VEINTITRÉS

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Hyo envuelve mis nudillos heridos con un pañuelo limpio de su pantalón. El viaje se siente demasiado largo encerrados aquí dentro, y yo pierdo la noción del tiempo. Estamos abrazados y hablamos en voz baja. Nos han traído justo donde queríamos llegar e incluso puede que estén facilitándonos el trabajo. Eso dice Hyo, pero yo apenas puedo pensar, tengo la cabeza embotada y la culpa que me corroe por dentro. En mi cabeza se repite una y otra vez la imagen de mamá, su rostro torcido por el miedo al ver el dron acercarse. Y siento que es todo culpa mía, que, si yo me hubiera alejado, si no hubiera intentado volver a casa, si hubiera asumido que el resto de mi vida transcurriría en el Exterior... Mamá seguiría con su vida. Sola, sí, pero al menos segura. Iría a trabajar, comería y cenaría sola. A lo mejor empezaría a ir más con las amigas, porque trabajaría menos y llegaría a fin de mes. Y puede que conociera a alguien, o que se comprara una mascota para no sentirse tan sola en casa, o incluso un animal digital...

Ya no sé qué pensar, pero me siento perdida. Ni siquiera la voz de Hyo me guía. Me hallo en un bosque oscuro cubierto por la niebla, mi antorcha se ha apagado y la madera está demasiado húmeda para hacer fuego. No hay sol ni luna, solo oscuridad. Así que me encojo, me hago un ovillo y me alejo de todo. Nerviosa, me muerdo las uñas de los pulgares y me balanceo levemente como una niña pequeña.

—¿Vas a rendirte? —la voz de Hyo suena lejana.

—Se acabó —susurro—. No hay opciones.

—¿Vas a dejar que te utilicen? ¿Qué te priven de lo que eres?

—¿Y qué puedo hacer? ¿Qué podemos hacer?

Busco la mirada de Hyo, busco una respuesta en sus ojos pardos. Suplico por ayuda, él me sostiene la mirada. Pero su mirada duele, porque no me mira con compasión, sino con el ceño fruncido. ¿Es que ahora él también está en mi contra?

—Así que vas a dejar que te utilicen. ¿O te vas a rendir y ponerte de su lado? Al menos sobrevivirás. Pero yo no quiero formar parte de eso.

Y en este mismo instante, Hyo se desconecta. Sin más. Cierra los ojos, afloja los músculos artificiales y deja de subir y bajar el pecho con sus respiraciones. Suelto un grito ahogado y le sacudo.

Yadei piensa, Hyo no es así, no se ha desconectado sin más, ¿no? ¿Por qué lo ha hecho? ¿Está intentando decirme algo? Mi cabeza empieza a barajar opciones lentamente, como una máquina que recién arranca. Dejo que la niebla de disipe poco a poco y se empieza a romper el bloqueo, le doy vueltas y vueltas a todo. Rendirme y ponerme de su lado, eso es lo último que ha dicho.

Rendirme y ponerme de su lado.

Rendirme.

No, rendirme no.

Ponerme de su lado.

He de hacerles creer que estoy de su lado. ¿Pero cómo? ¿Cómo una decisión lógica o una decisión desesperada? Una decisión lógica. Me hallo frente la espada y la pared. La única manera de conseguir mi objetivo es haciendo justo lo contrario. Mi objetivo. Debo definirlo, mi objetivo es sobrevivir. Que mi madre y Hyo sobrevivan. Y mi padre, Daran. Debe sobrevivir él también. ¿Cuándo actuar? Hyo, necesito comentarlo con él, necesito que me escuche.

Doy un vistazo del cuarto todo en derredor y observo el reflejo de una pequeña camarita. Así que nos vigilan. Hyo está colocado de manera que a la cámara debe parecer que duerme, así que me agacho junto a él y coloco mis manos en su cuello, buscando volver a conectarle. Una pequeña chispa entre ambos hace que el androide abra los ojos. Me acerco a su boca y hablo bajito.

—Les haremos creer que queremos ir con ellos —Hyo enarca una ceja, aunque por como asiente más adelante, asumo que él también llegó a esta conclusión—. Que nos hemos dado cuenta que nuestra única opción son ellos. Seguramente nos separen, así que debemos buscar alguna manera de estar en contacto...

—Conectemos nuestras mentes.

—¿Tanto rato?

—Puede que te provoque dolor de cabeza, pero tienes la capacidad de estar conectada a una red al igual que todos los androides.

Me estremezco ante la idea de poder estar conectada a una red, como si fuera un ordenador.

Hyo sujeta mi antebrazo con suavidad y yo asiento, dejo que él conecte nuestras mentes. Como siempre, el flujo de emociones de Hyo me sorprende, y esta vez siento emociones fuertes cargadas de ira, amor y tristeza. Me ruborizo por la vergüenza de saber que notará mis emociones infantiles causadas por el bloqueo de antes, pero él no hace ningún comentario, solo me acaricia el cabello.

No vuelvas a desconectarte así —le regaño.

Necesitabas un empujón, estabas en un bucle autodestructivo, yo sabía que al final darías con la respuesta, aunque sin duda me has sorprendido.

—¿Pensabas que iba a decir una locura?

¿Es que acaso esto no lo es?

El aerodeslizador aterriza unos minutos más tarde, haciendo que nos tambaleemos en nuestro pequeño habitáculo. Agarro la mano de Hyo con firmeza, sabiendo que esta es nuestra última oportunidad para enmendarlo todo. Si fallamos ahora, fallamos para siempre.

Dalir y su guardia blanca nos esperan al salir del vehículo. La mujer ya no lleva la armadura, sino que viste un mono blanco. ¿Es que no viste otro color acaso? Parece que estemos en una obra de teatro donde cada personaje juega su papel y se representa por el color, Hyo viste de gris, yo de verde y Dalir de blanco.

—Os he visto extrañamente serenos estos últimos minutos —sisea la mujer.

El corazón me late rápido, pero he de jugar mis cartas correctamente. No puede temblarme la voz ni puedo parecer nerviosa.

—Nunca pensé que diría esto —empiezo a decir con un suspiro—, pero tienes razón. Tu camino es el único factible, Dalir.

La androide alza las cejas y me mira. Ladea una comisura hacia arriba y me examina.

—¿Y?

—Los humanos estamos corruptos, estas generaciones han crecido divididas, no sé en qué momento pensé que podían unirse en un vínculo. La esperanza, la paciencia, no lo sé —hablo bajo, en un tono más bien rápido, pero no nervioso—. Quiero seguir tu camino y construir junto a ti y junto a Hyo una nueva humanidad, pero solo si garantizas la seguridad de mis padres, no pido nada más.

Dalir se ríe incrédula.

—Niña, tendrías que haberte oído, parecías sacada de una película de principios del siglo XXI —le miro desconcertada—, no me hagas caso... es que has puesto tanto sentimiento en tu vocecilla dulce... Casi me lo creo por un momento. ¡Guardias!

—¿Te estoy ofreciendo mi mano sin ningún tipo de impedimento sino por mi propia voluntad y no me crees? —hago todos los esfuerzos por sonar ofendida.

—¿Qué te ha hecho cambiar esa noble misión, Yadei? ¿Por qué de repente dejar morir a millones de seres humanos es el único camino?

Aprieto los puños y la mandíbula, fingiendo que es enfado, pero realmente estoy disimulando mi nerviosismo, Dalir no está picando el anzuelo.

—Les he liberado de Replika, les he dado una ciudad para ellos solos y... No me han defendido, ya lo has visto. Nadie... Nadie se ha ofrecido, nadie ha intentado impediros mi captura...

—Oh niña —coloca la mano sobre mi hombro—, yo era como tú, siempre actuando sin esperar nada a cambio, pero después de salvarles el cuello tantas veces y ver que no había una mísera reacción, al final te acabas frustrando. Te entiendo tanto...

Le miro a los ojos, dejando que estos se me empañen un poco. Le sostengo la mirada un instante, temiendo que pueda ver que le miento, pero si lo ve, no dice nada.

—Llevad a Hyo junto a los padres, tengo que arreglar una cosa con Yadei y entonces nos reuniremos —ordena Dalir a sus drones. Éstos se retiran junto a Hyo, quien en mi cabeza me felicita por mi actuación y me desea suerte—. No hacía falta que te inventaras todo eso de que nadie se ha sacrificado por ti y bla bla bla... Sé que en el fondo me ayudas porque simplemente quieres sobrevivir, el instinto básico de todo ser vivo...

—Tal vez sea por eso —sonrío un poco.

—Bien, sea lo que sea, si de veras te ofreces voluntariamente, será mejor que nos pongamos ya en marcha. Si me la juegas, lo sabré.

El Vínculo | Completa | HO 3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora