CAPÍTULO 26.
EVAN.
-¿Quién era ella? -me preguntó Sam cuando Amanda se fue-
-Solo una amiga -dije mirando en la dirección por la que se había ido-
-¿Seguro? No lo parecía -me observó curiosa-
-Si, no te preocupes – le doy una sonrisa falsa-
¿Por qué estoy mintiendo?
Es claro que no somos amigos. Bueno, es complicado.
Amanda no se me acercó durante toda la noche, lo cual me estaba desesperando. La vi bailar con algunos chicos y no podía soportar ver como alguien más la tocaba o podía disfrutar de esos momentos con ella.
¿Por qué no podía ser yo?
-¿Quieres beber algo? -pregunto Sam-
Normalmente diría que no, pero lo necesito.
No soy muy fan del alcohol.
-Sí, por favor -sonreí-
Me tomo de la mano y fuimos hasta el bar, como no sabia de tragos Sam escogió por mí y así fue durante el resto de las horas.
¿Cuánto había bebido?
No tenia ni la menor idea. Pero desde que mi cuerpo se sentía más liviano todo lo que Sam me decía me resultaba gracioso.
No había visto a Amanda desde que habíamos venido al bar, ¿Qué estará haciendo?
Quizás ya se fue.
-Creo que ya es hora de irnos -Sam me abrazó por los hombros para ayudarme a caminar-
-Tranquila, estoy bien -reí-
-Si tú lo dices -me soltó-
Comenzamos a caminar y la acompañé hasta el lugar donde se estaba alojando, quería quedarse unos días en el pueblo para conocer un poco antes de volver a sus clases.
En el camino íbamos tomados del brazo mientras cantábamos canciones sin sentido y reíamos.
-Hogar dulce hogar -le dije cuando estábamos frente al edificio-
-Solo temporal -corrigió-
-Lo sé.
Sam se quedó observándome y se acercó lentamente a mí.
Ay no.
Miro mis labios rápidamente y rompió la distancia entre nosotros para besarme.
-Sam... -dije separándome de ella apenas reaccioné- No.
-¿Qué? ¿Por qué no? -preguntó decepcionada-
-Lo lamento, es solo que... no puedo hacerte esto. Me gusta otra chica -suelto un suspiro- Y no quisiera perder tu amistad.
-¿Es la chica de la fiesta?
¿Cómo lo sabe?
-Sí, es ella -me rasco la nuca-
-Bien -dice molesta y entra al edificio-
Me llevo las manos al rostro y miro la hora en mi móvil. Son casi las 5:00 de la mañana.
Y aquello que pasa por mi cabeza es muy estúpido.
Pero lo hago.
AMANDA.
Había llegado hace casi una hora a mi casa y no lograba conciliar aún el sueño, llevaba minutos dando vueltas en la cama sin encontrar una posición cómoda. Frustrada me levanté para ir por un vaso de agua a la cocina.
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Aprendiendo a amar
RomanceAmanda Ricci a sus cortos 19 años ya había vivido más que sus propios padres, sus fines de semana se basan en salir de fiesta, emborracharse a más no poder y divertirse con cualquier chico que se le cruce en su camino. ¿Compromiso? ¿Qué es eso? Ama...