Un efecto inenarrable encharcó el pecho de Lan JingYi al sostener una de las batas de maternidad entre sus dedos, tocando la tela e inspeccionando los grabados en ella, con una sutil sonrisa en la boca. No esperaba una caja enorme con envoltorio azul platinado, con un gran moño de listón blanco en la mesita de la sala.
Ese día, Wen Yuan salió del cuarto de lavados, asomándose a la sala, esquinando una sonrisa al ver la expresión de JingYi. Consumaban un mes desde la ceremonia de la unión, que, aunque esa fecha no la conmemoraba como el mejor momento de su vida, se alegraban de conocerse y compartir la armonía con el uno y el otro.
–Gracias...—dijo JingYi, con una voz nasal.
Wen Yuan levantó sus cejas. No sabía si él notó su presencia, o solamente lo murmuraba ante la emoción.
–Gracias A-Yuan...
El mencionado ensancho los ojos, turulato, el agradecimiento de esta persona pinchó su cuerpo con una ola de estremecimientos. Estando, ahora seguro, que su presencia no era irrelevante para el adversario.
–No hay de que... —susurró, sintiéndose de repente, avergonzado.
Los preparativos de su sacramento se llevaron a cabo en tres días, una ceremonia que a pesar de que se estableció en poco tiempo, adquirió lo que tenía una en preparaciones de meses. Los invitados fueron más familiares que gente externa, ni sus amigos más cercanos asistieron. Incluso sus votos y la leída en estos fueron palabras elaboradas por sus propias familias para emocionar a los invitados con su dulzura y fidelidad.
Pero increíblemente, compartiendo un solo sentimiento en esa ocasión; tristeza.
Bien pudieron romper y desarmar el teatro en el salón, escapar y renunciar, levantarse en contra de su familia. Pero no lo hicieron, simplemente en silencio decidieron tomar la decisión de consumar el teatro con un beso precario. Un beso que no supo a nada, ni a esa lujuria que los llevó a comerse una noche después de pasarse con el vino.
–¿Qué estás haciendo?
La pregunta de Lan JingYi reventó la burbuja de pensamientos de Wen Yuan, girando a él con una respuesta rápida:
–Verificar el estado de la computadora... —alzó la portátil de la mesa.
–Oh. Nunca pregunté qué estudiaste... —frunció levemente el entrecejo. –Se supone que son esas las preguntas que se deben de hacer en la primera cita... —aplano los labios, dejando escapar un suspiro con las palabras. –Pero nosotros no tuvimos una.
–... —Yuan se relamió los labios, mirando a JingYi con esa bonita bata con el estampado de unas nubes. –También pregunté la primera vez que compartimos un desayuno en la isla en que estudiaste. ¿Lo olvidaste?
–No. —negó–, ¿Qué revisas? ¿No es aburrido estar pegado tanto tiempo a una pantalla?
Wen Yuan soltó una risita.
–Para nada. Cuando algo te apasiona y te interesa no te aburre ni te cansa. —dijo, observando a JingYi que borraba su ceño ni apartaba la mirada en la portátil en la mesa.
–Bue~ Puede ser... —musito.
El silencio retorno a reinar en la pieza. Siempre que tocaban o dejaban escapar un tema, en pocos minutos volvían al silencio, hasta que uno de los dos sugería un juego o algo de comer. Si bien, JingYi fue el primero en salir a correr a causa de que había alimentos que no podía soportar. Tanto por el olfato o cuando la comida ya estaba en su estómago.
–¿Qué te parece si salimos de esta casa y vamos a divertirnos? —interrumpió Wen Yuan el silencio. Dejando de lado la portátil.
–¿Lo dices en serio? —inquirió JingYi, con un peculiar brillo en los ojos.
–Claro, llevas varios días en casa. Lamento no poder acompañarte en este tiempo...
–Waa, por primera vez te dignas. —rio.
Si los capítulos están siendo aburridos por favor, avísenme, se que esto es lento, y a veces hasta yo siento que debería ya a pasar al dramita, pero todo es necesario a como esta escrito en borradores...
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9/Meses | WY/LJY.
Fanfiction•Hiatus temporal• ❮ No hay necesidad de sentimientos en una ceremonia que sólo se lleva acabo por un desliz de una noche. Y no es como que necesiten 280 días para convivir en casa en sus tiempos libres para saber si fue o no error dar un gran...