Malentendido

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Esa noche de todas las noches tenía que ser la que más difícil de superar, los recuerdos corrían por mi mente como la sangre corre por mis venas, mi corazón iba a mil por hora, en la oscuridad de la noche podía sentir una presencia macabra, una voz débil que me susurraba desde la mesa de noche a un lado de mi cama, lo podía sentir sin verlo, era el cuerno de Fry, estaba de pie apoyado por la parte de la base que había sido cercenada, emitiendo una voz que cada vez se hace más fuerte.

Entre los susurros se distinguían palabras, palabras que pude llegar a entender. —La primera gota de la tormenta... Es el siguiente, la primera gota de la tormenta. —Decía repitiendo varias veces.

Como si fuera una marca por hierro ardiente, empezaron a aparecer lugares en mis recuerdos, sitios en los que nunca había estado y jamás había visto. La voz se desvaneció después de haber repetido esas palabras, cada una más fuerte que la anterior. El ruido blanco que dejo en su ausencia me hizo, de forma inconsciente, apretar los ojos y las manos. En ese estado, a punto de despertar, pude sentir entre mis dedos algo cálido.

Abro los ojos y lo veo ahí sentado en mi cama. — ¿Eh? —Digo despertándome de forma estrepitosa.

—Ehhh... Buenas noches...

— ¿¡Alph!? —Él estaba sentado al borde de mi cama, yo sostenía su mano con mucha fuerza y al darme cuenta lo solté muy avergonzada.

—Tranquila, no sabía que tenías sueños tan intensos. —Dice retrayendo su mano también con vergüenza y desviando su mirada.

— ¿Que-Que haces aquí?

—Te pregunte si podíamos hablar y tu dijiste que si...

—¿En serio...? —Pregunto yo sorprendida. —Estoy segura de que no lo llame, puede que lo llamara durante el sueño. —Pensé mientras me enrollaba entre las sabanas para cubrirme.

Espera un momento ¿Por qué me estoy tapando? Es Alph después de todo ¿Verdad? —Reflexiono a la vez que recuerdo llevar puesto un suéter largo como pijama y volteo a verlo para hablarle. Él estaba sentado al borde de mi cama, tal vez pensando en que decir para salir de esa situación tan vergonzosa.

—Nina...—Dice desde la oscuridad con una mirada seria.

No puede ser... Está molesto conmigo, su expresión en la cara me lo dice todo, esa mirada tan seria... de seguro me ha va a regañar...

—Nina yo lo...

— ¡Lo siento! —Decimos a la vez.

—¿Eh? —A la vez otra vez.

— ¿Por qué te disculpas conmigo Nina? Yo fui el que entro en tu cuarto. —Dice sobándose en el cuello. —Y de noche...

— ¿Qué dices? Yo siempre causo problemas, siempre estoy obstaculizando sus pasos... De seguro tuve un sueño raro y te obligue a entrar en mi cama... —Digo yo avergonzada.

—Nina... —Él se quedó callado en la oscuridad, estaba pensando en hablar conmigo. —Yo... —Se detiene antes de comenzar para cerrar su boca entreabierta y levantar su mano por encima de mí. Su cálida mano estaba reposando sobre mi cabeza. —Nosotros no pensamos así de ti... sé que entre nosotros siempre ha habido un aire de tensión, no eres la única que lo siente ¿Verdad? —Dice con un tono de alivio mientras soba mi cabeza.

—Alph...

—Se siente muy tonto tener a alguien tan cerca y no poder hablarle ¿no? No somos enemigos, vivimos bajo el mismo techo, vamos a la misma escuela, comemos en la misma mesa y aun así tenemos miedo de tocar temas sensibles y nos cerramos... No creerías cuanta veces he visto esto en el instituto, con amigos y familiares, jaja. —Termina de explicar mientras retira la mano. — ¿No es así?

La Catástrofe ElementalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora