que somos, ¿no?

Tragué. - Para mi desgracia, sí.

Rodó los ojos acompañado de una risa leve y yo imité el mismo gesto, pero a diferencia de él, me mantuve seria.

Vi como una chica castaña, de estatura baja, bajó por las escaleras con una camiseta de Hugo.

Me miró e instantáneamente, frunció el ceño.

- ¿Quién eres tú? - Le dirigió una mirada al que parece ser su novio. - Me dijiste que íbamos a estar solos.

- Tranquila, Anaju, es mi hermanastra.

Hermanastra, hermanastra, hermanastra.

Como odio la maldita palabra y lo que me queda por aguantarla.

La chica volvió a dirigirme una mirada algo resentida, he irrumpido su mañana "romántica" , una pena.

- Pues vaya, qué oportuna.

Me quedé en silencio para no explotar y soltarle una bordería, así que me giré al frente y encendí la tele mientras seguí desayunando mis galletas.

Hugo decidió sentarse en el sofá junto con la tal Anaju, y rodeó sus hombros con su brazo tatuado.

Poco tardó en arrebatarme el mando y poner otra cosa. Fruncí el ceño, pero permanecí en silencio, ya que eran dos contra uno.

Me terminé de vestir ya que he decidido quedar con mi mejor amiga, Anne, y salir de aquí un rato. Me agobia estar de sujetavelas, y sobre todo, de mi hermanastro y su empalagosa -puesto que estuvo toda la tarde pegada a él y dándole besos, en algún momento parecía que le iba a absorber- y borde novia.

Etéreo | Eva & Hugo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora