Hyo III

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Observa a su hermana con clara pesadumbre. Aun ahora, sabiendo que ella jamás estuvo de su parte, jamás deseo ser humana, duele verla tal y como es. Desearía que abriera los ojos, que fuera consciente que los humanos y los androides pueden convivir, que se deshiciera de la superioridad que ella cree tener. Pero sabe que no es así. Misuk no tiene la capacidad de amar, nunca la ha tenido.

—Eres libre, ya no tienes que seguir órdenes de nadie, nuna —porque, aunque todos los consideraran como hermanos mellizos, Hyo siempre sintió que Misuk era su hermana mayor.

—¿Tanto te cuesta entender que ya he escogido mi camino, namdongseng? —y la palabra hermano pequeño la dice con una sorna que duele.

—Dalir está muerta, ¿qué vas a hacer ahora? —a Yadei le tiembla la voz, a pesar de que lo dice con autoridad.

Hyo observa cómo la chica se encara con su hermana. Yadei es muy valiente, demasiado tal vez, incluso algo temerosa. No quiere que le pase nada. Observa sus mejillas magulladas, su cuello con marcas de dedos que han intentado ahorcarla. No quiere ni pensar lo que ha debido vivir en ese ascensor, y está claro que Yadei tampoco quiere recordarlo, pues parecía bastante angustiada.

Misuk parpadea un par de veces al oír la afirmación sobre la muerte de Dalir. Parece que se sorprende, pero no demasiado. Juguetea con su pistola, nerviosa, no estaba en sus planes. Pero ahora que es así, lo usará en su favor. Tal vez incluso sea peor así.

—Ven con nosotros, Misuk, únete a nosotros y podremos vivir tranquilos —Hyo suplica.

La androide chasca la lengua con claro fastidio.

—Nunca podrá ser así, los humanos siempre gobernarán sobre nosotros, siempre lo harán. Siempre seremos inferiores. Por eso deben morir —y apunta su pistola hacia Yadei, quien está demasiado cerca.

El corazón de Hyo da un respingo, no puede acabar con Yadei, no puede hacerlo. Se acerca lentamente, sujetando con fuerza el mango de su propia pistola, la que le ha robado a los drones. La tensión se respira en el aire y, en el momento menos pensado, Misuk sujeta con fuerza a Yadei, colocando el cañón de su arma contra la sien de la chica. Hyo suelta un grito ahogado, una súplica de que no dispare.

—Misuk por favor...

—¡Vamos hermano! ¿A qué esperas? Únete a mí y dejaré vivir a tu chica. Construyamos juntos un nuevo mundo donde los humanos nos obedezcan y jamás debamos sufrir por su culpa —hace amago de extender su mano, pero continúa inmovilizando a Yadei.

El androide sacude la cabeza. Ese mundo no puede existir jamás. Por mucha capacidad de pensamiento que tengan las máquinas, jamás comprenderán del todo lo que significa vivir. Necesitan a los humanos a su lado, para que les guíen y les enseñen a gestionar sus emociones. Como antes de que murieran ChungHee y HaYun, cuando su madre le enseñaba a controlar y gestionar las emociones. Ahora él ya es capaz de hacerlo y aun así muchas veces se siente confundido, sobretodo en el amor, ese sentimiento tan extraño y tan bonito a la vez.

Y por eso las palabras que dice a continuación le rompen el corazón.

—Deja a Yadei libre y vayámonos. Lejos de aquí, a los confines del mundo, donde no exista humanidad, construyamos el mundo que deseas —mira a Yadei, la chica le observa con ojos llorosos, la propuesta significa separarse, separarse para siempre y jamás volverse a ver, pero si eso puede garantizar la vida de la chica, él será feliz—, pero dejemos que los humanos construyan el suyo. Y cuando el tiempo pase, tal vez podamos colaborar juntos...

—¡Jamás! ¡No pienso compartir este mundo con humanos libres! No pienso hacerlo. O me obedecen o mueren —y empieza a apretar el gatillo. La pistola de plasma comienza a iluminarse y producir un zumbido.

Hyo sabe lo que tiene que hacer, y por eso mismo llora, porque la única manera en que Yadei viva es acabar con su hermana. Debe desconectar a Misuk. Debe pelear contra lo último que le queda de su familia, si es que alguna vez lo fue. Tal vez pueda apagarla, sin dañar sus sistemas, sin tener que matarla... Pero teme que esto último sea la única opción. Matar a Misuk.

