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Un par de pelirosas iban caminando a paso lento, adentrándose a un estrecho túnel de árboles, el más joven removiendose ansioso y el mayor manteniendo un rostro de disgusto.

Cuando terminaron de cruzar el túnel las cosas comenzaron a cambiar, en esa parte del bosque abundaba la oscuridad, con suerte podían ver ㅡ y solo a mediasㅡ sus propias manos, el viento no soplaba, los grillos no cantaban, el cielo cubierto de nubes sin dar paso a los rayos del sol, todo era tan oscuro y silencioso que causaba escalofríos.

Sukuna chasqueó la lengua, uno de sus brazos sobre el pecho de su hermano, sujetandolo para evitar que se agachara a tocar la florecilla brillante que se alzaba delante, pronto todo el lugar comenzo a llenarse de las mismas flores luminosas de distintos colores; azules, rojas, blancas, verdes, amarillas.
Todas estratégicamente separadas por color, iluminandoles el camino.

Yuuji silbó en gracia, sonriendo ante el espectáculo mágico que se alzaba delante de ellos, él lo compararia con un jardín de estrellas.

ㅡ No estamos aquí para jugar.

La voz grave de Sukuna resonó, alzandose sobre el silencio del exótico paraje y con la cabeza en alto se dispuso a caminar, viéndose tentado a pisar las flores luminosas que se metían en su camino.

ㅡ Habla por ti, yo sí vine a jugar.

El murmullo de Yuuji no llegó a los oídos del otro, así que suspiró, siguiendo los pasos del pelirosa mayor para no quedarse atrás, sus manos picaban por tomar al menos una de las flores, ansiando saber como serían al tacto o si siquiera eran reales, pero terminó chocando abruptamente contra la espalda de su hermano, quién detuvo su andar sin avisar.

Sukuna se mantuvo quieto, viendo por el rabillo del ojo como un ente blanco pasaba corriendo a la lejanía, dónde las flores parecían ir perdiendo su luminosidad, un gruñido vibró en su pecho y mandó a callar a Yuuji que se quejaba a sus espaldas.

ㅡ Sé que estás ahí.

Tras eso, las flores estallaron, dejando solo un rastro de polvo luminoso y colorido flotando en el aire, aire que silbó y danzó alrededor de ellos, seduciendo a uno y haciendo estornudar a otro.

Unas suaves pisadas se acercaban a ellos por la espalda, aprovechando el momento de distracción.

ㅡ Debí de suponer que nuestros queridos guardianes no vendrían a visitarme solo para tomar el té.

Ambos se voltearon, encontrándose con un hombre albino de ojos cielo parado a pocos metros de distancia de ellos, el de las marcas negruzcas frunció el ceño ante la sonrisa divertida que el blanquecino ser mantenía.

Yuuji por su parte, sonrió cuál niño, corriendo hasta el esbelto hombre, siendo recibido en un cariñoso abrazo.

ㅡ ¡Satoru! ¡Satoru!

Si había algo que Sukuna odiaba era el tener que lidiar con ese albino, pero si había algo que le disgustara más que eso, era tener que lidiar con su hermano compartiendo la misma neurona que ese hombre.

La ilusión que los rodeaba fue desvaneciendose pasados unos minutos, la oscuridad siendo apasiguada por los rayos del sol, el viento volviendo a mecer sutilmente las hojas de los árboles, los pajarillos cantando y solo un paraje verde dónde estaban parados.

T e e t h || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora