Titulo III El Mecanismo Celestial
Capitulo 30 Armagedón
Londres 2010, antes del final…..
El Mensajero señaló al horizonte, ciertamente, había un desorden de dimensiones cósmicas en el cielo encima de Londres. El sol y la Luna se mantenían en lo alto y más allá, se vislumbraba el gran hoyo negro que amenazaba tragárselo todo.
-No puede ser- se decía una y otra vez Theo intentando asimilar todo y preguntándose de nuevo si lo que sus ojos veían era la verdad.
-El Big Ben- señaló el Mensajero con la mano. Theo dirigió su mirada hasta el sitio donde le estaba indicando el Mensajero, observó con detenimiento el famoso reloj, sus manecillas corrían a ritmo demencial, retrocediendo, era una imagen inquietante, ese reloj andaba al revés, como el del hotel.
-El desajuste del tiempo y otros parafenómenos, en apariencia inexplicables, empezaron cuando activaste el primer artefacto en el año 2007, pocos se dieron cuenta- explicó el Mensajero- Te tardaste lo tuyo, pero el último artefacto lo activaste hace unos días atrás.
-¿Funcionó?- esta quizás era la principal pregunta que daba vueltas en la cabeza de Theo. Los engranajes de sus procesos mentales lentamente asimilaban lo que veía alrededor, pero la interrogante principal a la duda que siempre había tenido era la prioridad. ¿Funcionaron?
-Los muertos volvieron, claro que lo hicieron- explicó el Mensajero- pero no de la manera en que suponías, lo muerto, muerto está. Con los artefactos les diste una ilusión de vida, un espejismo, pero la maldad intrínseca de esos aparatos ha corrompido todo lo que pudo haber bueno en esos seres, ahora solo son unos entes, dispuestos a masacrar a todo lo verdaderamente vivo. Son los soldados del Ejercito Negro, sus espectros. Su existencia en este mundo es una aberración y esa paradoja del ser y no ser, de estar y no estar es lo que ha llevado al desastre.
-No era así como yo había previsto todo- dijo Theo- tiene que existir un error.
-No lo hay- afirmó el Mensajero
-Yo tengo un horrocrux- dijo Theo- no me debe afectar igual que a los demás ¿Dónde estoy?
-El hecho de que tengas un horrocrux- le dijo el Mensajero pausadamente- hace que tu caso sea especial….único. Bueno en el caso de que efectivamente no existan mas horrocruxes en este planeta. Pero aquí…ahora….no existes. Moriste…..no regresaste porque alguien destruyó tu Horrocrux, pero no debo revelar quien fue y como lo hizo.
-¿Quién?- preguntó Theo curioso y a la vez alerta. Destruido, tal cosa era imposible, nadie sabia de la existencia de su Horrocrux, solo Voldemort, quien en su época, tenia los días contados, además el Señor Tenebroso jamás podría revelar ese secreto sin traicionarse a si mismo, entonces ¿Quién lo sabia? ¿Quien lo había averiguado? ¿Cómo lo supo?
-No debo decirlo- dijo el Mensajero- tuviste tu resistencia, gente que se opuso, quienes descubrieron tu secreto e intentaron detenerte destruyendo tu horrocrux y matándote pero lo cierto es que eso tampoco evitó el desastre, fue demasiado tarde. Tú, sin horrocrux, ahora solo eres otro espectro más.
Theo de nuevo empezó a poner en tela de juicio todo lo que había creído hasta los momentos, porque no podía ser un sueño ni una pesadilla, menos una alucinación, porque sentía el suelo inerte debajo de sus pies, el aire infecto golpeándole las narices, el frío polar calándole los huesos, porque su proverbial sentido común le indicaba a cada segundo, que era cierto, que cada palabra dicha por el Mensajero encerraba la mas absoluta verdad. El mundo, tal cual como lo conocía, estaba agonizando….llegando a su final. Londres era una ciudad en ruinas, los nubarrones grises solo eran el humo saliendo de los edificios ardiendo hasta sus cimientos, un infierno apocalíptico, eso era lo que veía a su alrededor y dentro de si sabia que más allá de la ciudad, la situación no era mejor. Destrucción….el Armagedón había llegado.