Solo sigo tus pasos

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Él me pide que me tape los ojos, me dice que me dará poder. El Dios de la noche persiste, no quiero ceder, pero sus pesadas manos se sienten ligeras sobre mis hombros, como si me susurrara parte de su poder a través de las líneas arcanas.

—Yo te derroté esa noche en Cordivitae, nada me detiene de hacerlo otra vez.

—No puedes derrotar algo que es parte de ti.

La voz de los dioses suena distinta en mi cabeza. Si en mi mente la voz de Alma es la de una dulce niña, la voz de Fozo sería la de un oficinista cuarenta añero cansado de la vida, con un toque de realismo que me incita a seguir su consejo por miedo a quedar como él. Cuando cierro los ojos solo puedo imaginarlo levantar una huesuda, raquítica y grisácea mano sin vida que señala a algún lugar y cada vez más, la opción más tentadora es seguirla y ver a donde me lleva, pero no, no puedo; sé que es una trampa para viejos, solo debo ignorarlo.

La raíz de su poder se extiende.

Seres bestiales nos perseguían por el borde que creaba el fin del bosque de las coníferas que moría en una blanca planicie. Sus aullidos y gemidos resonaban en el cielo naranja.

—Son las bestias que vuelven al bosque. —Dijo Yord. —Nos habrán olido, son especialmente buenos oliendo sangre.

No pude evitar volver a ver la pierna ensangrentada de Klaus. Supongo que mientras tengamos esencian en nuestros cristales todo estará bien.

—¿Qué deberíamos hacer? —Preguntó Yord. —Todavía no estoy recuperado...

Yo observé los alrededores. La planicie, las montañas, el bosque, la nube de nieve que se levantaba al fondo por las bestias que se aproximaban. —Vamos al bosque.

—¿El bosque? Nos atraparan fácilmente.

—No, importa. La mayor fuente de esencia viene del bosque.

—No me importa, tenemos que evitar la pelea a toda costa.

—No podremos escapar, siento como esencia llega hasta mi cuerpo en patrón, no es algo al azar, pueden rastrearnos.

—¿Pero qué demonios?

—Yo también les estoy enviando esencia, siento como piensan, siento como se mueven, se nota que son bestias inteligentes...

Yord abandonó su postura recia, su incredulidad ahora destacada en toda su pálida cara. —¿Quién demonios eres...?

—Ahora mismo se están abriendo, planean rodearnos. —Mis ojos clavados en el horizonte, sintiéndolas más cerca.

Klaus estaba perplejo ante nuestra discusión, pero su elección era obvia. —Si Nina dice que debemos entrar al bosque, eso haremos.

Encaramos los infinitos umbrales que se creaban al borde del bosque, la ominosa flora era alta y densa, coníferas demasiado grandes para que sean las mismas que hay en la tierra. Pero por mucho que nos amenazara la imponente arboleda, más pavor nos daba ser alcanzados por eses bestias de esencia.

—*Esto de la esencia... Creo que empiezo a entenderlo*.

.

Nina ¿Qué es este nuevo sentido? ¿Qué significa que ahora puedas hacer esto?

Corrimos al bosque, plantas que nunca habíamos visto pasaban a toda velocidad, ahora que lo pienso, ha sido una falla catastrófica no haber pensado en recolectar las plantas de este lugar.

La Catástrofe ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora