Niall >>
Eran las 7 de la mañana y me acababa de despertar. Baje de mi cama, para entrar en la habitación de mi hermana viéndola dormir placidamente. Cuesta tanto, tener que levantarla tan temprano; Ella no es una persona de la mañana. Traté de despertarla de la manera más agradable, hablando dulcemente.
—Emma, es hora de despertar nena. Tenemos que tomar un vuelo—Susurré.
Ella sólo gimió y se rodó hacia su otro lado.
—Vamos cariño, tenemos que empezar a movernos—Dije acariciando su espalda.
Ni si quiera se movió.
—Emma vamos, es hora de levantarse—Le dije rasgando las mantas de su cama.
—Niall no, hace frío—Ella se quejó todavía medio dormida.
—Es hora de irse—Le informé de nuevo.
La levanté en mis brazos y decidí que sería mejor si se quedaba dormida. Era demasiado pronto para hacer frente a su mal humor por la mañana. Sebastián me ayudó a llevar nuestras cosas a la limusina y colocarlas en el malatero. Subí con Emma todavía en mis brazos, y la recosté en mis piernas. El coche no estaba tan lejos del aeropuerto, pero tomé una pequeña siesta de todos modos. Una vez que llegamos allí tuve que despertar a Emma para poder llevar nuestro equipaje. Sostuve su pequeña mano comoe entramos a nuestra puerta.
Por suerte, llegamos allí tan pronto como entramos. Encontramos nuestros asientos y nos sentamos rápidamente. Envolví mi brazo alrededor del hombro de Emma, mientras ella descansaba su cabeza contra mí.
—¿Te divertiste estas dos últimas semanas?—Le pregunté.
—¡Sí! Ha sido muy divertido—Ella contestó.
—Bueno, me aleggro mucho en ese caso—Contesté sonriendo.
—¿Niall?
—¿Sí nena?—Le respondí.
—Me alegro de que seas mi hermano mayor—Ella dijo haciéndome sonreír como un idiota.
—Me alegro de que seas mi hermanita—Le dije.
—Gracias por estar siempre ahí para mí—Dijo mirándome con sus grandes ojos azules.
—Eso es lo que la familia hace, ¿verdad?—Dije haciéndola asentir con la cabeza.
—No sé dónde estaría sin ti Niall—Anadió.
La besé en la frente y la apreté con fuerza contra mi pecho.
—Te quiero mucho—Le susurré al oído como comenzó a bostezar.
—Duerme un poco, nena—Dije acarciándole el pelo.
Me recosté a su lado, cuando sentí un pequeño toque de dedos en mi hombro izquierdo.
—Disculpe, ¿podría sentarme aquí?—Preguntó una suave voz femenina.
—Sí, por supuesto—Acepté sin ni quiera girar la cabeza.
Pude sentir como se desplazaba a mi lado, para sentarse en su correspondiente asiento al mío. Es raro, pero esa voz me sonaba conocida, como si ya la hubiese escuchado en algún otro sitio. La curiosidad me mataba, por lo que empecé a girar levemente mi cabeza hacia su rostro. A penas podía verlo bien, le tapaban unos mechones rubios que descendían por su cara. Por no hablar, de que estaba de perfil, complicándome aún más la situación. No sé cómo, pero su deslizó su brazo hacia la botella de agua que tenía en mi posadera, haciéndola voltear y vertiendo todo su contenido en mi camisa de cuadros, ahora totalmente humedecida.