Etéreo | Eva & Hugo.

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A las 16:30 ya estaba preparada para ir al cursillo de cine, así que como me sobró algo de tiempo decidí ultimar mi maquillaje.

No quería ir muy recargada así que me puse lo justo de máscara de pestañas y humedecí mis labios con vaselina.

Bajé las escaleras y guardé mis llaves en el bolsillo, me despedí de Bella sobándole la cabeza y salí.

Empecé a andar hacia el instituto mientras me ponía los cascos.

Empezó a sonar Favorite Crime de Olivia Rodrigo en mi aleatorio de Spotify. A lo mejor no era la canción más indicada para andar y llegar a tiempo, pero a mí me encantaba.

Seguí andando hasta que no me di ni cuenta de que ya había llegado a la puerta del instituto.

Pasé dentro y miré alrededor por si viera a alguien que estuviera en aquel cursillo, pero no vi a nadie en la puerta principal, así que entré directamente.

La gente se estaba preparando así que me senté en una de las sillas que pillé libre y miré atentamente a la gente.

Algunas caras sí que las conocía y otras no tanto, lo típico, supongo.

— No sabía yo que las estrellas eran tan tardonas.

Una voz me dejó atónita, tensé mi mandíbula y miré hacia detrás.

— ¿Qué haces aquí? - Le susurré al rubio que tenía sentado atrás y que no vi.

— Lo mismo que tú, ¿no?

— Lo has hecho para fastidiarme.

— Tengo el mismo motivo que tú.

Rodé los ojos y miré al frente con los brazos cruzados.

Obviamente sabía que había venido para molestarme y hacer el bulto, y, por increíble que parezca, le conozco más de lo que piensa con solo observar como se comporta.

•

El director se fue cuando acabó la charla, tampoco se quedó a hablar con nadie imagino que por falta de tiempo.

Sinceramente fue bastante interesante y este mundo siempre me ha encantado, aunque no sé si algún día tendré esa suerte.

Salí del aula donde nos metieron sin hacer caso a Hugo. Sus idioteces y su manera de molestarme me ponía de los nervios.

Empujé la pesada puerta del centro y bajé los 5 escalones para llegar a la calle.

Para mi suerte, Hugo estaba en su coche. Mirándome. Y con una sonrisa que no me gustaba nada.

¿Cómo ha salido sin verle?

— ¿Te vienes o qué? — Alzo la voz con tal de llamar mi atención.

— ¿Qué quieres, Hugo? — Dije mostrando agotamiento y suspiré.

— Llevarte, encima que te estoy hablando.

Ni que lo agradeciera.

— Anda, sube.

Hice una mueca de desagrado y me subí al asiento del copiloto.

— Alegra esa cara, mujer.

— No, gracias.

Soltó una pequeña risa que hizo que todo mi cuerpo ardiera como si me hubieran prendido fuego.

Apreté mi puño y miré atentamente por el cristal con tal de no mirarle a él.

Ni tardé ni dos segundos en bajar del coche y entrar a casa en cuanto aparcó en la puerta. Subí a mi habitación directa y me tumbé en mi cama.