VEINTIUNO

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Hyo me ayuda con cuidado a ponerme la ropa. Tengo dos costillas rotas y la muñeca dislocada. Los vendajes que me puso Hyo contienen regenerador y me ayudarán a sanar en cuestión de pocos días.

Hoy me visto de duelo. Mis ropas sucias y raídas han sido substituidas por un vestido sin mangas sencillo, de terciopelo negro con ribetes esmeralda. La falda llega hasta las rodillas, con una gran obertura en el lateral que deja ver las mallas ajustadas del mismo material. Unas botas por encima de la rodilla complementan mi imagen. No quiero salir a la calle, pues sé que el día de hoy se usará como propaganda y es lo que menos deseo. La muerte de alguien no tendría que convertirse en propaganda. Áster y Leki no murieron para convertirse en mártires, pero ellos consideran que será la única manera de hacerles abrir los ojos a las personas de la ciudad que aún se encuentran reticentes a aceptar la verdad. Hyo está de acuerdo con ellos, aunque tampoco termina de verlo bien.

Mientras yo descansaba, los que ahora afirman ser también parte del Vínculo, han tomado la ciudad. Han entrado en el edificio de seguridad y detenido a todos los que se hallaban dentro. Y hoy, después de velar por Áster y Leki, tomarán decisiones. Yo me veré obligada a dar un discurso, o dos: uno por Áster y Leki, y el otro de encomio. Para que la gente se sienta segura, para que vean que lo que han logrado puede llevarles a algún lugar. O, al menos, para que dejen de matarse los unos a los otros. Aunque esto último será más complicado. Los violentos continúan sueltos, la mayoría, y en muchas ocasiones la única forma de detenerlos es acabando con sus vidas. Y yo no puedo soportar que se hagan eso. ¿Dónde queda la moralidad cuando no hay leyes que nos dirijan? ¿Es que acaso los humanos somos salvajes por naturaleza?

Pienso en las aldeas del Exterior, las tribus que habitan allí. Si ellos supieron encontrar su orden en medio del caos, ¿qué me hace pensar que aquí no? Puede que sea porque los habitantes del Exterior son descendientes de personas que vivieron la guerra, que vieron la muerte y el caos en todo su esplendor, se humillaron y se rebajaron para vivir en armonía. En cambio, aquí son personas que han vivido en la comodidad. Hasta ahora algunos pertenecían a clases altas, donde tenían todo tipo de lujos. Y ahora tendrán que adaptarse a un nuevo estilo de vida, al calor, a la falta de humedad...

—Estás preciosa —Hyo, situado tras de mí, me mira a través del espejo.

Él viste un jersey gris de cuello alto y unos pantalones negros. Sonrío levemente y el rubor sube a mis mejillas.

—¿Dónde has encontrado esta ropa? —le pregunto mirando a través de mi reflejo.

—En el piso contiguo estaba el vestido, y en este mi ropa.

—¿No crees que es demasiada pompa y boato? —la duda tiñe mis palabras.

—Lo es, demasiado, pero es lo que nos toca... No podemos dejar a esta gente abandonada sin más —acaricia mis mejillas—. Tú céntrate en mí. Estaré a tu lado todo el rato. Que tus palabras salgan de aquí —sostiene mi mano derecha y la lleva hasta mi corazón—. Lo has hecho muchas veces, y sé que esta vez también serás capaz. Confío en ti.

Hyo inclina su rostro sobre mí, yo me pongo de puntillas y el espejo es el único testigo de nuestro beso.

* * *

Todo está preparado a unos metros más afuera de la ciudad. Una cámara enfoca los muros. Unas cuantas personas nos hallamos congregadas alrededor de dos féretros negros acompañados de flores verdes. Sé que uno de ellos está vacío, el cuerpo de Leki fue imposible de recuperar. Tras los féretros se halla una antorcha con fuego crepitante.

Hyo y yo nos situamos a ambos lados de la antorcha, haciendo que las llamas iluminen nuestros rostros. En el lateral de los ataúdes se sitúa El Consejo de Arena, tal y como me explica Hyo que se han bautizado las personas que han tomado el control de la ciudad. Son alrededor de una decena de personas de mirada decidida. Y todos ellos visten ropas de color beige. Me pregunto de dónde habrán adquirido esos ropajes en tan poco tiempo, pero supongo que cuando la situación está al límite, las cosas van más rápido.

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