Titulo II El mecanismo terrenal
Capitulo 13 La Epifania de Pansy Parkinson.
"Se que hay unos días
en los que la soledad te come viva
recuerdos de un ayer que solo dejarán más
cicatrices
de ahora en adelante el futuro que tendrás
dependerá de lo que quieras
y como lo piensas "
Mejores Días, Kingpin
A veces de verdad no sabes el rumbo que va a tomar tu vida, tienes todo planeado, la manera de escapar a un destino impuesto uno que no quieres, que detestas. Maldito el día en que nací, maldito el sexo que tengo, mujer, ¡Bah! Quizás si hubiese sido hombre, todo, absolutamente todo hubiese sido diferente.
"No puedes hacerme esto…"
"Claro que puedo, necesito que te cases y nos des muchos herederos…."
"Escaparé, lo prometo….."
"Y a donde irías, tú, la niña rica consentida acostumbrada a los lujos, ¿A el mundo muggle? desvarías….."
"Lo haré…."-en ese entonces yo era una niña estúpida de veintidós años, lancé mi amenaza sin molestarme a pensar en las consecuencias, sin estar consciente de que yo, no tenía ninguna salida.
"Eso lo veremos"
"Escaparé"
"Inténtalo"- ¡Por Dios¡, quien puede resistirse a esas palabras, nadie. Y menos una chica rebelde convencida en sacarse de encima el yugo paterno. Lo hice, lo intenté, pero…quedó en intento.
Mientras de nuevo examino mi cama en la oscuridad de la noche, el calor de un pequeño cuerpo apretujado al mió me saca una sonrisa. A él siempre le da miedo dormir solo en su habitación las noches de tormenta, en eso se parece a su padre cuando tenia su edad ( ¡Oops¡ , me acabo de olvidar, ese nombre no se menciona ni se piensa cerca del niño, "erradícalo de tu cabeza" fue la frase que uso su abuelo y ahora menos, que formamos parte del grupo de arrepentidos). Acaricio sus cabellos que son negros como los míos, parecidos a un ala de cuervo, también heredó mis ojos azules y mis facciones, excepto los labios, que son los de él, delineados, gruesos. Es alto para su edad, inquieto y travieso, tiene una energía desbordante pero a veces da la impresión que esconde algún secreto, eso sin duda lo sacó de su temible padre, el misterio personificado. Su carita esta escondida en mi pecho y siento una humedad en mi ropa que me revela que está con la boca abierta y babeando sobre mi mientras duerme. Asco, pienso por un momento, luego sonrió, de alguna manera, eso es lo que significa ser mamá, manos pegajosas de dulce manchando tu ropa, besos húmedos por tu cara, olores nada aristocráticos ofendiendo tus fosas nasales, pañales sucios y muchos pero muchos abrazos calidos. Y me gusta, demonios, como me gusta. No puedo dejar de sonreír, este niño, cambio mi vida, eso es seguro.
El destino y mi empeño por escapar de él, me trajo a Max, mejor dicho a Maximilian Parkinson, nombre impuesto por su abuelo, criado desde su mas tierna infancia a imagen y semejanza de ese hombre tan dominante en mi vida, mi propio padre, que puedo decir al respecto, nada, tampoco tuve fuerzas para oponerme, al final, también tengo cosas que agradecerle. Mi padre, Robert, digamos que es un poco complicado, no es un secreto para nadie que siempre deseo un hijo varón, uno que heredase toda su fortuna (o lo que quedaba de esta), que continuase con su nombre, una prolongación de si mismo, y que le dio la vida, una niña. No es que mi padre estuviese decepcionado, al contrario, yo fui un bebe hermoso, una niña bella y después una mujer espectacular (ojo, nunca he sido modesta, no estaré de concurso de belleza, pero soy una mujer atractiva, sobre todo después que este niño me dejó las caderas mas pronunciadas y los senos mucho mas grandes, bendita sea la lactancia materna), el problema es que después de mi, no llegó mas nada, mi madre quedó seca como la paja . Entonces me tocó asumir las funciones del inexistente hijo varón, me convertí en mortifaga (pero eso es otra historia).