El infeliz que se hallaba con nosotros se levantó arregañadiente del suelo. ¿Acaso no le da miedo morir de frio? Ahora que lo pienso, no parece tener nada de frio, me percaté mientras me dedicaba a caminar en aparatosas zancadas por la nieve.
—¿Por qué no me matáis? —Preguntaba incansable el sujeto.
—Porque queremos llegar al pueblo, si no está donde dices quiero asegurarme de lo que te mate sea una de mis espadas y no el frio. —Respondió Klaus.
El sujeto apartó la mirada, indiferente a las amenazas de Klaus. Sus ojos, en cambio, se clavaron en mí; con esa expresión abiótica que tenía cuando lo levantamos de la nieve.
—Habla todo lo que quieras hombre árbol, creo que si alguien aquí es capaz de mataros es esa niña. —Dijo levantando las manos con unas lianas que improvisé como esposas alrededor de sus manos.
Yo los observaba a los dos desde atrás y Klaus tiraba de las lianas del sujeto fuertemente atadas por las muñecas, él se volteaba constantemente para asegurar las ataduras de nuestro prisionero y otras veces creo que solo volteaba para verme. El vaho que salía de su boca era largo, parecía que estaba fumando del frio que hacía, en cambio, el sujeto que se hallaba caminando entre nosotros no exhalaba ni un mísero hilillo de vapor. Como si no respirara.
—¿Acaso no tienes frio? —Pregunté.
Él no contestó. Bufó y siguió caminando como si nada.
—No gastes saliva con el Nina. —Dijo Klaus mientras yo asentía en silencio.
Él dejo de caminar un segundo, se quedó quieto, como esperando a que ocurriera algo.
—¿Qué pasa imbécil? Camina. —Le ordenó Klaus.
—¿Es en serio? ¿Esperáis a que me crea esta mierda? —Contestó con su acento que me recuerda al eslavo en la tierra. —Vosotros dos sois unos malditos Cordivitanos que vienen a la tundra fronteriza y esta mocosa que es más fuerte que un guerrero arcano acepta las ordenes de este debilucho. —Dijo inmóvil.
—Escucha imbécil, si tu no hubieras volado hasta nuestro avión y hubieras raptado a uno de los nuestros no estarías en esta situación. —Respondió Klaus dándose la vuelta y clavando su dedo índice en el pecho del sujeto.
—Tengo ordenes de derribar amenazas elementales de alto grado, vosotros ingresaron a un país al que no pertenecéis y sostuvisteis a bordo de su aeronave un ritual arcano de alto nivel. —Intercambió con Klaus en un tono que se elevó a los gritos. — ¿Cómo mierda me reprocháis que atacara vuestro avión?
—¿Ritual? De que mierda estás hablando ahora, ¿Acaso crees que inventarte...
—No Klaus... Tiene razón. —Dije interrumpiéndolo. —Yo hice un ritual a bordo del avión.
—Eso no importa ahora Nina, este tipo atacó el avión sin siquiera contactarnos por radio.
—Vosotros los de Cortae, en especial los de Nuevo Puerto sois todos unos osados, la tecnología los privó de libertad y ahora quieren invadir un nuevo país.
—¡Oye! Tu...
—¡Basta! —Grité deteniendo el sinsentido.
Me sorprendió el hecho de que el sujeto pudiera hablar tanto, al principio estaba reacio a quedarse quieto, pero no podemos dejarnos morir en la tundra, lo necesitamos y él a nosotros. Además, necesito pensar, quiero olvidar el frio, quiero llegar al fuego y calentarme, primero quiero intentar aclimatarme y olvidar el hecho de que, tal vez, a nosotros los Kanyy no nos conviene exponernos a un clima que no concuerda con nuestra especie.
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La Catástrofe Elemental
FantasyLa vida continua y Nina no se queda atrás, a pesar de ser una pequeña niña, su poder mágico se ha vuelto famoso y tendrá que esforzarse para satisfacerse y buscar la felicidad y paz que tanto anhela en su nuevo hogar/planeta, Corona. Cuando todo par...