CAPÍTULO 33.
Había pasado una semana desde lo sucedido y aunque Evan y mis padres no me habían dejado ni un minuto sola, seguía con un gran miedo, y sobre todo de salir. Las primeras noches tuve horribles pesadillas que no podía sacar de mi cabeza, en donde ese hombre me perseguía y no podía escapar de él, despertaba sudando y sobresaltada pero al ver a Evan junto a mí volvía a tranquilizarme, y estar junto a él me hacía sentir protegida. Es por eso que desde ese día le había pedido que por favor no me dejara sola, que lo necesitaba junto a mí. Sé que no es algo bueno depender de alguien, y que nunca antes había sentido esa necesidad, pero aún no me siento lista para dormir sola.
Esa mañana después de desayunar con Evan él tuvo que volver a su casa para pasar algo de tiempo con su madre, él le había explicado la situación, y a pesar de no conocernos aún, estuvo de acuerdo.
Estaba muy nerviosa, hoy eran las postulaciones a la universidad, y por fin, ya tenía claro que estudiar y donde. Estudiaría Finanzas y contabilidad en la Universidad De New York, las matemáticas siempre han sido mi fuerte y creo que sería muy buena en ello. Por otro lado, tendría que mudarme a la ciudad, pero tampoco era una gran preocupación ya que solo quedaba a una media hora de distancia, y también me quedaría cerca de la compañía de modelaje.
Aunque aún debía decírselo a Evan.
Me senté frente al escritorio y entré a la página web de inscripciones, las manos me temblaban y me sentía inquieta. Finalmente después de unos minutos ya lo había hecho, ahora solo quedaba esperar los resultados y si llegaba a ser seleccionada después solo quedaba dar una prueba de admisión... Lo cual me aterraba.
Me lancé sobre mi cama para relajarme, al menos ya había dado un gran paso. Me quedé mirando el techo de mi habitación por algunos segundos y me removí cuando sentí mi celular vibrar a lo lejos, lo alcancé sin moverme y pude ver en la pantalla la foto de Evan, una sonrisa apareció en mi rostro.
-Hola guapo - dije cuando contesté -
Escuché su risa al otro lado y unas inmensas ganas de verlo me entraron. -Hola princesa, te tengo una invitación.
-¿Ah si? ¿Dónde me llevarás? - pregunté con curiosidad -
-Ya verás, te paso a recoger en unos minutos.Como no sabía dónde me llevaría no tenía idea de que usar, pero el día estaba soleado así que me decidí por un vestido blanco que tenía algunas margaritas amarillas, este se ceñia a mi cuerpo y me llegaba arriba de las rodillas, lo acompañé con unas converse blancas de caña alta. Lucía como una chica dulce y me reí internamente. El cabello me lo dejé suelto y con las ondas que se me hacían naturalmente, en mi rostro apliqué un maquillaje ligero y quedé lista.
Minutos después Evan me avisó que estaba afuera y fui corriendo para ser envuelta en sus brazos y sentir sus labios junto a los míos por fin. Lo había visto por la mañana pero ya lo echaba de menos. Él iba vestido con unos jeans denim y una camisa de franela a cuadros negra con blanco, ese estilo le quedaba tan bien y le daba un estilo vintage único.
-Wow,creo que nunca te había visto con un vestido así - me miró embobado- Me encanta.
Sonreí ante su comentario -A mi me encantas tu - le di un beso corto en los labios-Él me tomó de la mano y me llevó hasta la puerta del copiloto para abrirla y dejarme entrar, luego rodeó el auto y se subió. Me acerqué para encender la radio y sonaba "My type" de Saint Motel. Me fascinaba esa canción, cada vez que la escuchaba me daban ganas de bailar y me animaba por completo, así que mientras Evan conducía a nuestro destino yo iba en mi puesto cantando y moviéndome al ritmo de la música mientras él se reía de mi.
Cuando llegamos estábamos fuera de un enorme parque, era precioso y el paisaje estaba lleno de árboles y un pasto de un color verde vivo. Evan sacó una canasta del maletero y una manta de cuadros, por lo que supuse que tendríamos un picnic. Nos adentramos al parque por un camino de rocas y llegamos hasta el final de este, ahí había una enorme laguna rodeada de más naturaleza y hermosas flores silvestres. Me sentía como en el cielo, no tenía ni idea de que este lugar estaba tan cerca de nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Aprendiendo a amar
RomansaAmanda Ricci a sus cortos 19 años ya había vivido más que sus propios padres, sus fines de semana se basan en salir de fiesta, emborracharse a más no poder y divertirse con cualquier chico que se le cruce en su camino. ¿Compromiso? ¿Qué es eso? Ama...