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Los pisadas apresuradas resonaban en el borde del bosque, adentrándose a este cada vez más, siguiendo una dirección en específica.

Las criaturas que merodeaban por ahí solo podían ver la melena azabache pasar fugazmente a sus lados, sin percatarse de ellos, después de todo, ellos no debían ser vistos por el joven humano, lo tenían rotundamente prohibido por él.

Por más curiosidad que sintieran, ninguna de las criaturas en ese bosque se atrevería a tentar al demonio de los ojos escarlata.

Megumi Fushiguro de catorce años ㅡa punto de cumplir quinceㅡ, corría como si no hubiera un mañana, sus pulmones demandaban algo de aire, pero hasta llegar no podría darles lo que tanto le exigían.

Frenó de golpe, jadeante, frente a él se alzaba un enorme árbol, pero su vista se clavó en la blancura que alcanzaba a ver oculta entre las hojas, sus manos temblaron, impacientes, con el terror filtrandose en sus venas.

ㅡ Llegas tarde.

La voz gruesa sonó con reproche, logrando que el adolescente se estremeciera, los orbes azules ahora evitando mirar arriba y encontrarse con los lagos de sangre que seguramente le analizaban con dureza.

ㅡ Lamento hacerte esperar, surgió algo al termino de mis clases.

Sukuna de dieciséis años ㅡrecién cumplidosㅡ, sentando sobre una de las ramas de su árbol favorito, veía al pelinegro rascarse la nuca con nerviosismo, la culpabilidad de este último contaminando el aire.

ㅡ ¿Y ese "algo que surgió" tiene que ver con tu corbata mal puesta y los rasguños en tu rostro?

El pelirosa no era idiota, Megumi lo sabía, pero aún así tuvo la mínima esperanza de que no se lo reprochara tan pronto, suspiró, exhausto.

No contestó, no era necesario, Sukuna sabía que había ocurrido y por eso su interior ardía como un incendio, las llamas siendo alimentadas por su rabia.

ㅡ Lo siento...

Fue el turno del guardián de suspirar, bajando de la rama de un salto y, tras sacudir su pulcro kimono tradicional, se acercó al adolescente que amenazaba con llorar para acariciarle suavemente la mejilla, limpiando de paso algunas manchas de sangre seca que profanaban la pulcra porcelana.

ㅡ ¿Estás bien?

Tuvo que tragarse su molestia, el bienestar del pequeño lirio era prioridad, no tenía que dejarse llevar por la ira emergente a causa de la situación.

ㅡ Sí, solo algo cansado.

Fushiguro alzó la mirada, los topacios azules encontrándose con los ópalos de fuego encendidos con intensidad, por más de saber que el joven enfrente de él solo le pasaba por menos de dos años, esas gemas brillaban juiciosas, como si ocultaran años de experiencia detrás, más años de los que aparentaban.

ㅡ Tienes que aprender a defenderte.

El más joven apretó los labios, sabía que el tema volvería ahí siempre, como también sabía que esa era la mejor opción que podía tomar, pero a él no le gustaba la violencia, prefería evitar los problemas.

Solo que desde que ingresó a la secundaria los problemas comenzaron a buscarlo a él, amedrentandolo.

Los chicos de cursos mayores comenzaron a tomárselo contra él, quizás porque fuera alguien que no nació ahí, por ser el único que no tenía amigos, por su apariencia de presa fácil, los motivos podían ser muchos, pero no eran culpa suya y lo sabía.

Primero comenzó con burlas a las que no prestó atención por un buen tiempo hasta que las burlas se conviertieron en empujones en los pasillos, los empujones se volvieron amenazas y las amenazas en golpes.

El acoso escolar era una mierda.

Trató de ocultarlo de todos los que eran sus cercanos lo más que pudo, no quería miradas de lástima siendo dirigidas de nuevo hacía él, pero no pudo ocultarselo al chico de las marcas negras.

Sukuna lo conocía mejor que nadie ㅡse atrevería a decir que incluso mejor que su propio padreㅡ, no bastaron más que unos días para que el pelirosa se diera cuenta de que algo pasaba con él.

Después de todo, la amistad que llevaban era cosa de años, fue crédulo al pensar que iba a poder ocultarselo.

Lo primero que hizo Sukuna al enterarse, fue amenazar con matar a quiénes lo molestaban ㅡdirectamente dijo "matar" como si no fuera nadaㅡ, pero logró calmarlo, habló con él y por mucho que el pelirosa siguiera insistiendo en su idea principal, cedió a no meterse luego de los rotundos "no" que le fueron dictados.

Solo que las cosas no mejoraron y ahí estaba de nuevo, lleno de moretones por el cuerpo, el labio roto y con rasguños adornando su rostro.
Sukuna solía deshacerse de los rastros de violencia de su cuerpo, por lo que llegaba totalmente limpio a su casa.

ㅡ Está bien, enseñame a defenderme.

La sonrisa felina que el pelinegro pudo ver extendiéndose por los rojizos cerezos de su amigo le erizó los vellos del brazo y le hizo arrepentirse en el acto de pronunciar esas palabras.

Más se arrepintió al sentir como el puño del pelirosa lo golpeaba directamente en el rostro, Sukuna luchaba tan sucio, el sabor metálico volvió a su boca, la mirada del otro le instaba a responder con otro golpe, así que lo hizo, trató de golpearlo.

Esa tarde Megumi terminó en el suelo más veces de las que podía contar, deseando que el pelirosa pasara a ser un zorro y le diera un respiro al menos unos minutos, eso no pasó.

ㅡ Vamos, sé que puedes con esto, lirio azul.

Estaba más que claro que Sukuna no era bueno enseñando, pero el pelirosa espera que Megumi le devolviera todos y cada uno de los golpes que recibiera en poco tiempo.

Él confiaba en el pequeño lirio.

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¡Parkour!

¿Si les gustó el capítulo? JAJSJA

Ah, hay algo que no sé si expliqué antes, así que se los diré ahora, desde un comienzo me inspiré en Teeth ㅡ 5SOS para comenzar esta obra.
So, los otros capítulos eran como una introducción a la relación de estos dos pendejitos, no va a ser tan soft como parecía (¿

O bueno depende, ya saben, soy simp de Sukuna siendo soft con Megumi. 🛐

Y con eso culminó mis avisos parroquiales, tengan buena noche y si algo les marea o confunde, no duden en preguntar. <3

Vanger.

T e e t h || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora