CINCO

40 12 10
                                    

Me quedo quieta unos instantes. Las pulsaciones se van normalizando y examino mi alrededor. Pasillos grises, iluminados con tiras de luz blanca en el techo y a ras de suelo. Puertas metálicas gruesas, terminales demasiado expuestas y cámaras prácticamente ocultas en las esquinas.

Con un gesto rápido activo los auriculares que se hallan en mis oídos. Yaroc y Número se encuentran al otro lado de la línea. Ninguno dice nada. Camino hacia delante, sin saber muy bien hacia dónde ir, cuando siento un dejà vú. Uno igual a cuando me hallaba en el ascensor, la extraña sensación de que he estado en este lugar. Y, lo que más me sorprende es el hecho de que sé perfectamente hacia dónde dirigirme, incluso podría decir que me asusta. Me muevo casi en automático mientras intento averiguar a qué se debe esta sensación.

—Sé dónde ir —murmuro, lo suficientemente alto para que lo capte el micrófono.

Yaroc suelta un bufido y Número me apremia. No tenemos mucho tiempo, me recuerda. Asiento y continúo mi marcha, girando por algunos pasillos hasta llegar a una puerta no demasiado grande. Hay un panel para poder acceder. Coloco mi mano en él y aparece un teclado con varios símbolos. Tecleo el primer código que me viene a la cabeza y, para mi sorpresa, la puerta se abre. Entro en la sala aún sin comprender todo lo que ha ocurrido.

Es una sala pequeña, llena de terminales y puntos de acceso. A través del brazalete les envío un mensaje para indicarles dónde me hallo. Conecto el dispositivo que me dio Número y empiezo la descarga de datos. Busco información en la base de datos. Y, de nuevo, vuelve a ocurrir algo extraño: es como si ya conociera todos los códigos y claves de acceso. No soy capaz de recordarlas, pero al escribirlos, las puertas se abren para mí. Me adentro en los datos, mis dedos se mueven sobre el teclado sabiendo exactamente qué han de hacer.

Lo que encuentro me sobresalta. Dentro de cuatro días, el proyecto Replika se activará por completo. Transfiero la cuenta atrás a mi brazalete. En los archivos se refieren a ello como Caja de Pandora. Veo que hay algo a lo que se refieren como Llave. Si existe una llave... ¡eso quiere decir que la Caja se puede cerrar! Voy a acceder a esos archivos cuando el ruido de pasos me sobresalta. Cierro rápidamente todo lo que he abierto y me escondo debajo de la mesa.

La puerta se abre y veo unas botas que entran en la sala.

—Seh, mañana nace la niña y no veas cómo están las cosas por casa. Mi mujer no para de decir que tiene miedo de la cesárea, la mayor sigue diciendo que odia tener otra hermana. En fin —dice uno de los guardias.

—Sigo sin entender cómo se te ocurrió tener otra hija, y más teniendo en cuenta las recomendaciones —comenta la otra voz.

—Al peque le hacía ilusión y mira... ya sabes cómo es Nekeri...

Se calla de repente y gira sobre sus talones rápido.

—¿Oyes eso?

Cierro mucho los ojos y contengo la respiración cuando ambos se quedan en silencio. Hago lo mismo que ellos, escucho. Se oye el zumbido de los ordenadores, es un zumbido suave y leve. Yadei, ¿todo bien? Pregunta Yaroc al ver que estoy quieta. Aguzo el oído y percibo un leve zumbido más agudo que los demás, producido por el dispositivo conectado de Número. El corazón me late rápido, solo espero que no le den importancia. Desde aquí no puedo verlo, pero sé que lo he conectado en una zona poco visible.

Al cabo de unos minutos que se me hacen eternos, los hombres se van y yo salgo de debajo de la mesa.

—Todo bien, había llegado gente.

Vale, he hackeado las cámaras, ya no te pueden ver. Los datos me están llegando encriptados y comprimidos. Tardaremos unas horas en obtenerlos todos, me explica Número.

El Vínculo | Completa | HO 3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora