El regreso de la Muerte.

8

Para cuando logré llegar a aquella tan nombrada universidad, mi vista se volvió loca intentando buscar una cicatriz pequeña entre las mejillas de la gente.

Era de lo más complicado, pues lo único que le diferenciaba era aquello, esa pequeña marca. Sin embargo la urgencia en mi interior me hacía imposible el rendirme

Debía encontrarle a cualquier costa.

Volé sobre todas aquellas personas, buscando el edificio de Artes, si él estudiaba aquello, entonces tendría que estar cerca de allí.

Los minutos pasaron, haciéndose eterno, pues temía ser llamada en cualquier momento y, por tanto, verme nuevamente alejada de aquella pequeña posibilidad de encontrarle. Fue así que una pregunta me atravesó, ¿cómo había logrado encontrarme siempre JeonGguk?

Mis músculos se paralizaron al sentir cómo lo que había frente a mí comenzaba a desaparecer, había llegado el momento de algún humano, me iban a alejar nuevamente de él. Quise resistirme a desaparecer de aquel lugar, ya casi había llegado, entonces, ¿porqué debía ser convocada justo ene se momento?

Realmente odiaba esa sensación, me sentía impotente por no ser capaz de hacer nada para evitar ser alejada.

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Al abrir los ojos, con la furia corriendo por mis venas, no quise ni si quiera mirar a mi alrededor, sólo quería recoger aquella alma y desaparecer de allí; volver a ponerme en busca de JeonGguk.

—¡Hyun!, ¡Hyun!— una voz extrañamente familiar calmó levemente mi rabia, busqué con mi mirada al humano que debía morir. Se encontraba frente a mí con los ojos cerrados y una terrible expresión de dolor en su rostro, seguramente se habría desmayado debido a una parada cardiaca.—¡Hyun despierta, por favor!— esa voz nuevamente llamó mi atención.

Sonaba desesperada, rota, seguramente aquel humano era su amigo, pero no había nada que pudiera hacer, incluso si mantenía el cuerpo entre sus brazos, eso no podría evitar que me llevara su alma.

Me acerqué con cansancio, y estiré mi brazo en dirección al cuerpo inerte, sabiendo que mis dedos atravesarían el brazo de aquel chico, mas no fue así, mis dedos chocaron contra su brazo, poniendo sus pelos de gallina.

—¿Qué demonios?— su voz se llenó de incomodidad, ¿a caso había sentido mi roce?

El chico levantó la cabeza y entonces pude ver su rostro, que me dejó sin aliento durante varios segundos. Era él.

Con sus ojos tan negros como la noche, el pelo del color del carbón y aquella pequeña cicatriz adornando su mejilla izquierda. Incluso si a penas había conseguido recuperar mis recuerdos junto a él, mis ojos se llenaron de lágrimas y tapé mis labios por miedo a que lograra escuchar mi gemido de dolor.

Era él, estaba tan segura que podría haber regalado mi alma a quien fuera. Pero la pequeña ilusión que a penas había comenzado a crecer en mi interior se desvaneció al ver cómo sus ojos se movían por la sala vacía, para después gritar por ayuda para su amigo.

Alargué nuevamente mis brazos, esta vez sujetando una de sus manos con la mía, quería darle cierto confort mientras me encargaba de sacar el alma de aquel cuerpo. 

Su cuerpo tembló ante mi toque y volvió a mirar hacia todas partes. Le miré con una pequeña y desganada sonrisa llena de tristeza, pues creía saber lo que JeonGguk estaba pensando.

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Hola mis personitas!

Estoy de vuelta después de más de un mes.

Los trabajos de la universidad me tienen hasta el cuello y, cuando llego a casa sólo quiero tirarme a dormir, por lo que escribir se me ha hecho imposible.

Sin embargo, aprovechando que tengo una semana de vacaciones, voy a ponerme a escribir tanto sobre esta novela, como en otras que tengo preparadas.

Así que nuevamente os pido que me tengáis un poco de paciencia y muchísimas gracias por todo vuestro apoyo y comentarios.

Nunca seré capaz de agradeceros lo suficiente.

Nos leemos!

Black.