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Habían pasado dos días desde que JungKook me habló sobre el sueño que solía tener y, desde que desaparecí, no volvió a llamarme tampoco.

Aún no sabía qué pensar sobre aquello, por una parte estaba de lo más feliz porque él recordaba nuestro primer y único beso, pero también me invadía la ansiedad porque no se suponía que él pudiera recordar nada.

Era incapaz de concentrarme como era debido a la hora de llevarme las almas de los humanos, mi mente siempre estaba dando vueltas a sus palabras, a las expresiones que cubrían su rostro mientras me contaba aquello.

Como su ceño se fruncía o sus párpados se cerraban con más fuerza, sus labios que se convertían en pequeñas líneas mientras se los mordía mientras hablaba, como si le costara no romper en llanto mientras lo contaba.

Cómo sus ojos estaban encharcados por las lágrimas cuando los abrió, provocando que sus ojos, tan oscuros como la noche, brillaran por dolor.

Era una imagen que no era capaz de quitarme de la cabeza, lo único que me rondaba era él, y con ello todos los recuerdos que teníamos juntos, tanto los nuevos que estábamos creando como los de nuestra vida anterior, me preguntaba si aquel sentimiento que me incendió el alma y el corazón en estas dos últimas vidas también me habría consumido en la primera. Deseaba poder recordar esa primera vida, incluso si fue difícil, sólo quería recordarlo todo.

Escuché como alguien pronunciaba mi nombre, pero estaba de lo más segura de que aquella voz no le pertenecía a JungKook, la voz era mucho más grave y parecía estar distorsionada.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando pude reconocer la voz; igual que la sensación de mareo que me golpeó en cuanto abrí los ojos en un despacho de tonos grises en las paredes, suelos y muebles, pero mi pánico a lo que pudiera suceder sólo aumentó al percatarme de las grandes alas de tonalidades granate que se extendían cerca de una mesa.

—Mía, hace un tiempo que no te veía, — la misma voz rasposa que me convocó habló, tragué saliva e intenté concienciarme, si Lucifer me había llamado se debía a algo importante, y por desgracia lo único que se me ocurría que pudiera crear una oportunidad para que me llamasen era el contacto que mantenía con JungKook.— no tengas miedo, ¿quieres una copa?— me ofreció al mismo tiempo que yo negaba con la cabeza.

Era difícil no tener miedo en un momento como aquel. Si me equivocaba en algo JungKook podría salir perjudicado, o los creadores incluso podrían hacer que su alma desapareciera.

—Una pena, — se encogió de hombros y le dio un trago a su bebida.— la verdad me recuerdas mucho a uno de mis antiguos hijos.— aparté la mirada, comenzaba a sentirme incómoda, ¿por qué demonios me decía algo como aquello?— Era un chico de lo más cínico y desinteresado, aunque muy diligente con su trabajo.

—Parece ser un buen Ángel de la Muerte.— ¿qué debía decir ante aquello?, Lucifer no traía temas como aquellos a coalición si no era por algo en específico.

—Lo era, hasta que conoció a una humana y dio su vida por ella.—volvió a encogerse de hombros tras decir aquello.

Tuve que esconder mis puños tras mi espalda para que no viera cómo los apretaba con fuerza, me pareció de lo más inhumano que hablara de JeonGguk de esa manera, aunque al final no dejada de ser un demonio y no un humano.

—Fue difícil convencer al vejestorio de que le diera otra oportunidad, ¿lo sabías?— la sonrisa burlona en su rostro se extendió hasta los dos agujeros negros que eran sus ojos.— Incluso si él nos odiaba se merecía algo bueno. Y, ya que él deseaba estar tanto con una humana, ¿porqué no convertirle en uno en su próxima vida?

Sin poder evitarlo mi mirada descendió hasta el suelo, me estaba costando retener las lágrimas por la tristeza, el dolor y la impotencia que sentía, por todo el odio acumulado que en ninguna de mis vidas pude soltar.

Escuché una última carcajada de su parte antes de oír cómo un vaso golpeaba la pared destrozándose en miles de pedazos. 



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Black.

El regreso de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora