Shabná

47 12 6
                                    

—Lo siento Daran, iban a matar a Yadei —susurra Shabná con un hilo de voz.

El hombre se sienta junto a ella en el sofá. La música sigue bañando la cabaña en un volumen bajo.

—Está bien Shab, cuéntame qué ha ocurrido —agarra con suavidad las manos de su esposa.

Shabná le explica en voz baja las amenazas del agente del gobierno. Les ha dicho lo de Yadei y desde dónde opera el Vínculo.

—Montarán un operativo para desenmascararos, dentro de dos días —concluye.

—Has hecho bien, no pasa nada —Daran le acaricia el brazo—. Ya veremos cómo lo solucionamos.

La canción cambia y ambos reconocen la melodía que bailaron en su boda. El hombre se pone de pie y mira a Shabná a los ojos. La preocupación tiñe el rostro de ella. No estés triste, Shab, piensa él. Porque era algo que él ya había previsto, porque ya tenía un plan. Le tiende la mano, pidiéndole que lo acompañe en un baile. Shabná alza la mirada, algo sorprendida. Hace años que no baila. No ha tenido muchas ocasiones para ello y nunca se le ha dado bien. Aun así, algo le impulsa a aceptar y la pareja empieza a bailar lentamente, al son de la música, aunque con pasos torpes y tímidos, como la primera vez que bailaron... Hace ya muchos años.

Shabná apoya la cabeza en el pecho de su marido.

—Vamos a recuperar a nuestra niña, ¿verdad? —murmura.

Daran apoya su barbilla en el cabello cobrizo de la mujer.

—Por supuesto.

La melodía continúa, suave, y ellos mantienen su baile lento. Si tan solo hubieran podido disfrutar de momentos así durante todos los años que se han visto obligados a estar separados... Suspiran casi al unísono. Sus corazones laten rápido, nerviosos. Y la melodía por fin termina.

—Aún te acuerdas —susurra él.

—He tenido esperanzas durante todos estos años de volverte a ver —sus miradas se encuentran—. Yadei habría tenido una familia magnífica.

—Aún estamos a tiempo de ser esa familia que soñábamos —hay cierto dolor en sus palabras. Daran sonríe—. ¿Qué me dices?

Ella le devuelve la sonrisa.

—Te quiero.

—Lo sé, yo también.

* * *

Desde la ventanilla el paisaje pasa a toda prisa. Shabná observa los árboles que se funden con el cielo y la tierra, la nieve que se convierte en una mancha blanca borrosa. Ella ya sabía que se podía viajar entre ciudades, pues hace años, cuando Yadei era un simple embrión, el doctor Tameo con su familia viajó para poder aplicarle los nanobots al bebé. Pero, por alguna razón siempre imaginó que ese transporte sería subterráneo, o quizás a través de un avión hipersónico, pero jamás que sería campo a través con un camión blindado. Caronte, le llama el Vínculo, como aquel barquero de la mitología griega.

En realidad, el Vínculo está por todas partes. Tienen amigos y simpatizantes por distintas ciudades e incluso en las tribus del Exterior, amigos del tiempo, así se identifican. Uno de esos simpatizantes es el conductor de Caronte, que, bajo la excusa de llevar un importante cargamento a la cuarta de Gamma, transporta a Daran y Shabná lejos de la tercera.

—No tardarán mucho en darse cuenta de que no estás en la ciudad, quizás un día o dos —el marido de Shabná rompe el hielo—. Cuando eso pase se pondrán en contacto contigo.

—Lo sé, les diré que sospechabais de mí y que por eso me habéis alejado del centro de operaciones —Darán asiente—. ¿Lo que les dije de Yadei es cierto?

El hombre dirige la mirada a los ojos de su esposa. Parece querer disculparse con ella. Se frota las manos con nerviosismo.

—Sabía que buscaban el libro, así que quemé las páginas, no sin antes darle la información a Tameo. Él la digitalizó y la codificó en el interior de los nanobots —se hace el silencio. El hombre añade con un hilo de voz—: Yadei es la única que es capaz de comprender al cien por cien cómo funciona la Caja de Pandora.

—¿Si quemaste las páginas, por qué Misuk ha averiguado cómo abrir la Caja?

Daran se aprieta el entrecejo con el pulgar y el índice. Exhala un suspiro.

—No lo ha averiguado. Consiguió leer entre páginas, entre mis notas y las páginas que dejé. Y esa Caja que pretende abrir no solo activará a los drones enlazados con el programa Replika, sino a todos los androides que existen en el mundo. Incluyendo los que conviven con nosotros en las ciudades —alza la cabeza, apesadumbrado—. No solo acabarán con los humanos del Exterior sino también con nosotros.

Shabná abre mucho los ojos y se cubre la boca con la mano.

—Y Yadei es la única que puede parar todo esto —susurra muy bajo.

—Lo siento.

Darán agarra con delicadeza las manos de Shabná y las besa con los ojos vidriosos.

El Vínculo | Completa | HO 3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora