38. Despedida

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CAPÍTULO 38.

Habían pasado dos largas semanas en las que no me detuve en ningún momento, tuve que encargarme de todo el papeleo para el departamento y de comprar algunos muebles esenciales que necesitaba. Evan estuvo durante todo el proceso conmigo, ayudándome y también Celeste que me ayudó con la decoración de mi nuevo hogar. 

Me sentía muy emocionada por todas las cosas que me estaban ocurriendo ahora mismo, hace un año atrás no me imaginaba teniendo mi propio lugar, ni mucho menos a punto de entrar a la universidad, lo cual estaba por ocurrir dentro de una semana.

El fin de semana ya por fin me iría a New York para estrenar el departamento y poder definitivamente vivir ahí, así que estos días había tratado de estar el máximo tiempo posible con mis padres.  Los echaría mucho de menos, sobre todo la comida de mi madre. 

¿Cómo iba a sobrevivir si apenas sé cocinar?

Agradezco la existencia de los deliverys. A partir de hoy serán mis mejores amigos.

-Estoy agotada -me lancé sobre mi cómoda cama-

-Eh... sí, también yo -Evan miro hacia un lado-

-¿Sucede algo? -fruncí el ceño ante tu respuesta-

-No no, nada -se levantó rápidamente- Iré al baño -y desapareció por la puerta-

Okey... ¿Y a este qué le pasa?

Evan había estado todo el día con una actitud sospechosa, hablaba por celular a escondidas y cada vez que me acercaba comenzaba a tartamudear. 

Un pensamiento de desconfianza me invadió, ¿Y si estaba hablando con Valeria y no quería decirme?

Me levanté molesta de mi cama y fui hasta el baño, iba a golpear la puerta antes de entrar, pero decidí no hacerlo y simplemente entré. Evan estaba con el móvil en la oreja mientras estaba apoyado en el lavabo y cuando me vio se sobresaltó.

-Luego te llamo -colgó de inmediato y guardó su celular en los bolsillos-

Me crucé de brazos -Me dirás ahora mismo que está ocurriendo y porque actúas como si hubieras cometido un delito.

-No puedo hacerlo.

¿Qué?

-¿Por qué no? 

-Porque es una sorpresa -sonrió de lado-

Ahora si me encontraba confundida.

-¿Una sorpresa? -fruncí el ceño-

-Sí, prepara un bolso con algo de ropa.

-¿Para qué?

 -No diré nada más -sonrió de lado y salió del baño pasando por mi lado- 

¿Qué estás tramando Evan?

(...)

A las cinco de la tarde Evan llegó con un bolso y una gran sonrisa de oreja a oreja.

-¿Lista?

-Supongo -me levanté de la cama- No tengo ni la menor idea de lo que estás tramando.

-No seas impaciente -tomó mi rostro con una mano y se acercó para darme un beso en los labios- Vamos.

Lo seguí aún algo confundida y subimos a su auto luego de guardar los bolsos. Evan encendió la radio y cada vez que me giraba a verlo se ponía a cantar para que no le preguntara nada acerca de donde nos dirigíamos.

Después de más de media hora de viaje llegamos a un lugar bastante aislado, solo habían árboles y más árboles.

-¿Qué es esto? -observé el lugar con duda- ¿Ahora es cuando me entero que eres un asesino en serie y que me trajiste hasta aquí para poder matarme? 

Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora