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El decimosexto cumpleaños de Megumi estaba a la vuelta de la esquina y en todos estos últimos años nunca se había sentido tan solo ㅡa pesar de estar bien acompañadoㅡ como se siente ahora.

Claro, estaba feliz por su padre, quien parecía brillar junto al zorro escrupuloso de mata blancas que se paseaba por sus vidas ahora, un entrometido y mañoso animal que no tenía vergüenza a la hora de hablar.

Pero la soledad que albergaba sus entrañas mientras veía las nubes y les buscaba formas, anhelando algo más que solo gotas cristalizadas de agua esponjosamente inalcanzables, era inigualable.

Podría pasarse horas en sus lugares favoritos y menos favoritos, llamando por él a través del frondoso verde, buscándolo hasta que las plantas de sus pies dolieran y su voz se apagara.

Y nada.

Sukuna seguiría huyendo de él como si no hubiera un mañana.

ㅡ Zorro estúpido.

Quizás por eso sus pisadas resonaban furiosas contra la hierba, ramas y hojas secas crujiendo bajo su peso, a su alrededor, las aves paraban la orquesta y los demás animalillos detenían sus quehaceres, atemorizados por la ira andante.

Y la ira sigue sin rumbo, resoplando un par de improperios cada cierto tiempo, deslizándose como una víbora hambrienta en busca de su próxima presa.

Luego de todo el asunto del kitsune y los recuerdos que fue obligado a presenciar, Megumi presta especial atención al bosque, por más de que esté molesto y quiera degollar la pelusa rosa, ahora él puede ver pequeñas cosas que antes no.

Como las flores que se abren y cierran en una alegre danza cuando creen que Megumi no está viendo, las risitas mal disimuladas que se escuchan entre los árboles, el peligro que lo acecha al acercarse demasiado al lago e incluso el sonido de pisadas ligeras a su alrededor.

El bosque es un paraíso mítico, cargado de historias enterradas en lo profundo del verdaje y sinfonías nuevas para deleitar a quién sea digno de escucharlas.

Megumi anhela ser digno del nuevo mundo que se extiende ante él.

Aunque por ahora agradecería ser digno de una conversación amena con el estúpido de Sukuna que parece decidido a mantenerse desaparecido.

Lo primero que hará al encontrarlo será golpearlo, no hay pero que valga, el demonio rosa tendrá su maldito merecido, ese es el mantra de Megumi mientras aparta las ramas de su camino, cansado y acalorado.

Lleva un buen rato caminando sin rumbo y está por aceptar que es otro día sin éxito, rendirse y volver a su casa con la frustración floreciente, las esperanzas en el suelo.

Hasta que lo ve.

Es un descuido, pero Megumi puede ver la cabellera rosa moviéndose entre los árboles y el juego termina.

Él se mueve por sí solo, guiado por el enojo de ser evitado tanto tiempo y la alegría de volver a ver a su chico favorito.

ㅡ ¡Tú, maldito idiota, baja para que pueda discutir un par de cosas contigo. ..!

La sombra rosa se gira en su dirección, asustada y, ahora que Megumi puede verlo claramente, su voz se pierde y él se congela.

Eso no es Sukuna.

O lo es, pero una versión extraña y nueva de él.

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⏰ Última actualización: May 17, 2021 ⏰

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