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Cuando Megumi despertó horas después en los límites del pueblo, recargado contra un viejo cercado, se percató de que no estaba mojado ni tenía los rasguños que obtuvo al caerse en el bosque.

No había nada que delatara su travesía esa tarde.

Pero él recordaba vividamente todo, incluso si se concentraba lo suficiente aún podía sentir algo tirar de sus tobillos hacía el fondo del lago, su desesperación y el miedo corriendo en su ser al creer que moriría.

También recordaba aquel pelo rosa, el rostro agraciado y las extrañas marcas negras que lo decoraban, se avergonzó al creer que él era extremadamente bonito, tanto que le hizo pensar en un ángel.

Sus infantiles pensamientos sobrepensando la situación que envolvía al pelirosa que vió antes, en lugar del hecho de casi morir ahogado por su desobediencia.

¿Él lo salvó? ¿O se había quedado dormido y solo soñó con todo eso? No lo sabía, quizás lo segundo fuese lo más acertado, pero una parte de Fushiguro deseaba no haberlo soñado.

Deseaba volver a ver a ese otro niño.

...

Sukuna estaba molesto con todo, pero principalmente estaba molesto consigo mismo por haberse lanzado al helado lago solo para salvar a ese cachorro humano de las manos de las limnades.
No debió de hacerlo, ese niño se había buscando eso al adentrarse al bosque, ㅡa su bosqueㅡ debió de dejarlo morir.

Incluso había dejado que lo viera en su forma humana, ese simple y molesto niño lo había visto, aquello era todo un atentado a sus ideales.

Él odiaba a los humanos, odiaba a las criaturas del bosque, odiaba la forma humana que se le fue dada, odiaba estar condenado a velar por ese maldito lugar.

Y odiaba que su hermano menor se estuviera carcajeando de él ahora mismo.

Las ninfas eran unas perras chismosas.

ㅡ Déjame ver si lo capto, ¿De verdad salvaste a ese niño?

Le gruñó, enseñándole los dientes  con rabia desde el tronco en el que descansaba, siempre se había sentido más cómodo en cualquier forma animal antes que en su forma humana, odiaba tener alguna similitud con ese mocoso inútil que se pavoneaba enfrente suyo.

ㅡ Es que no puedo creerlo, odias todo lo que se mueva o respire.
¿Por qué?

Estaba seguro de que iba a saltar a la yugular de Yuuji en cualquier segundo, le molestaba que le preguntara tantas cosas, ni siquiera él sabía porqué había salvado a ese pelinegro.

Solo fue un impulso, su cuerpo saltó al lago y antes que pudiera procesar la situación ya estaba sacandolo del bosque, secandolo y curando sus heridas.

Esas acciones no eran propias de él y lo sabía.

Él era una criatura bélica, no salvaba ni ayudaba a nadie por gusto, menos humanos.

Su trabajo consistía en mantener a raya a los seres problemáticos que entraban y salían del bosque cuando el límite se abría.

Y ese no era un trabajo tan suave como podía sonar.

Ese bosque servía como un punto medio entre el mundo humano y el otro mundo, un portal que unía ambos límites, pero solo era uno de los muchos que estaban esparcidos por el lado mundano.

T e e t h || SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora