Xiao Juno había visitado cuatro veces la clínica en dos semanas por la insistencia de su progenitora que deseaba saber qué ocurría por la mente de su pequeña hija que no hablaba, y por la cual, recibió una convocatoria a la dirección en la escuela. Ouyang ZiZhen la primera vez escuchó a la señora Xiao de los comportamientos de su adorada hija, y mientras lo hacía, desviaba reservadamente la mirada a la niña que mantenía la cabeza gacha, observando sus uñas como si tratara de distraerse de las habladurías de su madre.
Las próximas veces la notó un poco decaída, y no apartaba la mirada de su madre, al parecer estar en este lugar no le agradaba. Ouyang ZiZhen se metió un lápiz (que no tenía una goma de borrar sino una bola de nieve) dentro de la bolsa cuadrada al lado de su corazón de la bata, sacando un libro de pasta gruesa con unos dibujos de un tomate y un huisquil con globos de diálogo.
–Xiao Juno, ¿quieres jugar al té?
En las secciones previstas, la señora Xiao le comentó que ya no jugaba a la tetera y a las tazas de porcelana que compró para su hija, las cuales eran sus favoritas, pero un día cambió todo y su hija ya no decidió tocarlas más.
La pequeña Juno alzó la cabeza, mirando a ZiZhen con prevención, pero se giró primero a su madre para pedir un silencioso permiso, que fue dado con anuencia. Ouyang no estiró su mano para ayudarla a bajar de la silla, ya que sentía que con la mirada que le lanzó, podría saber que la niña no era confiada. Sin embargo, al rodear el escritorio y esperar a que Juno se deslice por el asiento, no esperó que el brazo de la niña se estirara a él, dándole la mano. ZiZhen antes de tomarla y levantar a la menor de la silla, se giró brevemente a la madre que estaba por ayudarla, pero notando rápidamente las acciones de su hija y la mirada de consentimiento que el médico le dio para tocar a su hija. Ella asintió, y solo así, con el atento escrutinio de la madre, avanzó a la mesita baja de madera con cuatro asientos, dos de ellos siendo ocupados por un oso con vestimenta de los noventa y una muñeca de trapo con vestido azul y dos moños hechos por listones. ZiZhen se sentó en la silla que usualmente ocupaba después de sentar a Xiao Juno.
–Te presento al señor Yang —señaló al oso–. Y a su hija Tuti —señaló esta vez a la muñeca de trapo. –Señor Yang y Tuti, ella es... —ZiZhen se giró a la menor que había esbozado una sonrisa pequeña al presentarle sus juguetes animadamente. Y porque había dejado el libro de pasta gruesa que sacó de un cajón del escritorio en la mesita, y no los comunes papeles prensados a una tabla, en donde escribía con un bolígrafo monótono.
–Juno... —dijo la niña, siendo partícipe de la presentación.
–Juno. —asintió Ouyang. Como si no supiera ya su nombre. –Ellos están muy felices de conocerte. Siempre les agrada conocer a alguien. —dijo, discretamente moviendo el libro y metiendo el lápiz entre las páginas.
–A mí también me agrada conocerlos. —dijo Juno, suavemente. Pero su sonrisa se esfumó cuando desvió su atención del oso y la muñeca a ZiZhen que fingía no verla. –¿Tuti tiene algo? —preguntó.
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9/Meses | WY/LJY.
Fiksi Penggemar•Hiatus temporal• ❮ No hay necesidad de sentimientos en una ceremonia que sólo se lleva acabo por un desliz de una noche. Y no es como que necesiten 280 días para convivir en casa en sus tiempos libres para saber si fue o no error dar un gran...