Titulo III El mecanismo celestial
Capitulo 22 Savior
La noche invernal cubría la humilde morada, las ráfagas de viento golpeaban la gran estructura que se sostenía precariamente desafiando las leyes de la gravedad y es que si no fuese morada de magos, hace tiempo que la casa se hubiese derrumbado hasta los cimientos, estaba sostenida magia y por pura fuerza de voluntad, pero eso en realidad no era lo mas importante, mas bien, si no fuese la morada de esos especiales hechiceros llamados Weasley´s, jamás tan disparatada casa pudiese considerarse como el mas calido de los hogares, ese que resistía a pesar del invierno, a pesar de una guerra, a pesar de todo.
El blanco de la nieve deslumbraba a la luz de la luna llena, el ambiente estaba iluminado casi espectralmente, algunos dirían que era lo apropiado ante las turbias circunstancias que se avecinaban. El campo alrededor de La Madriguera lucia como una imagen paradisíaca invernal, el mejor sitio para vivir, que ahora se veía enfrentado a una oscura amenaza.
Harry se apareció en conjunto con Snape y Ron en la cochera. La súbita llegada de su viejo maestro de pociones a su casa había sido una sorpresa desagradable, sobretodo porque jamás se habían llevado bien, aunque Harry tuviese que agradecerle la vida y Snape hubiese hecho una promesa en torno a él, su antipatía mutua se fundamentaba en antiguos rencores de parte y parte. Al llegar Snape a Grindmauld Place, en donde a pesar de las reticencias del dueño, sorprendentemente siempre tenia las puestas abiertas, gracias a la dueña, lo primero que hizo sin ninguna antesala fue contarle a Harry Potter parte de la situación, omitiendo su participación y la de Draco Malfoy .
-Todavía no puedo creer lo que me dices- exclamó Harry mientras caminaba a la salida de la cochera e iba directo a la entrada de La Madriguera , unas risas infantiles se escuchaban desde el exterior, las risas de sus pequeños hijos. Harry sintió la ansiedad carcomiéndolo, ya fuera verdad o fuese un invento, si algo tenía por seguro, era que su familia se iría de La Madriguera inmediatamente. Le costaba confiar en Snape, pero por otro lado, él jamás lo había traicionado, nunca.
-Créeme Potter, hazme caso por primera vez en tu vida- dijo Snape con voz cansina, su alta figura contrastaba con la de Harry, si bien Snape era mucho mas viejo y eso se notaba en algunas hebras grises que adornaban sus sienes, conservaba un aire de distinción y arrogancia Slytherin, que Harry jamás poseería. Su larga tunica negra ondeaba al viento, Snape jamás renunciaría a vestirse como un mago, a pesar de la onda estilo muggle que azotaba al mundo mágico
-Debes sacarlos a todos de inmediato de aquí, deben estar por llegar- continuó Snape.
Quizás Harry no tuviese ni la distinción, ni la arrogancia de los slytherin pero su mala leche era equiparable a la de las serpientes. Caminaba a paso resuelto junto a Snape, estaba vestido de marrón oscuro, con bufanda y gorro, en su mano tenia bien apretada su varita mágica, y sus sentidos permanecían alertas ante cualquier posible amenaza, viniese de donde viniese.
-Maldita sea- dijo Harry- creo que después de esto , lo mejor seria que renuncie a mi cargo de jefe de aurores, Bellatrix Lestrange engañó a todo el mundo, escapando de Azkaban y fingiendo su muerte, liberó a sus amiguitos mortifagos y nadie fue capaz de detenerlos para evitar su huida de la cárcel. El cuerpo de aurores ha quedado como un montón de necios.
-Eso no es ninguna novedad Potter- dijo Snape con sorna- el cuerpo de aurores son una partida de imbéciles, el único que sirve eres tú. Lastima que Weasley y Granger nunca se dignaron a ayudarte.
-No se si tomármelo como un halago o un insulto- comentó Harry amargamente y entonces, antes de entrar a su casa se giró bruscamente y tomó a Snape por las solapas de su tunica apuntándole la cara con la varita- Bien, dejémonos de juegos Snape, ahora mismo vas a decirme, como es que demonios sabes que esa perra va a atacar la Madriguera.