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Tras aquella conversación las dudas no dejaron de salir, no sólo por mi parte, también de parte de JungKook y de los demás, fueron horas llenas de preguntas sin respuesta a las que intentábamos buscarle una solución.

Sin embargo permanecíamos tal y como habíamos empezado, sin absolutamente nada.

Y la pregunta que más rondaba en mi mente era la más compleja e imposible de responder. ¿Qué promesa habíamos hecho JungKook y yo con Lucifer en nuestra primera vida?, debió ser importante para haber seguido encontrándonos en nuestras reencarnaciones.

Pero la importancia primordial de aquello, era el porqué Lucifer podría haber aceptado la obligación de cumplir nuestras promesas, incluso con el pasar de los siglos y sabiendo a la perfección que nosotros no nos acordaríamos tras nuestras muertes. Era algo que me dejaba pensativa y que rondó mi mente durante días.

Días en los que no supe nada de JungKook, pues tras aquella tarde me pidió que dejara de visitarle hasta que él mismo me llamara, y aquella petición, para ser sincera, me procupaba, al fin y al cabo un humano nunca debería saber cuándo llegará su muerte ni nada por el estilo, sin embargo él ya lo sabía por petición de Lucifer y porque, al fin y al cabo, era necesario que lo supiera.

—Tae, — el nombrado estaba junto a mí, había decidido hacer caso a la petición de JungKook y darle su espacio hasta que decidiera llamarme, es por ello que los últimos días me había encontrado con frecuencia con Tae.— tengo un mal presentimiento.— admití tras mucho pensarlo.

Tanía un nudo en el pecho que me oprimía el corazón, eso si es que realmente tenía uno, tenía la sensación de que algo malo pasaría y me sentía de lo más incapaz de hacer algo por evitarlo.

—Yo también Mía.— al parecer TaeHyung se sentía de la misma manera que yo.— Pero no podemos hacer nada, ¿cierto?— su tono de voz era triste, supuse que compartíamos los mismos pensamientos, pero aún así eso sólo me hacía sentir peor.

—¿Qué crees que pueda ser? — la pregunta salió desde lo más profundo de mis pensamientos, sin embargo rezaba porque la respuesta que me diera a esa pregunta, no fuera la misma que me preocupaba de tal manera.

—No quiero ni pensarlo, la verdad. — su respuesta fue cuanto menos, desalentadora. — Pero espero que estemos equivocados con ese presentimiento.

Asentí dándole la razón, realmente esperaba estar pensando las cosas se más, pero ese sentimiento no desaparecía y con el pasar de las horas sólo me sentía peor.

Quería estar equivocada, que aquel presentimiento no fuera más que una preocupación sin sentido, pero algo dentro de mí me susurraba a voces que debía preocuparme y hacer algo cuanto antes.

<<Mía>> Su voz resonó en mis oídos como un susurro cálido y lleno de recuerdos. Cerré los ojos, apreté la mano de Tae con mi mano derecha y aguanté la respiración.

Iba  verle después de tantos días y sólo podía rezar con que se encontrará bien.

Abrí los ojos tras dejar de sentir la mano de Tae apretando la mía con cariño.

Me encontraba en la habitación de JungKook y, mientras mis ojos barrían el lugar en busca de algo que confirmase mis sospechas, él se encontraba de pie, mirando en dirección a un viejo espejo que cubría por completo la puerta de su armario.

—Mía, ¿estás aquí? — traté de regular mis sentimientos antes de responderle, no quería que el se enterara del miedo que me había ahogado durante tantos días.

—Sí, ¿cómo estás? — ni si quiera era capaz de encontrar una forma normal de llevar una conversación.

—Mía, — volvió a decir mi nombre. — ¿tú crees que el día en el que muera podré verte? — mis ojos se llenaron de lágrimas, aquella pregunta me aterrorizaba hasta puntos insospechados.

—Estoy segura de ello, Kook.— las ojeras bajo sus ojos azabache me entristecían más de lo que nunca podría explicar. — Pero tampoco hay que acelerarlo, ya sabes lo que dicen, a más se espera por algo, más se desea y más se disfruta cuando lo obtienes. — escuché su risa tras unos segundos, sólo estaba tratando de evitar que mi presentimiento se cumpliera, sin ser directa sobre ello.

—Supongo.— fue lo último que le escuché decir antes de desaparecer de aquella habitación.

Y tras aquella conversación, mi miedo y preocupación sólo aumentaron con los minutos.

El regreso de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora