"¡Alejandra! ¡Apúrate, se nos hace tarde!" Escuche la voz de mi madre desde el primer piso. "¡Ya voy!" respondí. Dios, estas malditas cenas con las amigas de mi madre para festejar año nuevo son tan tediosas, ni siquiera se para que voy si no conozco a nadie y mi mamá no me hace caso. Ahorita a mis diecisiete años debería de estar en una fiesta, no con mi madre y sus amigas. Mi madre puede hacer lo que quiera con su vida pero no arrastrarme con ella. Mi mamá cien por ciento femenina, no digo que no me gusta, se ve muy bien es solo que a mí no me gusta del todo. Al principio creí que era raro el no querer vestirme femeninamente, pero, luego comprendí todo...
"¿Que te falta?" Preguntó.
"Ya casi nada," me puse mi gorro para salir cuando mamá me tomo del brazo. "¿A dónde crees que vas así?" Preguntó mientras me veía. "A tu reunión ¿no es obvio?" respondí.
" Deliras si piensas que te dejare ir así ¿no te compre faldas lindas?" Se dirigió a mi armario y comenzó a hurgar. "Mamá, no hay tiempo. Tenemos que irnos ya,"dije mientras la veía desde la entrada de mi cuarto. "Además sabes que odio las faldas, vestidos y todas esas cosas que te pones en la cara."
"Maquillaje," dijo mientras sacaba del closet distintos tipos de faldas. "No soy maquillaje, soy Alejandro," dije con confusión. Ella me miró, "¿qué? No, me refiero a las cosas que me pongo en la cara," rio, pero después dejo de reír para mirarme confundida, "¿Alejandro? ¿De dónde sacas eso? Gracias a Dios tengo a la muñeca de porcelana más hermosa." Me senté en mi cama y empecé a imaginar el cómo sería mi vida si hubiera nacido niño.
"Estas pensando mucho. Acaso es... ¿acaso es un chico?" preguntó sentándose a un lado mío. "No mamá, no es un chico," ella suspiro y se levantó para ir al closet. "Anda, ponte este vestido te verás muy bien a comparación de esa ropa que estas usando. Te ves varonil, Alejandra."
Mire a mi madre y después al vestido que estaba sobre mi cama, "¿Y que si parezco varonil, madre?" respondí tomando el vestido mientras esperaba por su respuesta. "No me gustaría que la gente hablara de mal manera sobre ti, ¿qué dirán mis amigas? Mi muñeca pareciendo varón, no." respondió.
"¿Y que si lo hacen? A mí no me molestaría." Conteste. "¿Qué hay de tus amigos?" Preguntó a cambio.
"Mamá ¿qué amigos?"
"Pues no lose, en estos diecisiete años no te he conocido a nadie," me miró dándome una pequeña sonrisa. "Nadie en la escuela quiere hablarme," dije acostándome sobre mi cama, "y a lagente que quiero hablarle me ignora," mis ojos empezaban a cerrarse.
"Tal vez, tan solo, deberías de cambiar un poco," abrí mis ojos y volteé mi cabeza para verla, ella me miraba severa, "digo, para ser más normal." No podía creer lo que estaba diciendo. Me levanté, "¿qué infierno estas diciendo? ¿Normal? ¡¿QUÉ ES NORMAL PARA TI, MADRE?!" Le grité, ella camino hacia mí y la única cosa que pude sentir era la quemazón en mi mejilla derecha. Ella me abofeteo.
"No te vuelvas atrever a hablarme de esa manera. ¡YO SOY TU MADRE! ¡Y SI YO DIGO QUE TE QUITAS ESA ROPA LO HACES!," mi madre estaba furiosa, "¿no te hartas por la manera en que la gente habla de ti – de nosotros? Porque yo sí."
"¿Qué si no lo estoy?"
"Escucha, Alejandra. No me provoques, si ibas a estar así, mejor me hubieras dicho para dejarte aquí e irme a la reunión yo sola y ¡no tener que lidiar contigo!"
"¿Y qué esperas? ¡VETE!" ella me abofeteo. Otra vez. "¡No me hables así! Te vas a quedar aquí con el seguro puesto en la puerta. Ve a dormir," mi madre estaba a punto de salir de mi cuarto, "yo duermo cuando quiero."
"Alejandra..."
"Alejandro, madre. ¡Alejandro!" Me di media vuelta viendo a la ventana sentí como sus pasos se alejaban y después el portazo. Me recosté en mi cama y dormí.
Feliz año nuevo para mí.