CAPÍTULO 25.
Desperté con un horrible dolor de cabeza y el cuerpo me dolía, abrí los ojos y no tenía ni la menor idea de donde estaba, pero aún traía puesto mi vestido.
Eso es bueno.
Las paredes de la habitación eran de un color gris y había algunas pinturas colgadas. Todo era muy moderno y elegante.
Me giré y al momento de reconocer a la persona que estaba a mi lado mis ojos se abrieron como plato y mi boca también.
¿Qué hago en la cama de Christian?
¡Es prácticamente mi jefe!
Él se encontraba profundamente dormido y estaba sin camiseta.
Repito, SIN CAMISETA.
¿Cómo se respira?
Intenté salir de la cama en silencio para no despertarlo, pero no funcionó.
-Amanda, estás bien -dijo en una leve sonrisa mientras se restregaba los ojos.
-Sí, ¿Qué sucedió? -aún estaba confundida-
-Te desmayaste, no sabía que hacer y no sé donde vives, así que te traje aquí -dijo con preocupación-
-Gracias -le di una leve sonrisa- Y qué vergüenza -admití mientras me cubría el rostro con mis manos-
Ríe -No te preocupes, no tengo problema -me mira atentamente y luego observa mis labios-
No puede ser.
-Debo irme -me levanto rápidamente de la cama-
Intento buscar mi bolso o mi móvil, pero no hay caso.
-Tus cosas están en la mesita del piso de abajo -dice al darse cuenta-
-Gracias nuevamente, y adiós -le doy una sonrisa nerviosa y salgo de su habitación-
¿Vive solo en esta enorme casa?
Es impresionante, nunca había visto un lugar tan hermoso y lujoso.
Tomo mis pertenencias cuando llego al piso de abajo y salgo corriendo de ahí.
EVAN.
Habían sido unos días increíbles junto a Sam, recorrimos y conocimos muchos lugares nuevos, también probamos toda la comida posible y a veces salíamos a trotar juntos. Se podría decir que en muy poco tiempo nos habíamos acercado mucho y convertido en buenos amigos.
Es una chica muy divertida y muy extrovertida, sin ella este viaje sin duda no hubiera sido lo mismo, incluso me ayudo a sacarme por un momento a Amanda de la cabeza.
-Te he extrañado... espero que lo estés pasando bien. Cuando vuelvas me gustaría poder hablar contigo.
El mensaje que me mando no quise responderlo, a pesar de que yo también la extrañaba aún seguía molesto por sus actitudes. Aunque tenia curiosidad sobre lo que necesita hablar conmigo.
¿Qué será?
(...)
Después de almorzar algo rápido, el timbre del departamento que había arrendado mi madre mientras estábamos aquí, sonó.
Abrí la puerta y al otro lado estaba Sam con una bolsa de Doritos y unos batidos.
-Tarde de películas -dijo entrando-
Reí ante su acto -Perfecto.
Estuvimos una media hora intentando elegir algo que ver, pero nunca coincidíamos.
ESTÁS LEYENDO
Aprendiendo a amar
RomanceAmanda Ricci a sus cortos 19 años ya había vivido más que sus propios padres, sus fines de semana se basan en salir de fiesta, emborracharse a más no poder y divertirse con cualquier chico que se le cruce en su camino. ¿Compromiso? ¿Qué es eso? Ama...