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Eva

Llegaron las 21. Sorprendentemente nos quedamos ambos en la cocina durante toda la tarde y parte de la noche, entre las tortitas y alguna vista a las redes sociales, aunque sin hablar mucho, no sé bien si para mi desgracia o para mi suerte, supongo que la primera.

Cuando nos terminamos las tortitas, me tomé el derecho de coger su plato para fregarlo junto al mío, y él movió la cabeza en un gesto de agradecimiento, imagino.

— ¿Me puedes acompañar a un sitio? — Esa pregunta me pilló bastante de repente, y le miré extrañada. — Tranquila, que no es nada raro. — Añadió, intentando sonar convincente.

— Supongo que sí, aunque no sé qué hago acompañándote a sitios, tendrás a más gente que lo haga, ¿no? — Pregunté mientras entrecerraba mis ojos, dubitativa.

— Lo sé, y los tengo, pero necesito que vengas tú. — Asentí al final convencida, aunque sin entender, mientras colocaba los platos en el escurridor.

— ¿Y me vas a decir qué es? — Insistí.

Negó. — Tienes que verlo. — Salió de la cocina dejándome con la palabra en la boca y esta entreabierta, así que la cerré y me sequé las manos.

No tenía ni una pequeña idea de dónde íbamos, así que me fui con lo puesto, unos vaqueros básicos y una sudadera algo ancha de color marrón.

Abrió la puerta y yo salí detrás de él, empezando a andar hasta lo que parecía ser su coche; pero pronto adiviné que no era suyo, era de su madre. Se notaba bastante en las cosas que tenía colgadas, él mismo no colgaría una foto suya en la guardería rodeada de flores de papel en el espejo retrovisor.

Nos subimos a los respectivos asientos, él de conductor y yo de copiloto, y empezó a conducir a saber dónde.

No suelo montarme en coches de mucha gente, puesto que mis amigos no tenían carné, así que si me montaba en el de mis padres ya era mucho.

Subí la radio mientras sonaba "Blinding Lights" de The Weeknd, una de mis canciones favoritas, así que inconscientemente la canté por lo bajo mientras observaba al resto de coches que pasaban por nuestro lado, pero él también lo hacía.

Esto de tener tantas cosas en común ya me está asustando un poco, no me apetece que seamos "la misma persona" como se suele decir en twitter.

Llegamos a lo que parecía ser un local nocturno. No sabía bien qué hacíamos allí.

Nos bajamos y me cogió de la mano para entrar, a lo que yo fruncí el ceño e intenté zafarme. — Estate quieta. — Me susurró, y yo resoplé arrugando mi nariz acto después.

Llegamos a una habitación algo fría y oscura, y no era especialmente de mi agrado, aunque cuando Hugo encendió la luz de la sala solo se encontraban instrumentos. Yo entrecerré los ojos analizando cada esquina.

— Me debes una explicación. — Le pedí, mientras se colgaba una guitarra eléctrica azul, verdaderamente preciosa.

— Aquí nadie te conoce, y nadie debe saber qué canto, ¿te ha quedado claro eso? — Me dijo amenazante, yo fruncí el ceño por su tono.

— Tranquilo, no te alteres. Y no, no diré nada. — Rodé los ojos acompañada de un suspiro. — ¿Por qué no lo cuentas? — Pregunté en un tono un poco suplicante, no sé por qué motivo.

— Porque es una forma de ganarme la vida, no quiero contarlo.

— Tu madre tiene un casoplón y tienes todo lo que quieres, no lo entiendo.

Etéreo | Eva & Hugo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora