Algo necesario

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Recuerdo claramente lo que me dijo Chia antes de despedirnos, yo estaba atolondrada y sus palabras además de ser las que tanto me inquietaron fueron a la vez las que me dieron paz.

—No tienes que forzarte a cambiar. —Dijo ella. —Las personas que se esfuerzan por cambiar lo hacen siempre con algo en común: quieren ser mejores, quieren superar un obstáculo, hacerse más fuertes, en resumen quieren aprender a vivir mejor. Si sientes que estas obligada a hacer estas cosas conmigo solo porque somos amigas estas mal, puedes tomar esto como una venganza. —Terminó de explicar con un cálido tono de voz. —Me gustas tal como eres Nina, que seas así conmigo es solo una parte más de tu personalidad... Pero eso sí, no me puedes hacer más bromas metiéndote con mi cuerpo... es vergonzoso. —Confesó un poco sonrojada. —No tienes que obligarte a ser algo que no eres, es algo que aprendí hace poco, y si eres algo que no quieres ser, ya deberías saberlo, ese es el primer paso para cambiar.

Fueron unas muy buenas palabras para ser una chica de noveno grado, tuve suerte de que me ayudara a escoger unos regalos que quería comprar después de todo lo que la hice pasar.

Justo al día siguiente el dueño de la mansión y padre de los gemelos, el señor Edward se acercó para hablar conmigo, me sorprendió mientras llegaba de las clases.

—Nina, que oportuno verte, justo tenía que hablar de algo contigo. —Dijo mientras me esperaba sentado tomando un café en el recibidor.

—¿Papá? —Dije sorprendida al ver que me dirigió la palabra de forma tan directa.

—Oh vaya, no me tienes que llamar así, ahora mismo no hay ningún amigo de Alph o Klaus en casa, me puedes llamar como siempre. —Dice ante la medida de precaución que he estado tomando recientemente para evitar que la gente pregunte acerca de mi situación intrafamiliar.

—Oh, disculpe, de que quiere hablar conmigo señor.

Él se levantó de su silla y miro a sus alrededores, seguramente vigilando que ningún sirviente estuviera escuchando. —Hablemos en tu habitación.

Tuve mucha curiosidad de porque en mi habitación, él estaba inusualmente amable, su seño no estaba fruncido y no sentía esa aura de rectitud que usualmente capto emanando de él. —*Será que le gusta que lo llame papá? * «Ni en mis sueños».

Llegamos a la habitación, yo aún estaba extrañada por el hecho de que quisiera hablar conmigo asolas, él me pidió que cerrara la puerta y que me sentara a su lado al pie de mi cama. —Tienes una habitación muy linda Nina, no se parece en nada al estilo que Jiomí tenía en la suya, a ella le gusta más el rock, el vandalismo y las cosas sombrías, son temas que le llamaban la atención, tal vez eso fue lo que la incitó a partir en su viaje junto a Bardon. —Explicó mientras veía al techo de mi habitación con un tono muy serio y a la vez nostálgico, tal vez está un poco triste. —En cualquier caso, espero que hayas estado disfrutando tu estancia en mi casa, si quieres pegar unos posters o pintar las paredes de otro color me puedes decir, tienes el cuerpo de una chica en crecimiento después de todo, hay muchas cosas que se suelen hacer a esa edad así que si quieres le puedo decir a los sirvientes que limpien tu habitación solo durante la mañana.

Al momento que terminaba de decir todo eso él se levantaba de la cama intentando buscar algo. —Eh... No hace falta señor. —Respondí un poco incomodada. Me parecía muy extraño que la conversación se balanceara de un lado a otro sin tocar un tema en concreto así que decidí preguntar. — ¿De qué es lo que tiene que hablar conmigo señor? Me lo puede decir con confianza.

Él se quedó mirándome seriamente mientras agarraba de la mesa de noche la botella que yo tenía para medir mis esencias, él la miro y me la entrego. —Muéstrame tus esencias.

La Catástrofe ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora