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Si en el Infierno los demonios fueron espectadores al ver la situación con el Ortho, con los ángeles en el Cielo era el doble.

Metatron y el Consejo Celestial, junto con otros ángeles de rango menor, eran espectadores de la situación. Ya conocían a Lucius, pero a los otros dos niños era un misterio que pronto iba a resolverse.

De inmediato, los Arcángeles llegaron junto a la Diosa donde estaba sucediendo en uno de los jardines. Desde uno de los pisos superiores al jardín, todos los seres celestiales estaban siendo testigos de la escena más estaña y, por ende, algo peligrosa que estaba pasando.

Gabriel entró con Azirafel y el resto de los Arcángeles, todos aterrados.

— ¡¿DÓNDE ESTÁN?! —gritó Sandalfon.

Inmediatamente, varios ángeles señalaron el antebrazo derecho del Gran Ángel de piedra, por donde los niños se estaban trepando. Su corazón aceleró demasiado rápido, casi apunto del colapso.

— ¡Virgen santísima, van a caerse! —exclamó Uriel muy asustada, aferrándose al brazo de Miguel.

—Ay Dios, me va a dar algo... —murmuró Azirafel al borde del desmayo.

—Tranquilos, no hay nada que temer, tienen un motivo para esto— habló la Todopoderosa, calmando la situación.

— ¡¿CÓMO ESTÁ USTED TAN SEGURA?! —preguntó Gabriel, apunto de perder el juicio y enloquecer del miedo.

—Sólo tienen que verlo.

Fue lo último que dijo Diosa, antes de mantener su vista a la situación de la piedra, mientras dos padres aterrados esperaban la respuesta.

[•••]

Mientras tanto, tres niños intentaban llegar a la mano donde se encontraba esa paloma herida. Gateando hacia ella, a través del brazo con cuidado de no caerse, ignorando que estaban siendo vistos por millones de ángeles por los balcones.

— ¿Qué tan alta es ésta estatua? —preguntó Ayleen, quien iba al frente.

—Según mi madre, 50 ángeles de altura o más— responde Lucius, quien iba detrás de ella.

— ¿Y exactamente cuánto mide un ángel promedio? No creo que todos los ángeles tengan la misma estatura— dice Darren, sosteniéndose como puede de donde estaba sentado, iba atrás de ellos.

—No lo sé, creo que 1.60 m más o menos.

— ¡Ya estamos cerca, chicos! —avisa la chica híbrida.

Ya estaban a unos centímetros de estar en la muñeca de la estatua. Ayleen se levanta, colocando un pie frente y el otro atrás, para mantener el equilibrio. Con cuidado, se acerca a la muñeca hasta llegar a ella.

—Ya estoy aquí, vengan.

Lucius se puso de pie, y con pasos rápidos, llegó donde estaba Ayleen. Darren ya estaba por llegar, sólo le faltaba un metro.

— ¡Rápido, Darren! —exclama la híbrida. El chico se puso de pie y a pasos largos, logra llegar.

—Dios, más nos vale pensar cómo le haremos para bajar de aquí.

—Lo sé... ¿Dónde está la paloma? —Ayleen preguntó.

—Ahí está, está recostada— señala Lucius.

😈😇The Little Hybrid😇😈 Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora