A diferencia de nustra vida anterior, JungKook era tan fácil de leer.
Sus ojos brillaban por la furia y la incomprensión, por la impotencia de lo que había sucedido. Pero yo aún me preguntaba si él realmente recordaba algo, pues me parecía imposible que un humano se fiera al cien por ciento de las palabras de "algo" que ni si quiera podía ver.
No conseguía entender del todo lo que pasaba por su cabeza, pero me aliviaba que no dudara de mis palabras.
—Los creadores nos impusieron algunas normas, ni si quiera sé con qué finalidad, — admití al mismo tiempo que peinaba mi pelo azabache.— y eso que cuando nos crean lo sabemos todo, no hay pregunta a la que no tengamos respuesta. — bromée al mismo tiempo que soltaba una risa amarga. Si te parabas a pensarlo por un momento, no lo conocíamos todo.
Cuando JeonGguk era un Ángel de la Muerte no conocía el sabor de un chocolate caliente, no sabía lo que era sentir el frío helador de los inviernos en Corea, ni si quiera conocía su propia esencia o lo que le había hecho ser una opción para convertirse en un Ángel de la Muerte.
—Aún no termino de comprenderlo, ¿quiénes son los creadores?— recordé que unos segundos atrás me lo había preguntado y, sin embargo no le había respondido.—¿y qué normas os imponen?— decidí levantarme de la cama, quería verle cara a cara.
—Los creadores son Dios y Lucifer.— respondí lo más escuetamente posible.— Son algo así como hermanos, muy contrariamente a lo que la cristiandad se cree, de hecho están en igualdad de condiciones, tanto de poder como de inteligencia.— me arrodillé frente a él, sujetando mis rodillas, sus ojos no habían cambiado, seguían siendo igual de negros que antes.—Y las reglas... bueno, no son muchas a decir verdad, pero son restrictivas a más no poder.
—No creía que Dios o Lucifer existieran...— se me escapó una risita, pues tras lo que le había comentado ese fue el primer pensamiento que le pasó por la cabeza. Sin evitarlo mi mano se movió por sí sola hasta su mejilla, me alegré de sentir la calidez de su piel contra mi mano pálida.—¿Me estás acariciando la mejilla?— alejé la mano en seguida, se me había olvidado que podía sentir mi tacto en cierto grado.
—Perdón.— carraspeé y me levanté, alejándome de él, no creo que mi toque le fuera a hacer sentir más cómodo, de hecho seguramente le habría incomodado bastante.—Por donde iba, tenemos tres reglas principales. La primera se basa en no involucrarnos con los humanos, es decir, no podemos hablar, tocar o mantener cualquier tipo de relación con los humanos. Al principio esa regla no tenía demasiado sentido, puesto que ningún humano es capaz de vernos, oírnos o sentirnos.
—Eso es increíble, es decir, — se quedó en silencio unos segundos, no era difícil saber que estaba intentando ordenar sus pensamientos.— ¿entonces por qué puedo oírte, e incluso sentirte?, además, ¿eso no significaría que estás rompiendo la primera regla ahora mismo?— sonreí, seguía siendo de lo más inteligente y no se le escapaba una.
—Así es, de hecho, por lo que me comentaron tus antiguos hermanos, fui la primera persona que pudo veros, oíros y sentiros en más de tres mil años.— su cara de sorpresa me resultó adorable.— La segunda regla, es la que te llevó a la muerte en realidad, no debemos llevarnos las almas de aquellos humanos a los que aún no les ha llegado la hora. — vi cómo mientras hacía un pequeño gesto con sus finos labios movió su cabeza en signo de entendimiento y comprensión.—La última, bueno, la impusieron tras nuestras muertes. — sus ojos se abrieron y se pasearon por toda la habitación, supuse que intentando averiguar dónde me encontraba.— Debemos notificar a los creadores inmediatamente en caso de que encontremos a un humano que aún le quede mucho por vivir y sea capaz de vernos, oírnos o sentirnos.
Su expresión se deformó en una de pánico, era comprensible, al fin y al cabo él ya poseía dos de las cualidades que acababa de pronunciar y, nuevamente, ni si quiera yo sabía que harían con aquellas almas.
—¿Vas a avisar de mi existencia?— su voz tembló al mismo tiempo que su cuerpo se tensó. La verdad era sorprendente que ni una sola de las características que poseyó siendo un Ángel de la Muerte, hubiera cambiado en absoluto, incluso su cuerpo seguía siendo igual de vigoroso.
—Puedes estar tranquilo, — pasé mi mano por su pelo negro, sintiendo su suavidad.— estoy aquí para protegerte de todo aquello que pueda hacerte daño. Me costó mucho encontrarte Gguk.— mi voz salió temblorosa de entre mis labios, al mismo tiempo que una sensación de tristeza y pánico me invadió.
Un pequeño tirón en mi pecho y una leve sensación de mareo me invadieron, era momento de volver al trabajo.
—Debo irme, si quieres hablar conmigo, sólo susurra mi nombre donde nadie pueda verte u oírte.— una vez dicha esa frase desaparecí de aquella habitación, perdiendo la sensación de calidez que me había invadido.
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Al final en vez de publicarlo mañana o el domingo lo hago hoy xd.
A que esa no os la esperábais.
Este es el primer capítulo de los tres que van a formar el maratón.
Esta novela es difícil de escribir asique lamento que no sean más capítulos.
Os quiero mucho!
1/3
Black.
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El regreso de la Muerte.
Fiksi PenggemarSegunda parte del Ángel de la Muerte. Pero debía cumplir con mi trabajo, sólo que esa vez, no tardé tanto como lo hice con Hye, tenía tantas dudas en mi cabeza que necesitaba darme prisa para poder encontrarme de nuevo con Tae. Portada hecha por: @D...