⌗ 𝚚𝚞𝚒𝚗𝚍𝚎𝚌𝚒𝚖

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Leah largo una risa alta cuando Fred se resbaló de la pequeña montaña de arena cayendo rodando hasta el piso

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Leah largo una risa alta cuando Fred se resbaló de la pequeña montaña de arena cayendo rodando hasta el piso.

Habían acordado de pasar su último día en la playa, al menos un par de horas antes de irse a la boca del lobo.

─ ¿Estás bien, amigo? ─ preguntó Leah mientras bajaba despacio la montaña y se dirigía hacia Fred, quien aún estaba tirado en el suelo cubierto de arena y tosiendo. ─ No respondas.

Le tendió una mano para ayudarlo a pararse y a sacudirse la arena del cuerpo, pero Fred sonrió divertido y levantó solamente su torso hacia arriba y miró a Leah. ─ Vamos. ─ insistió la pelinegra para que el chico se levantarse.

Fred cambio su semblante divertido a uno arrogante y en menos de dos segundos había tacleado por las piernas a Leah, tirándola de lleno en el piso. ─ ¡Fred! ─ gritó la chica por la impresión.

El pelirrojo solo reía mientras se abrazaba a las piernas de la chica, Leah trataba de liberarse mientras reía fuertemente.

Fred la miró y en un estirón se aproximó más cerca de la chica, subiéndose encima y pasando sus rodillas a cada lado de la cadera de Leah.
La pelinegra dejo de reír para mirarlo con una sonrisa nerviosa. ─ ¿Que haces, Weasley?

Fred no respondió solamente se rió y comenzó a hacerle cosquillas en el estómago, Leah comenzó a reír nuevamente mientras trataba de empujarlo. ─ ¡No, no! ─ gritaba entre risas. ─ ¡Duele, duele!

El mayor dejó de hacerle cosquillas para mirarla algo preocupado. ─ ¿Estás bien? ¿Donde te hice doler?

Leah lo miró fijamente a los ojos antes de tomarlo desprevenido y darlo vuelta para ella subirse encima de él y comenzar con las cosquillas en forma de venganza. ─ Eres una mentirosa. ─ dijo Fred.

Mientras luchaban los dos a ver quién hacía más cosquillas a quien y a cual de los dos le afectaban más al otro lado del pueblo se encontraba Louis y George discutiendo hacia que lado tenían que ir.

─ No, Weasley. ─ negó el castaño. ─ No es por ahí, lo vi en el mapa.

─ No seas terco, hombre. ─ habló George apuntando hacia el otro camino. ─ Estuvimos mirando el mapa por días, recuerdo exactamente que el camino era por acá.

Louis rodo los ojos y bufó. ─ Bien, pero si tu estás equivocado, te voy a patear en el trasero y a decirte que yo estaba en lo cierto.

─ Si, como quieras. ─ suspiró George. ─ Ahora, vamos. No tenemos toda la vida para buscar a mí hermano y a tu hermana.

Louis no acotó nada solamente se ató el bolso a su hombro y comenzó a caminar junto al pelirrojo. ─ ¿Hace cuántas horas estamos aquí?

─ Unas diez horas mínimo.

Uf.

No te quejes y camina, no quiero cargarte hasta el próximo lugar de alquiler. ─ contestó George mientras se secaba el sudor de su cuello con un trapo.

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─ ¿Estamos realmente seguros que queremos esto?

Preguntó Leah mientras se acomodaba en la arena y miraba el cielo lleno de nubes con extrañas formas. Fred la miró de reojo mientras colocaba su antebrazo bajo su cabeza, utilizándolo como una especie de almohada.

─ Yo lo estoy, ¿Tu lo estás?

Leah se quedó pensando unos segundos mientras jugaba con la arena en sus manos y escuchaba la tranquila respiración de Fred que se mezclaba con el ruido de las olas rompiendo contra la orilla.

─ Si, si voy contigo si. ─ contestó sincera para luego mirarlo.

Los dos se miraron fijamente mientras pensaban en toda la situación, en la confianza que habían ganado y en ellos, en su extraña relación de amistad.

El primero en acercarse inconscientemente fue Fred, casi cómo si de un imán se tratara. Se acercó un poco más a medida que veía como Leah repetía sus acciones.

No estaban seguros de lo que estaban haciendo, posiblemente habían perdido los pocos tornillos que le quedaban, pero no pensaron en absolutamente nada cuando sus labios se unieron formando un beso algo extraño mezclado con una muy poca capa de arena.

Leah se sintió bien, también Fred. Se sintieron acompañados por el otro, reconfortados, queridos y suficientes.
El pelirrojo agradeció a todos los dioses y magos por haberlo vuelto a la vida y poder tener la oportunidad de estar con una persona como Leah.

No pudo aguantar las ganas de más, siendo sinceros Leah tampoco se negaba a poder besarlo nuevamente.
Fred la tomó de la cintura y en un movimiento rápido la chica se encontraba encima suyo mientras sonreía nerviosa.

─ ¿Te gustó? ¿El beso? ─ preguntó Fred pegando su frente contra la de ella.

Leah se río mientras cerraba sus ojos. ─ ¿Que clase de pregunta idiota es esa?

Los dos se rieron y Fred opinó lo mismo, no debió haber hecho una pregunta tan obvia como esa.

─ Puedes hacerlo de nuevo. ─ comentó Leah en un murmuró que si Fred no hubiese estado tan cerca de ella, no había podido oírla.

El pelirrojo asintió levemente besándola de nuevo.
Los dos no tenían idea de lo que pasaría después, de lo tanto que iba a cambiar esa amistad tan extraña, pero estaban muy seguros que mientras los dos estén juntos, como amigos o lo que sea, iban a estar bien.

Cuando se separaron, Leah se levantó de encima de él y sacudió su vestido. ─ Tenemos que volver. ─ habló mientras tragaba saliva nerviosa, nunca había besado de esa manera a un chico.

Fred suspiró y de igual forma se paró mientras retiraba la arena de él. ─ Claro.

Los dos comenzaron a caminar sin decirse nada y sin mirarse, no hacía falta hacerlo.
Leah pensó que tal vez Fred se había arrepentido de besarla y que tal vez solo estaba buscando la forma de deshacerse de ella, pero todos esos pensamientos negativos de esfumaron cuando siento la enorme mano de Fred atrapar la suya y entrelazar sus dedos.

Leah sonrió mientras miraba el suelo, como sus pies dejaban marca en la arena que luego de unas horas serían borradas por el agua.

Fred acarició el dorso de la mano de Leah con su pulgar y le sonrió. Le gustaba la sensación que le provocaba estar en contacto con ella.






⩩ 𝐓𝐖𝐎 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓𝐒, fred weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora