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Eva

Había pasado un día desde que Anne y yo decidimos "vivir".

Esta noche había un pequeño botellón en el parque, era domingo y tampoco podríamos estar hasta muy tarde, puesto que había clase al día siguiente.

Nos pusimos ropa bastante sencilla, pero bonita, ya que allí la gente tampoco iba extremadamente formal.

Yo me dejé el pelo como naturalmente lo tengo, suelto y algo ondulado por las trenzas con las que duermo, y me maquillé un poco.

Anne, en cambio, se engominó los rizos de los lados hacia atrás. Le quedaba bastante bien, como todo.

Salimos ambas y vimos como Hugo también lo hacía, pero no lo hacía solo.

Iba con Anaju. No sé cuánto tiempo ha estado en mi casa, pero no me he dado ni cuenta. Aunque lo veo normal, solo salgo de mi habitación para comer.

Nos fuimos andando hacia el parque y nos acercamos a la muchedumbre que se formó en cuestión de 10 minutos.

No sabíamos cómo se servía el alcohol, ni quién lo tenía, ni el hielo, ni absolutamente nada, así que nos quedamos mirando a nuestro alrededor buscando alguna respuesta.

- Creo que ese chico tiene. - Señaló Anne, a un chico con el pelo revuelto, de baja estatura y ojos oscuros.

Caminamos hacia él, pero no nos vio de primeras, ya que estaba liado con los vasos y sirviendo copas a varias personas que se paraban a su lado.

- Hola, ¿nos pones dos? - Mi amiga Anne se encargó de llamar su atención chisqueando los dedos, y él nos dedicó una sonrisa extendiendo dos vasos.

- Aquí tenéis, avisadme cuando queráis más, mi nombre es Nick.

Ambas sonreímos ampliamente al ver lo majo que era el chico de las copas.

- Gracias, Nick. - Le agradecí. - Nosotras somos Anne y Eva.

Asintió. - Encantado, chicas.

- Igual. - Sonreí al igual que Anne y nos perdimos entre la gente.

Estuvimos un rato bailando por ahí y hablando con la gente que nos íbamos encontrando.

Conocí a varios chicos y a varias chicas, no recuerdo bien sus nombres, pero eran bastante agradables.

Me encontré a Samantha, a Rafa, y por supuesto alguna mirada me encontré de de Hugo hacia mí.

Sinceramente espero que mi padre o Ana no le hayan dado la típica charla de que tiene que mirar por mí.

Noté una vibración en el bolsillo trasero de mi pantalón, efectivamente, mi móvil.

Lo saqué y vi en la pantalla que Flavio me estaba mandando mensajes. Fruncí el ceño, me extrañé muchísimo por la hora que era.

has salido y no me lo has dicho?

por qué debería?

siempre me decías cuando salías

Flavio ya hablaremos

tú como siempre eva

Le dejé en leído.

¿Quién se piensa que es para que tenga que avisarle cada vez que salgo? No entiendo nada.

Negué guardando mi móvil de nuevo y me bebí lo que me quedaba de copa. Me apetecía beber de más, y eso que nunca lo he hecho.

Anne parece que opina lo mismo, puesto que ya iba pasada de cubatas y dando tumbos por allá donde iba.

Yo me reí al verla. Era bastante graciosa borracha, tan pequeña.

Gèrard no había venido al botellón, y supongo que eso le hizo sentirse más "libre". Lo más seguro es que se habrá quedado con Flavio.

Por suerte su hermano estaba allí, y quieras o no, no tengo que cuidarla sola y así también poder hacer algo yo. Nos sentíamos protegidas, podría decirse.

Me puse a ello, le pedí otro cubata a Nick, diciéndole que me lo cargara más que antes.

Era el tercero.

Me lo bebí más rápido, notando el calor en mi esófago y como estaba todo el mundo más agitado.

Me sentí más animada, a pesar de que la música retumbaba mis oídos y el alcohol entraba en mí en cuestión de segundos.

Cuando me quise dar cuenta, la gente estaba recogiendo sus cosas dispuesta a irse, pero yo, no sabía con quién hacerlo.

- ¿Eres imbécil o qué? - Escuché cómo alguien me gritó, pero no supe quién era ni reconocí su voz. - Vámonos ya, te has pasado un huevo. - Noto como esa persona agarra mi brazo y me lleva caminando.

Yo me dejo hacer, aunque no sé donde me va a llevar.

- Ooooye, ¿dónde vamos? - La embriaguez no me permitía hablar bien, y casi todas las vocales, las alargaba.

Oí una puerta abrirse, pero no me dio más tiempo a ver nada porque caí rendida.

Me desperté a cosa de las 13:30, tardísimo para lo que yo solía, y obviamente, a clase no iba ya.

Odio faltar a clase, y más por motivos así.

Irrumpieron mi habitación y entró Hugo, hecho una furia.

- ¿Se puede saber cuánto bebiste ayer? - Se me acercó amenazante, y yo puse la mano delante para que no se acercara más a mí.

- No me des la chapa. - La cabeza me retumbaba muchísimo de por sí y sus gritos no ayudaron.

- ¿Que no te de la chapa? Te recuerdo que el que tenía que cuidar de ti, era yo. - Se señaló a sí mismo.

- No pretendo ni quiero que lo hagas. - Lo miré frunciendo mi ceño constantemente.

- Tu verás si quieres que te mate tu padre, agradece que te he cubierto.

- Uf sí, muchas gracias; querido hermanastro, me has salvado la vida. - Dije sarcástica.

Él rodó los ojos en forma de desagrado y se llevó su sudadera.

- Vete a la mierda.

Me incliné y le toqué el brazo.

- Ya. - Me aguanté la risa. Fue un impulso

Alzó la ceja visiblemente molesto. A lo mejor la he cagado, pero vaya, me da igual.

- Increíble tu madurez. - Me dio en la frente con sus dedos haciendo que me caiga hacia detrás en la cama, y salió de mi cuarto dejando la puerta abierta de par en par.

Yo le saqué el dedo de enmedio cuando le vi de espaldas y saqué el pie por fuera de la cama para llegar a la puerta y cerrarla.

Hoy no me apetecía hacer nada, así que mi día se basará en quedarme en la habitación viendo alguna serie, aparte de que la cabeza me duele horrores y casi no recuerdo nada.

A lo mejor el único que se acordaba de algo que hice era él, pero como es obvio, no le iba a preguntar, sería idiota por mi parte, y aún quiero conservar el orgullo antes de que él se aproveche de mis bajas defensas.

Etéreo | Eva & Hugo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora