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Eva

Como supuse y di por hecho, mi día se resumió en ver series de Netflix con varios paquetes de patatas y de chuches.

No le volví a ver la pista a Hugo desde esta mañana, supongo que se habrá ido a desfogar el berrinche con su novia o a pasear por ahí con Bella, su perra.

Bella era un yorshike de tamaño medio; revoltosa, y muy nerviosa. Me encanta esa perrita, desmonta el mito de que los perros se parecen a los dueños, él sería más el típico perrito pequeño y que solo sabe ladrar y quejarse.

Mi mirada se quedó fija en Stranger Things, me quedaba ya poco para acabar la primera temporada y estaba muy interesante.

El sonido de mi tono de llamada interrumpió la concentración que tenía puesta en la pantalla, era Flavio.

— ¿Sí?

— ¿Se te ha pasado la borrachera ya o qué?

— ¿Eh? Sí, ¿por qué?

— Ah, no sé, como no se puede hablar contigo borracha, tendría que esperar.

Suspiro. — No estaba borracha cuando hablamos.

— Hm, ya. Bueno, ¿nos vemos esta tarde?

¿Sinceramente? No me apetecía nada verle. ¿El motivo? Las preguntas.

Siempre que salgo me hace miles de cuestiones, qué hice, con quién estuve, qué bebí o incluso que llevaba puesto, y no quería, simplemente.

Tardé unos segundos en responder, aunque no me di cuenta de ello.

— ¿Podemos quedar otro día? No me encuentro muy bien. — Y era verdad. Tengo una resaca de mil demonios como para aguantar un interrogatorio de mi novio.

— Está bien. Adiós. — Dijo seco, para luego colgarme. Claramente enfadado, se le nota muchísimo.

Rodé los ojos soltando un suspiro, y al poco, la puerta se abrió, no era otro que mi hermanastro, junto a Bella, como había supuesto.

La perrita entró dando saltos, feliz de haber concluido su paseo, en cambio a su dueño no le apetecía intercambiar muchas palabras por la expresión de su rostro. Es un chico bastante transparente, la verdad.

Pasó por mi lado dejando que su colonia inundara mis fosas nasales, yo ignoré su presencia, pero me quedé con su inconfundible olor, que no me molestaba que se quedara.

Por el sonido, di por hecho que fue a soltar las cosas que llevaba para pasear a Bella, luego vi como volvió al salón y se sentó en el otro sofá.

Nunca se ha sentado a mi lado desde que vivimos juntos, tampoco hay necesidad, supongo.

Me miró y extendió su mano, queriendo que le dé el mando. Yo negué.

— Estoy viendo la serie aún.

— Llevas mucho rato.

— Estabas fuera, ¿qué sabes tú?

— ¿Me chivo?

— No tienes de nada más que chivarte aparte de que bebí, listo.

— ¿Qué no?

Mientras mis caderas se movían al ritmo de la música y el vaso se iba gastando, me dirigí hacia una mesa y me subí.

— ¡La fiesta solo acaba de empezar! — La gente vitoreaba y movían la mesa donde estaba subida, haciendo que me cayese por la poca estabilidad. Aunque por suerte me cogieron.

Etéreo | Eva & Hugo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora