Una bienvenida infernal

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Titulo II El Mecanismo Terrenal

Capitulo 14 Una bienvenida infernal.

La estancia era imponente, revestida de mármol negro en su totalidad, una habitación en donde sin duda cabrían cómodamente mas de cien personas, sin embargo, a pesar de estar ricamente decorada, el ambiente era opresivo, asfixiante, pero no succionaba el aire, mas bien era como si todo el lugar o alguna presencia en este quisiese apoderarse de sus almas. El ambiente era frío y húmedo, Hermione esta vez no había tenido que devanarse los sesos para confirmar que seguían aún bajo tierra y por lo tanto, no podía activar los giratiempos para salir de allí, so pena de regresar y quedar atrapados en las profundidades de la tierra.

Estaba sentada en una pequeña mesa dispuesta en el medio de ese gran salón, ella estaba al lado de Draco Malfoy, se acomodó recta en su silla, con la mente confusa todavía por todo el tropel de recuerdos que se agolpaban de manera súbita en su cerebro. Dos días…dos días …con los sentidos adormecidos, enajenada, teniendo sexo como una desesperada con Draco Malfoy, bebiendo de sus labios como si estos fuesen el Elixir de la Vida, uniéndose carnalmente a él en cualquier posición, en todo momento, a toda hora. No recordaba haber ingerido algún alimento, apenas bebieron de cuencos de plata que tenían a los lados de la cama, un liquido parecido a agua, no estaba segura. Recordaba haberse bañado, ambos, juntos, reposar desnudos en una tina, uno encima del otro, refrescando sus cuerpos, relajando sus agarrotados músculos después de tanta actividad física, para de nuevo reanudar la faena totalmente revitalizados. Solo existía él, su cuerpo, su voz, sus caricias y sus besos, jamás en la vida había experimentando tal plenitud, tal explosión sensual de sus sentidos. Tratando de exiliar de su cabeza, esos turbadores recuerdos, ella no pudo resistir observarlo por el rabillo del ojo, al igual que ella esta con la espalda pegada en la silla, alto, viril, con su cara de piedra en apariencia imperturbable, cuando su mirada conectó la suya, la desvío más por orgullo que por vergüenza. Era inaudito, desde su punto de vista, casi imperdonable después de haber dicho no en todos los idiomas conocidos, resultaba que su cuerpo había dicho que si de todas las maneras posibles.

Nicolás Tesla estaba sentado frente a ellos, en esa mesita cuadrada que estaba dispuesta con una cena bien surtida, regada con vino tinto. Hermione no dejaba de asombrarse ante el festín ante sus ojos, frutas de todos los colores, faisán, carnes rojas, suculentas salsas sazonadas con especias exóticas, cuyo aroma hacia que le picase la nariz. Al parecer Tesla era hombre entregado a todos los placeres que pudiese ofrecerle su corta estadía terrenal y al parecer quería contagiarlos de su hedonismo, primero sexo sin cuartel y luego un banquete. Draco, quien se había mantenido en silencio desde que habían llegado, tomó una copa y la llevó directo a sus labios con la intensión de calmar su sed. Hermione con rapidez le agarró el brazo con fuerza, y no sin dificultad, lo obligó a dejar la copa sobre la mesa. Draco la miró fastidiado.

-¿A que viene tanta posesividad?-le dijo Draco en tono de reproche fingido- te estas acostumbrando demasiado rápido. Me acuesto contigo y ya te crees mi dueña.,

-No seas estúpido- dijo ella en voz baja, acercándose a su oído, Draco sintió su aliento en el cuello y de nuevo sintió el calor inundando su cuerpo, ella se acercó mas a él sin apartar la mirada de Tesla quien le ofrecía una mirada burlona- no comas ni bebas nada. Esto parece ser lo que siempre fue, una maldita trampa.

-Tienes razón- dijo él girando su rostro para quedar a centímetros de la cara de Hermione, ella se apartó enseguida, casi se besaban por accidente- como siempre.

Hermione siguió con la mano sujetando el brazo de Draco, lo hacia con bastante fuerza, él con su mano libre, capturó la de ella y la obligó a soltarlo, no sin antes enredar momentáneamente sus dedos con los de ellas y acariciarlos levemente. Hermione retiró la mano inmediatamente y la colocó en su regazo, la abrió y cerró un par de veces, intentando aliviar el entumecimiento que le había provocado, como siempre, el contacto con la piel del hombre era electricidad pura.

LOS ARTEFACTOS INFERNALES (por Jos Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora