Titulo III El Mecanismo Celestial
Capitulo 21 Cuando no veas el horizonte
-Siempre te hemos apoyado en todo, incluso cuando nos enteremos que poseías magia y quisiste ir a ese colegio tan lejos en Escocia- el Sr. Granger estaba sentado en el extremo de la mesa de la sala comedor de su casa, la cual era una mansión en un vecindario de clase alta en las afueras de Londres. Nadie lo creería jamás en Hogwarts, pero Hermione Granger, la sangre sucia sabelotodo que muchos despreciaron y bastantes envidiaron por su inteligencia, era una niña rica.
Aunque los Granger eran demasiado elegantes para mencionarlo siquiera, tenían bastante dinero, la mayoría de este heredado de sus antepasados. El señor Granger era el hijo menor de un par del reino, por lo cual en lugar de heredar un titulo, se tuvo que conformar con parte de la herencia y un puesto de decano de la facultad de Odontología en el Trinity College, la Sra. Granger era la hija única de un prominente cirujano de Belfast, irónicamente, Hermione Granger tenia sangre irlandesa en las venas, tal como Astoria Malfoy. También se dedicaban a la política, eran laboristas, lo que hacia que fuesen tolerantes con cualquiera que no fuese de su clase social, vivían en una estupenda casa, pero como eran amantes de su privacidad, los criados solo trabajaban de día. Esa noche en particular, la Sra. Granger daba gracias a Dios por ello, puesto que sabía que se avecinaba una discusión entre su marido y su hija.
Hermione no hacia grandes alardes de la posición económica de sus padres, de alguna forma se apenaba de ello, para Ron y Harry había sido una sorpresa la primera vez que visitaron su imponente casa, una mansión victoriana en Melbourgh Square. Sentada en la mesa, Hermione repiqueteaba sus tacones en el piso de mármol inquieta, luego de desaparecer algunos días, era comprensible que sus padres estuviesen preocupados y molestos, ella tenia toda la intención de disculparse, pero esta se evaporó cuando vio el gesto de reproche que le dirigía su padre, él jamás entendería su vida como bruja y eso era un hecho.
Lamentablemente para los Granger, su única hija no siguió sus pasos en el mundo de la medicina, aunque estaban orgullosos de Hermione, existían detalles de su existencia como bruja que no eran de su agrado, como el constante misterio sobre la "otra vida" de su hija. De hecho no les gustaba para nada que ella hubiese corrido peligro en la gran guerra mágica, y menos que los hubiese desmemoriado y enviado a Australia para protegerlos.
Hermione y sus padres intentaban llevarse como la familia disfuncional que eran, aunque se jalaran de los cabellos y discutieran, se querían, pero cuando al llegar a la casa, su madre le pidió amablemente que se cambiara la ropa para vestir algo mas apropiado para la ocasión, Hermione se dio cuenta, que esa noche sus padres no llevarían la fiesta en paz con ella. Con desgana, ella subió a su habitación y se colocó un vestido strapples negro de gran falda hecho de tela vaporosa, con un fajin de lentejuelas y tacones altos. Cuando llegó al comedor, sus padres estaban vestidos de rigurosa etiqueta. Ella rodó los ojos, era fastidioso, cuando ellos se vestían formales, la conversación se convertía en una tortura.
-Ya lo se papá- dijo Hermione mirando su copa de oporto, la bebida se pegaba a las paredes y la chica no pudo evitar compararse con el vino, agarrandose de lo que fuese para salir indemne de esa conversación- y lo aprecio, pero no pueden estar metiendo sus narices todo el tiempo en mi vida, no soy una niña.
-Prometiste aprobar tus exámenes de preparatoria e ir a Oxford cuando terminaras Hogwarts y tampoco lo has hecho-reclamó de nuevo su padre- el rector siempre habla conmigo, tiene una plaza en la escuela de medicina para ti.
-Tengo un buen trabajo en el ministerio de magia-dijo Hermione con impaciencia- y además, que sentido tiene estar siete años en Hogwarts para luego hacer una carrera universitaria muggle, que por descontado, no voy a ejercer, puesto que me interesan mas las leyes mágicas.