Así que dispara.

El proyectil de energía impacta contra el hombro de Misuk y la pistola sale por los aires, libera a Yadei, que corre para zafarse de la androide.

Hyo y Misuk se encaran, él deja caer la pistola y la desliza por el suelo hasta donde está Yadei.

—Esta lucha es solo nuestra, nuna.

—Bien, entonces que viva el mejor —Misuk sonríe maliciosa.

Hyo se prepara, Misuk también. Son unos segundos de tensión en los que ninguno de los dos se atreve a dar el primer golpe, tan solo giran mientras se miran a los ojos, y eso es lo que destroza a Hyo. Pues sabe que será la última mirada. Tanto si cae él como si cae ella. Será la última vez que mire a los ojos de Misuk Sagong.

Y es ella quien empieza, pero Hyo la esquiva con gracia. Bloquea sus golpes con las manos, predice su patrón de lucha, se adelanta y le asesta un golpe en las costillas. Pero también se despista, si bien por estar demasiado agobiado o porque simplemente Misuk cambia de patrón muy rápido. Y pronto sus pieles sintéticas se cubren de líneas oscuras que reparan sus heridas o al menos lo intentan.

Una patada le pilla desprevenido y le lanza contra la pared, que se resquebraja y hace titilar la luz. Hyo se repone, se levanta y arremete contra Misuk, estampándola contra una columna. Pero la androide se deshace de él con un rápido movimiento, lo deja en el suelo y empieza a golpearle la cara. Misuk grita con odio y Hyo aprovecha esa descarga de ira para cogerla de la nuca y darle un cabezazo que la deja desorientada unos segundos, los suficientes para que se pueda poner en pie y sujetarla del cuello. La levanta sin apretar, pues sabe que no se ahogará por mucho que hunda los dedos en su cuello. Intenta buscar la manera de apagarla, mientras ella patalea.

Pero entonces Misuk le muerde en el brazo y él abre su mano, la lanza de nuevo contra la pared mientras la herida se comienza a sanar en su brazo. La androide se levanta y sujeta con fuerza la pistola que está a apenas unos centímetros de ella. Sonríe victoriosa mientras apunta y dispara sin pensar. Hyo lo esquiva.

—¡Yadei protégete! —chilla con la voz rasgada. No tiene tiempo de ver si Yadei se cubre contra los disparos.

El androide corre hacia su hermana, se impulsa y le propina una patada que la tira al suelo, pero ella le sujeta la pierna y ambos caen. Hyo cae de costado y siente como partes de su carcasa se resquebrajan con el golpe. Misuk se sitúa encima de él y le apunta en la frente, pero Hyo le sujeta las manos y desvía el disparo. Hace fuerza, concentra toda su energía en sus manos y le arranca la pistola de los dedos. Misuk chilla y fragmentos de sus manos se desprenden en un intento inútil de recuperar el arma.

Hyo apunta hacia delante sin pensarlo demasiado y dispara. Sus sistemas le advierten del calor inminente, el cuerpo de Misuk cae sobre él. Cae con una herida mortal en el pecho, su fuente de energía completamente destrozada, sin remedio alguno, quemada por el proyectil de energía. La piel de Hyo se ve herida por culpa de ese disparo, pero sus heridas son nimias.

Escanea a su hermana una y otra vez, para cerciorarse que no hay siquiera un leve resquicio de vida en ella. Y todos los resultados son iguales: Misuk está muerta.

Hyo solloza, la abraza y se incorpora, se sienta en el suelo con su hermana en brazos y vela su muerte. Misuk se ha ido. Ha perdido a su hermana también como perdió a sus padres. Pero esto ha sido obra suya. Duele, aunque sea consciente que en el fondo la que consideraba su hermana nunca existió, nunca le amó. Duele y se siente culpable por sus acciones, pero sabe que era la única opción.

—Lo siento hermanita, lo siento mucho —solloza en su lengua materna.

Y sabe que cuando todo esto termine será incapaz de dejarla así. No, no podrá perder a su hermanita. Intentará recuperarla, intentará salvarla, reconstruirla... ChungHee debió dejar alguna subrutina, algún resquicio de humanidad dentro de Misuk.

Nos veremos hermanita.

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