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La noche pasó entre preguntas y vanos intentos de calmar mi ansiedad; sólo deseaba encontrarle, incluso si no recordaba más que una mancha borrosa.

Pero exitían dos problemas que me impedían ir a verle esa misma mañana. El primero de ellos era que seguramente estaría vigilada y tendría que ser demasiado cuidadosa, tal vez incluso hasta el punto de no poder acercarme a el o incluso descubrir si realmente él podía verme sin ponernos a ambos en peligro. 

Ese problema llevaba al segundo, pues necesitaría ayuda para poder acercarme a él y, por lo tanto necesitaba a los demás, sin embargo sólo podía contar con Tae, ya que sólo él se encontraba relativamente cerca y, además, no me tenía ningún tipo de rencor, a diferencia de los demás.

Bufé al mirar el amanecer, Tae desapareció hacía a penas unos minutos debido a que debía volver al trabajo. A mí seguramente no me faltaba demasiado para que pasara lo mismo. Pero debía admitir que mirar el cielo con esos tonos anaranjados  tiñendo los colores oscuros que regalaba la noche hacía a penas unos segundos, eran unas vistas de lo más espectaculares.

¿Eran aquellos sentimientos comunes entre los Ángeles de la Muerte?

Honestamente lo dudaba, nuestro trabajo consistía en llevarnos las almas de los humanos por lo que no sería muy buena idea por parte de los creadores que pudieramos sentir aquellas cosas, podría afectarnos a la hora de trabajar. O tal vez no, a lo mejor aquellos sentimientos eran necesarios para que pudiéramos gozar de al menos un gramo de humanidad que nos sirviera  para ayudar a dar algo de calma a los seres humanos.

Una imagen borrosa azotó mi mente con un susurro que me sorprendió.

<<-Ellos esperaban que su último hijo fuese alguien amable, que amase  a la humanidad pero que cumpliese con su deber, llevarse las almas sin rechistar, sin embargo soy más bien cínico, los humanos nunca han llamado mi atención como esperaban, sólo los veo como recipientes de almas, a la espera de que les llegue su hora.>>

Aquellas palabras me soreprendieron, ¿cómo fue posible que eso, en vez de asustarme, me hiciera sentir especial? Reconocía aquella voz era la de JeonGguk pero nuevamente su aspecto permanecía borroso.

Por un segundo pensé que aquello no me asustó porque me hacía sentir especial, la sensación no desaparecía si recordaba la escena. Tal vez se debía a que yo era humana y, de alguna forma o de otra, él se había preocupado por mí, me había cuidado o vigilado.

Los recuerdos que ese pensamiento desembocaron  comenzaron a atacarme, y, para cuando a penas podía aguantar las constante punzadas en mi pecho y cabeza, noté las lágrimas rodar por mis mejillas de forma salvaje.

Recordaba gran parte de él, de lo que hicimos juntos, pero no su imagen, era lo único que me torturaba por no poder recordarle por completo, por no poder recordarle tal y como los demás lo hacían.

De esa forma fue que, con un nudo en el pecho, decidí que debía actuar, incluso si era en contra de los creadores, incluso si eso me costaba la vida igual que le costó a él la suya, y lo primero que debía hacer era encontrarle.

No quería seguir molestando a Tae, y estaba claro que los demás no accederían a ayudarme por que JeonGguk murió por mi culpa.

Eso era algo que yo sola debía hacer. Entonces, cuando el sol ya se mostraba rompiendo el amanecer para cambiarlo por la mañana, alcé el vuelo con la intención de llegar a la Universidad de Hanyang. Si tenía suerte no tardaría demsaiado en llegar.

Sólo me faltaba rezar porque no tuviera que ejercer mi labor hasta haberle visto al menos una vez.


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Hola mis peronitas!

Capítulo sorpresa para vosotrxs, esta vez al menos he tardado algo menos en publicar un capítulo.

Espero que os guste muchísimo y nos leemos en el siguiente!

Black.

El regreso de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora