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Cuando se mudaron a un pequeño pueblo cerca de un bosque inmenso, su padre le advirtió que no se acercara bajo ninguna maldita circunstancia al bosque, nunca.
Y no lo hizo.

El primer mes.

Porque al siguiente ya estaba rondando los bordes del este mientras que nadie estaba cerca, su curiosidad infantil siendo detonada por tantos "No te acerques", "No es seguro", "No vayas", que ahora recibía no solo de parte de su padre, sino también de sus vecinos.

¿Por qué decían tanto que no podía acercarse al bosque?

Esa duda lo carcomia día y noche, todos decían "No", pero nadie le daba una razón válida, no le explicaban qué era lo que estaba mal ahí.

Y si nadie le daba respuestas, él se veía obligado a obtenerlas por si mismo, por eso al salir de clases, aprovechó que su padre estuviera trabajando y fue a los límites del pueblo, en dirección al bosque a investigar.

Como solo tenía nueve años, no le fue difícil escabullirse para llegar ahí, nadie lo vió y si nadie lo veía, podría averiguar lo que quería y volver a su hogar.

Entrar y salir, era un plan sencillo.

O lo hubiese sido si un estúpido y pomposo zorro no se cruzaba en su camino, haciéndolo caer cuándo se disponía a adentrarse al bosque.

El animal le gruñia, tomando una posición de ataque, pero lo más llamativo de todo eran sus ojos.
El zorro tenía ojos rojos, tan rojos como la sangre.

Y él no era un experto en zorros, pero estaba seguro de que eso no calificaba como normal.

ㅡ Hola zorrito bonito...

Megumi no era de los niños que se asustaban fácilmente con animales, pero ese pequeño demonio naranja de ahí parecía más que dispuesto a clavarle las garras, así que era aceptable que su voz y sus manos temblaran, ¿Cierto?

ㅡ No voy a hacerte daño...

Intimidado por los ojos rabiosos que lo analizaban, se levantó lentamente, listo para irse corriendo de vuelta a su casa, mas esa bola de pelos le saltó a la pierna, mordiendole y aferrandose a él con manía, un ruidoso ㅡy para nada masculinoㅡ grito salió de su boca.

ㅡ ¡Sueltame, estúpido zorro!

Y el insulto pareció ser otro motivo más para que el zorro se negara a soltarlo, podía sentir los colmillos del animal clavarse en su piel superficialmente, supuso que solo le estaba dando una advertencia, porque de no serlo, el zorro estaría arrancando la tierna carne de su pierna.

ㅡ ¡Ya, ya! ¡Tregua!

Cuando terminó de pronunciar esas palabras, el zorro le soltó, como si comprendiera a lo que se refería, y el pelinegro al fin pudo dejar salir todo el aire que sus pulmones contenían y cayó de bruces al suelo.

ㅡ Eres un salvaje.

El animal se alejó de un salto, haciendo un sonido similar a algo que el interpretaria como una risa burlona y antes de girarse hacía el bosque, le enseñó los dientes una última vez en otra advertencia.

ㅡ ¡Bien!, ya entendí, no puedo ir al bosque.

Y mientras que el niño molesto refunfuñaba en el suelo, un satisfecho zorro sacudia la cola y se perdía en la espesura de los árboles.

Esa fue la primera vez que el joven zorro se encontraba con un cachorro humano, y también era la primera vez que el niño de ojos azules se encontraba con un animal tan hermoso como insoportable.

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Personalmente amo mucho a Sukuna como un animal insoportable y engreído, es tan canon. 😳

Y a que no adivinan que pobre desgraciada va a celebrar su cumpleaños mañana con un examen de matemáticas, asies, esta nena. 😔👌

Bueno, eso es todo por hoy, tengan una bonita noche y no duerman tarde. ;)

Vanger.

T e e t h || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora