♯ 𝚝𝚛𝚎𝚍𝚎𝚌𝚒𝚖

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Al día siguiente el día se encontraba soleado, así que Leah aprovecho para pasar la tarde fuera

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Al día siguiente el día se encontraba soleado, así que Leah aprovecho para pasar la tarde fuera. El día anterior Fred se había ido y hasta el momento no había vuelto, Leah tampoco esperaba que él volviera.
Aunque si extraño su presencia, no había estado sola en tanto tiempo y al pasar tantos días junto al pelirrojo ya se le había hecho costumbre.

Se tiró sobre la arena y miró al cielo. ─ ¿Allá arriba estarán todos? ─ se preguntó en un murmullo.
Había estado pensando tanto en su situación actual, ella debía morir, eso lo tenía claro.

Pero había algo que la detenía.

Ella sabía que si ella realmente quisiera morir ya lo hubiese hecho desde el primer día, pero no podía hacerlo.

Nunca se había sentido tan viva como en esos días junto a Fred.

Su pasado era tan monótona y normal, nunca había robado algo, nunca tuvo que correr para que no la vieran, nunca sintió esa adrenalina que sentía ahora.

Su cabeza estaba hecha una ensalada de ideas, en contra y a favor. Si ella decidía vivir y esperar su muerte, ¿Cómo haría para ocultarse de todos? No es muy lindo que un familiar fallecido de un día para el otro aparezca en la puerta de tu hogar.

Cerró los ojos con la intención de relajarse y poder pensar en que hacer en su futuro, jugó un poco con la arena en sus manos y suspiró.

Ya había tomado una decisión.

Se levantó de la arena y se sacó sus zapatos viejos, se desató el pelo y se deshizo de su pantalón y camiseta. El leve viento golpeaba su cuerpo causándole un poco de escalofríos.

¿Que tan doloroso puede ser ahogarse en el mar?

Miró por última vez la cabaña a lo lejos y sonrió, no estaba feliz pero sabía que estaba bien aquello, ella volvería con su abuela y Fred con su familia, como tanto lo quiso.

Pensó que en lo primero que haría cuando llegase a la estación de tren, sería hablar con Dumbledore, si es que él la recibiría.

O tal vez Cedric, si él la iría a recibir, definitivamente le daría un golpe por ser tan despistado y perderse, aunque él no sintiera el dolor.

A pasos lentos fue adentrándose al mar, largaba chillidos agudos cuando la fría agua de las olas la golpeaba cada vez más. Cerró los ojos y se sumergió en lo hondo, nadando hacia lo más profundo aún y tratando de sacar todo el aire de sus pulmones así no podría flotar luego.

Pero cuando estuvo a punto de quedarse sin aire, salió a la superficie y respiró profundamente. No podía hacerlo, no podía.

⩩ 𝐓𝐖𝐎 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓𝐒, fred weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora