ㅡ 1 3 ㅡ

2.2K 417 122
                                    

Megumi lleva días paseándose en los alrededores del bosque después de clases, sin atreverse a poner un pie dentro, una rutina ansiosa.

Quiere entrar, buscar a Sukuna y refugiarse en su abrazo, pero no lo hace, oscilado entre los recuerdos del rechazo y la sensación de vacío yaciendo en su pecho.

Nunca había pasado tanto tiempo sin el pelirosa a su lado, estaba acostumbrado a llamarlo y que en cuestión de segundos un elegante zorro enrollara la gracial cola entre sus piernas, recibiendolo con devoción cada día.

Un "Te extraño" subiendo y atandose a su lengua, tirando de él a un abismo.

Ahora despertaba atormentado, entre sábanas y lágrimas revueltas, su vida volviéndose de golpe en un enjambre de sueños y corazones rotos. 

Y por si las cosas no fueran ya suficiente odisea, el fantasma del pasado de alguien más seguía tras él, acosandolo en los pasillos solitarios, los sueños tan vividos y grabados en sus párpados al cerrar los ojos.

Incluso sentía que si se concentraba lo suficiente y aspiraba, el olor a humo y desdicha inundaban sus pulmones, contaminando hasta su alma.

Los dolidos orbes de cielo taladrando en su cabeza sin descanso, nada que hiciera en esta vida podría borrarle la sensación agonizante del dolor de ese sueño.

Sueño que parecía cobrar vida de vuelta cada que veía a su padre, pérdido y desolado en sí mismo, un alma errante buscando algo robado.

Justo como ahora, cuando el hombre pasaba por su lado, arrastrando los pies por la sala, mirada vacía y bolsas marcadas bajo los lagos, un paquete de papas bajo el brazo y una bebida en lata en mano.

ㅡ ¿Todo bien, papá?

Toji no respondió a la primera, su hijo seguro de que ni siquiera alcanzó a escucharle.

ㅡ ¿Papá?

Un toque en el hombro después, el pelinegro mayor reaccionó, parpadeando repetidas veces y enfocándose en su hijo.

ㅡ ¿Estás bien?

Por la cabeza de Toji pasó la idea de confesarse, decir que no, que nada estaba bien y desahogar sus penas, hablar del ser sin rostro ni rastro que lo hostigaba en sueños y recuerdos enterrados.

Ser que le robaba el aliento y que él perseguía sin éxito, que cuando creía alcanzar a la traviesa presencia, esta se desvanecia en el aire, explotando como una supernova, dejando la soledad y el polvo estelar en su lugar.

Pero no se atrevería a decirlo, incapaz de poner otra pesada carga sobre los hombros de su niño.

Su bendición no tenía porque cargar con problemas que no eran suyos.

ㅡ Todo está bien, cariño.

Pero ambos Fushiguro sabían que era una mentira, solo era cuestión de tiempo para que la luna colapsara sobre ellos.

...

Los jadeos rompiendo en el aire justo como el suelo bajo las suelas, el sol derramandose sobre la cabellera negra, bañandolo con su bendición.

Corre.

El bosque se alzaba frente a él, en su majestuoso verde y pinos altos, pero ni siquiera el verde podía calmar el galopar frenético de su corazón.

Solo corre.

Desesperación, comenzaba a familiarizarse con ella, dió un vistazo de reojo tras él, deteniendo la carrera.

Nada.

El fantasma se había ido, ya no había nada pisandole los talones, ningún recuerdo impropio, nada de opresiones en el pecho que no le pertenecieran.

Pero aún le quedaban sus propios demonios, burlándose y arrastrando de él a la soledad entre risas.

Las pisadas indecisas se acercaron al borde del bosque, el recuerdo del "Será mejor que no vuelvas" dicho hace un mes golpeandole en el rostro, Fushiguro resopló, Sukuna estaba muy equivocado si creía que podía deshacerse de él solo con eso, estaba herido sí, todas esas semanas fueron un infierno.

Pero estaban hablando de una amistad de años, Megumi no lo soltaria así porque sí, el zorro estúpido tenía mucho que explicar.

Y cuando su determinación dió un paso más hacía el bosque, un escalofrío lo recorrió, el aire frío de golpe arremolinandose a su alrededor.

La paranoia que lo empujó hasta ahí volviendo, no se atrevió a girarse, mas Megumi lo sabía, el fantasma que le atormentaba sin descanso estaba ahí, tras él, respirandole en la nuca.

ㅡ ¿No te advirtieron que nunca te acercaras al bosque, cachorro?

Y Megumi volvió a correr como si el mundo se cayera en pedazos tras él, importandole poco o nada perderse entre nuevos caminos del bosque, caminos y ramas que estaba seguro no estaban ahí antes.

Tampoco sabía porqué huía, solo lo hacía por instinto, justo como un conejo asustado a punto de ser cazado, solo que su terror no era ser cazado por alguien, sino por algo.

Dolor.

Recuerdos.

Llegó a un punto del bosque dónde no pudo seguir adelante, el cielo ennegrecido cerniendose sobre la copa de los árboles, opacando cualquier rayo de luz para guiarle.

Algo iba mal.

Ese no era el bosque que él conocía desde niño.

ㅡ ¿Estás pérdido?

La voz divertida retumbando en su cabeza le hizo detener su caminar ansioso, enfocó la vista, buscando la fuente de sonido.

ㅡ ¿Qué quieres de mí?

Y la ilusión se mofó, el suelo temblando a sus pies, buscó algo de lo que sujetarse, pero cuando levantó la mirada, no había nada más que vacío.

Un infinito vacío extendiéndose frente a sus ojos.

ㅡ No me tengas miedo.

Tembló, la voz sin dueño no le reconfortaba en lo más mínimo, solo lograba ponerle los pelos de punta.

ㅡ A fin de cuentas eres su cachorro.

Megumi suspiró, el fantasma era insistente, demasiado para su gusto, apretó los labios y los puños a sus costados, bien, sus sospechas estaban más que confirmadas.

Aún así, no le gustaba como estaba quedando atrapado en medio de todo eso.

Y seguía sin hablar con Sukuna.

T e e t h || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora