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Narra Eva

Finalmente, la intriga me pudo y acabé saliendo de mi habitación emulando que iba a por agua.

Mis ojos no se podían imaginar lo que estaban viendo.

Mi amiga Anne fue la que salió de la habitación del rubio.

Ella me miró y tragó saliva, de Hugo en cambio, no obtuve respuesta. Tenía los ojos hundidos, estaba despeinado y sonrojado, se notaba que había bebido. Anne no lo parecía tanto.

— Tía, no es lo que parece. — Me dijo.

Fingí una pequeña sonrisa, bastante falsa.

— Era lo que menos me podía esperar, Anne. ¿Y Gèrard?

— Eva. ya te dije que Gèrard y yo...

— Gèrard te aburre, Gèrard no sé qué. — Rodé los ojos. — No es justificación.

— M-mejor me voy. — Anne salió apresuradamente del pasillo y de la casa y Hugo se frotó un ojo.

— ¿Y tú qué? — Le dije con semblante serio.

— ¿Qué te pasa? — Se desabrochó los primeros botones de la camisa mientras me miraba. Yo intenté no mirar hacia su pecho desnudo y miré sus ojos fijamente.

— No esperaba que hicieras esto.

— Eva... — Suspiró. — Yo no sabía que tu amiga tenía novio, aparte, no quiero volverla a llamar.

— ¿Encima la dejarás tirada?

Negó.

— No me vas a creer, pero no besa ni la mitad de bien que tú, y no me siento igual de cómodo como contigo. Además, no creo que quiera nada más.

Me sonrojé y negué aún más ofuscada. No podía permitir que me pusiera nerviosa.

— No me mientas. No es verdad. – Me crucé de brazos. — Quieres que lo deje pasar y quieres contentarme para que lo haga.

— ¿Te crees que soy tan tonto como para pensar que puedo contentarte con decirte que besas bien?

Ahí me había dado bajo.

— Supongo que no.

— Pues ya lo sabes. Siento lo de tu amiga, pero el problema al fin y al cabo es de ella. La he conocido hoy.

— Hugo pero igualmente me has visto con ella. No puedes pretender que yo lo deje pasar porque me digas que beso bien y porque te quites... Los botones.

Soltó una risa leve al notar mis nervios repentinos y bufé.

— No iba con esa intención, eh, pero adelante, chica.

— Eres idiota.

Sonrió burlón y apoyó el brazo en la pared mirándome atentamente. Ahora mismo quiero entrar en su mente para saber que se le pasa por esa cabeza.

— Lo sé. — Alzó su ceja. — ¿No me vas a perdonar? — Sonrió de lado y pasó su dedo suavemente por mi mandíbula, haciendo que toda mi piel se erizara en un mísero instante.

— Párate, lo haces aposta. — Cogí su mano y aprovechó para tirar de ella y acercarme a él lo más posible.

— Yo no hago nada a posta, pero verte celosa y molesta es gracioso. — Dijo sintiéndose victorioso y yo hice una mueca asqueada.

— No estoy celosa. — Fruncí el ceño y le di flojito en el pecho. Él volvió a coger mi mano y la puso de forma que rodeara su cuello.

— No estoy celosa. — Agudizó su voz en un intento de imitarme.

Etéreo | Eva & Hugo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora