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Era la decima vez en esas dos semanas que ese molesto pelinegro trataba de colarse al bosque.

¿Es que ese niño no desistiria?

Los pueblerinos del lugar nunca le causaban tantos problemas, ya que nadie que fuera suficientemente cuerdo trataría de adentrarse al bosque.

Los hombres evitaban incluso pasar cerca de el, pero ese cachorro humano intentaba adentrarse a como de lugar.

No tenía sentido.

Pero ese día el pelirosa no estaba de humor como para velar por la seguridad de un niño insistente, si ese cachorro humano quería adentrarse al bosque no era problema suyo.

O eso se repetía el niño de once años en su interior, pasando a su forma de zorro, la cola meneandose a su alrededor con gracia desde la copa de un árbol no tan alto, mientras que observaba al torpe niño tropezarse con una rama caída nada más entrar al tan anhelando bosque.

El zorro comenzó a seguirlo, ocultandose entre los árboles o arbustos, en total silencio, aunque dijera que no era problema suyo, al niño en forma de animal le preocupaba que las criaturas del bosque hicieran de las suyas si se descuidaba.

En varias ocaciones tuvo que mostrarle los dientes a las dríadas que amenazaban con acercarse al inocente niño que se paseaba observando todo a su alrededor, sin percatarse de toda la atención que estaba recibiendo.

Y lo que temía ocurrió cuando se distrajo por un segundo, un grito ahogado rompía el silencio del bosque.

El niño había caído al lago.

Pero esa no era su verdadera preocupación, su preocupación era que ese niño era malditamente lindo ㅡno para él, por supuestoㅡ el aniñado rostro de porcelana, ese cabello azabache y unos relucientes zafiros, lo hacían lucir delicado, precioso, siendo esos rasgos suficientes razones para que las limnades tiraran del pequeño cuerpo hacía las profundidades del lago cuando se acercó a mirar su reflejo en las cristalinas aguas.

Después de todo a las ninfas les encantaba tener todo lo bonito para ellas.

...

Fushiguro recordaba estarse hundiendo, el frío del agua calando sus huesos y sus pulmones ardiendo, reclamando un poco de oxígeno.

Y por mucho que luchara no podía nadar hacía la superficie, sentía algo tirar con fuerza de él hacía el fondo del lago.

La desesperación y el terror recorrían cada fibra de su ser, ahora se arrepentia de no haber escuchado a sus vecinos, a su padre.

Su padre.

¿Como se sentiría el hombre al llegar a casa y no encontrarlo por ninguna parte?  Seguramente caería en desesperación y lo buscaría por todo el pueblo, pero no iba a encontrarlo porque él estaría muerto en un lago dentro del bosque del que tanto le advirtió.

No, él no quería morir ahí.

Quería regresar a su hogar, hacer sus deberes y cenar con su padre, hablar sobre como les fue en sus días y jugar con él un rato para luego irse a dormir.

Alguien que lo salvara, quién sea.

Por favor, él quería vivir.

Y con ese pensamiento en mente sintió sus ojos y cuerpo volverse pesados, la vida tentando en escaparse de su ser.

Lo último que Megumi pudo ver fue a alguien similar a un ángel de pelo rosa y graciosas marcas negras nadando en su dirección antes de perder la conciencia.

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.

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Ninfas:

Las ninfas son seres mágicos procedentes de las fuerzas de la naturaleza, suelen tomar nombres característicos del lugar que sean.

Dríadas:

Las dríadas son ninfas de los árboles con forma femenina, muy solitarias y de gran belleza.

Limnades:

Son un tipo de náyade (ninfas de agua)
Viven en lagos de agua dulce y ciénagas peligrosos. 

Quiero aclarar que este fic tendrá varias mezclas de seres mitológicos de distintos lugares, así que si se encuentran con una mezcla de deidades/leyendas/mitos, es intencional. (¿)

Y eso es todo, disfruten su día. ♡

Vanger.

T e e t h || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora