II Jueves 3 de Enero del 2013 II

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                                                                 (Continuación del capitulo anterior)

Es mi vida, es ahora o nunca, yo solo quiero ser feliz y vivir por siempre aunque sé que no es así...  y nadie ha dicho que es fácil, nadie ha dicho que sería difícil, pero nada es imposible, lo hago por mí, solo por mí, no pretendo darle en la cabeza a mi mamá, o que hablen de mí, soy yo,  y no pienso estar encadenado para siempre, pero uno nunca sabe...

Tal vez este no era el momento indicado, les contaría todo de una vez, pero no tendría sentido, espero que todo esto no sea en vano.

No sé cuánto tiempo estuve viéndome al espejo, para solucionar lo del pecho, me la pase viendo a un Alex completamente feliz, alegre, con esperanzas y libre...

Tome una venda gruesa y la empecé a enredar alrededor de mi busto hasta que ya no había nada voluptuoso en la parte superior me sentía jodidamente bien, la empecé a apretar con todas mis fuerzas, mi desesperación era tanta que empecé a llorar de la frustración estar así de encerrado en alguien sin poder salir porque ya estas catalogado como alguien y ser tratado de "ella" era horrible, es como si fueras un pájaro en una jaula, los que te ven por el exterior te ven libre, feliz, risueño, pero por dentro, tu o yo, no sé si sea tu caso, pero yo como el pájaro dentro de la jaula, me siento perdido, atrapado, sin poder extender mis alas y volar a donde se me plazca, mientras mi jaula es movida de una lugar a otro sin importarles como el pájaro muere lentamente mientras es zarandeado.

Termine con la venda, solo me veía a mí, como si el espejo fuera mi mejor amigo/enemigo, pues me mostraba lo que tanto anhelaba y aspiraba, pero también me mostraba esa "jaula".

Seguía en bóxer con la venda aun puesta no me la quitaría, me vestí, igual que siempre, esta vez escondí lo largo de mi cabello, mientras pensamientos atacaban mi mente, diciéndome que no podría, pero otros que yo ya era más que vencedor, en el vecindario la mayoría me conocía como "Señorita Alejandra Torres" no les durara más de lo que tengo esperado, ya con mi cabello escondido, mi busto no se notaba.

-Alejandra, saldré, no eres indispensable, te quedaras aquí, no, espera, mejor no, no quiero llegar y verte aquí - solté una carcajada que termino con un suspiro como si fuera a pasar y después de regresar de mi caminata ella ya no estuviera aquí y se llevaría todo lo que no me pertenecía.

Baje sonriente de las escaleras, así seguí hasta poner un piso fuera de casa, madre Teresa, jamás creí que me pondría tan feliz el ver gente, salí de mi casa, mi vecino de lado me estaba mirando, la correspondí la mirada a lo que él me sonrió y me dijo "buena tarde joven" Dios no pude evitar sonreír tontamente, ese viejo siempre me había caído muy bien, su único hijo es gay y al parecer entiende lo que siento, me acerque a él.

-Y bueno...  ¿como me veo? Me aleje dos pasos extendiendo mis brazos dándole una visión, sonrió, no me vio con cara de asco, esto es hermoso.

-Joven déjeme decirle que se ve muy apuesto, y...- no pudo terminar, la señora García,  su esposa, salió de la casa

-¡José! Te hable más de dos veces para que entra...- el señor García la interrumpió

-Viejita bonita, mira qué joven tan mas apuesto ¿verdad?

-¿Ale?- sus ojos parecían platos, tal vez se sorprendió de mas, calmo su mirada y asintió- apuesto muy, muy apuesto- me sonrió, ellos eran mi único soporte, desde que tenía 15 años y me había dado cuenta siempre me apoyaron, ellos me cuidaban cuando mi madre trabajaba, pasaba mis tardes con ellos y su hijo, aunque ni aun de niña me sentía cómoda con vestidos, faltas, moños, coletas, trenzas simplemente no eran lo mío, hasta que conocí a los García, y todo para mi poco a poco a pesar de los años estaba tomando sentido, y Dios ni de pequeña me sentía niña; hacía tiempo que no los veía pues solo hacia mi recorrido a la preparatoria y de regreso a la casa, me había desconectado, seguía desconectado, pero más cuerdo que nunca, de eso estaba seguro.

-Así que joven ¿su nombre es...?- pregunto la señora García aun con esa sonrisa.

-Oh, sí, yo hermosa dama, soy Alejandro, pero puede llamarme Alex- se hecho a reír y luego me abrazo tanto que se me dificultaba respirar, los apreciaba demasiado, si pudiera me mudaría con ellos, no puedo sigo siendo menor, me despedí de ellos y camine, como me lo imagine, unos me miraban como si tuviera dos cabezas, cinco ojos o alguna deformidad, unos para mi sorpresa me saludaban, hacia tanto que no salía así que no me había dado cuenta de que dos casas habían sido vendidas y vaya ya estaban compradas, las dos de la esquina, en la del lado derecho estaban descargando todas las cosas muebles,  pero algo de lado del camión tomo mi atención un señor adulto, estaba aventando a un chico, le daba pequeñas bofetadas en la cara y le levantaba el mentón para que le viera después de eso le gritaba en la cara apuntándole con su dedo índice, el chico estaba, enojado y triste, se podía ver por sus ojos cristalinos, después de eso su papá lo alejó con una palmada en el pecho haciéndolo caer, volteo a verme e inmediatamente se limpió las lágrimas, le levante el brazo saludándolo sacudiendo mi mano del otro lado de la calle a lo que él solo sonrió. Dio la vuelta y se adentró a su nueva casa.


Soy AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora