Recuerdos en la Oscuridad

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—Durante años levantaste tu espada en contra de quienes creíste tus enemigos, solo dejaron de serlo cuando así lo quisiste, es triste ver como ustedes los coronos se parecen tanto a sus antepasados, los humanos. Mi madre, la duquesa, estaría asqueada de verte ahora mismo Bardon Bartra. Creo que tu padre ya sabía de lo que estoy hablando desde antes que lo matara su propio hijo. Mi madre y hermanos me enseñaron el arte de matar, supongo que vieron algo en mí que los convenció... Recientemente me di cuenta de algo, ¿Quieres que te lo cuente? Los asesinos siempre lo serán, suena obvio ¿no? Pero mírate ahora Bardon, pretendes ser algo que no eres. Un asesino no necesita menos sangre en sus manos, necesita más. —Terminó.

Él había empezado a moverse, sus pasos resonaban en aquel espacio infinito, su aspecto viejo y lúgubre no hacía más que incomodarme por cada centímetro que se me acercaba. Estiró su mano colocándola sobre mi cabeza dejándome sentir sus fríos dedos flacos, con odio la levanto tirando de mi cabello, obligándome a observar su horrenda cara. Un aliento pútrido emanó de su boca junto a unas palabras. —Lo sabes ¿no? Sabes que este aspecto, esta dimensión... todo es para infundirte miedo, lo sabes pero... No lo puedes evitar, tranquilo, aquí yo lo sé todo, eso que sientes y no puedes controlar, será la semilla que acabara con tu cordura, es el miedo.

El cuerpo es la capa más externa que tenemos, una masa de carne que se mueve a voluntad de la segunda capa: la mente. Esta, a su vez, es una capa que sirve como ventana de la siguiente, filtrando las emociones y haciéndonos conscientes de la vida. La tercera capa es un espacio entre el alma y la mente, es vasta y turbulenta y su mención no existe en muchos lugares. Este espacio es el subconsciente, solo un verdadero psíquico es capaz de llegar a este lugar, aquí vive el odio, el amor y la voluntad de vivir.

El fondo de aquel vacío cambió, el tenue gris se volvió blanco y en él un recuerdo de mi pasado se empezó a repetir.

—¿Qué buscas de mí? —Pregunté sin esperanza de que me respondiera.

—Simple, exprimir tu mente, quiero saber acerca del Dios de la oscuridad. —Por un segundo los músculos de mi rostro se tensaron, era demasiado tarde. —Por tu expresión parece que debes saber algo importante, solo fue por un segundo pero fui capaz de verlo.

—El Dios de la noche no habita en mí, solo una parte de su poder. —Me resigné a responder para intentar calmarme, de todas formas no tiene sentido ocultar algo que ya le mostré por completo.

—Eso ya lo sé. —Respondió bruscamente. —Solo pienso que sería un desperdicio asesinarte antes de saber cómo sucedió. —Explicaba adquiriendo una sonrisa macabra. —Como obtener el poder de un Dios de la esencia.

La pesadilla había comenzado, solo podía aguantar. Al igual que en una noche se pueden tener sueños que duran años, la magia psíquica puede distorsionar la percepción del tiempo.

Como si una película empezara a rodar, el blanco fondo adquirió colores mostrándonos a los dos mí pasado.

La danza agresiva de las llamas fue lo primero en aparecer, un recuerdo recurrente, al igual que el fuego el cabello también baila al son del viento, un brillo verde esmeralda que me cautivo a primera vista. Jiomí, la antigua portadora de la diosa de las plantas; para mí, la persona que me enseño la hermosa que es la vida cuando se está en libertad.

Regresamos al "aquel entonces" cuando conocí por primera vez a Jiomí en ese lejano pueblo de Artecórdica. La noche que me dispuse a abandonar la guerra sin sentido que asolaba a mi pueblo.

Después de presenciar aquel paisaje un odio que llevaba acumulando en lo más profundo de mi ser explotó, odio a hacia mí mismo. Las casas en llamas y los gritos de los inocentes bajo la indiferente luna, me causó un profundo remordimiento. Solté mi espada y observándome ambas manos sentí asco, asco de tanta sangre que había corrido por ellas, maldiciéndome grité al cielo nocturno, sumando mis alaridos de agonía a los de los civiles de aquel pueblo, tapando mis ojos como un reflejo, intentando evadir la realidad.

La Catástrofe ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora