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El Cielo.

El lugar puro y blanco, dónde las almas de aquellos mortales inocentes deciden descansar y a la vez traer paz y tranquilidad a los mortales. Lugar donde existen coros celestiales, querubines, serafines, ángeles y arcángeles, siendo los últimos en servir a la omnipresente y omnipotente Todopoderosa, la Diosa.

Según muchos dicen, el lugar es puro, inmaculado y tranquilo. Sin embargo, cierto ángel no lo ve de esa manera.

Azirafel veía ése lugar como uno frío y solitario. El considerarlo un "hogar" no era lo que él llamaría, pues era más que obvio que sentía que a los Arcángeles no le agradaban, en especial a Gabriel. Recordaba que, antes de la pelea contra sus enemigos, ellos lo criticaba con su peso, su torpeza y con su gusto con los humanos.

Y cómo olvidar que, haciéndose pasar por Crowley, descubrió que Miguel hizo un trato con los demonios al traer agua bendita para destruir al amor de su eternidad.

Siempre consideraba a los Arcángeles, sus bullies, como le dicen los niños humanos a los niños que los molestan. Además, de que la única de su bando que creyó y confió en él fue Diosa, él se sentía aislado por todos los del cielo.

Es por eso que siempre su "hogar" sería la Tierra, donde estaba su amada librería y ése demonio serpiente que cautivó su corazón, quien estuvo siguiéndolo por 6000 años y con quien tuvo una hermosa hija, que en este momento se encontraba en la escuela.

—La niña es tu hija, ¿no? —preguntó el arcángel Gabriel, algo distante.

—Sí, es mi hija— responde cortante, mostrando que todavía le sigue teniendo enojo y algo de miedo a su superior.

Los otros Arcángeles seguían viendo la escena con la conciencia carcomiéndoles, el arrepentimiento de haber intimidado a Azirafel ya lo habían sentido luego de que la Todopoderosa fuera a darles esa advertencia que decidieron obedecer, luego de que Gabriel los delatara con ella. Sin embargo, aún sentían traición por ambos, pues aún consideran enemigos a los demonios, olvidando el hecho de que antes eran como ellos.

Dentro de unos segundos, entra la omnipresente y omnipotente Todopoderosa.

—Buenos días a todos— saludó cortésmente Dios.

—Buenos días, mi señora— hablaron los Arcángeles y Azirafel, con el debido respeto a su superiora.

—Azirafel, Gabriel— los llamó. —Parece ser que sus niños están en la misma escuela.

—Eso es de lo que nos dimos cuenta, mi señora— dijo Azirafel, mirando de reojo a Gabriel.

—Bueno, déjenme decirles que eso fue idea mía— explicó, mirando a ambos hombres con una sonrisa, quienes parecían ya sospechar. —Aunque admito que no lo hubiese logrado si Satanás no me hubiera dado la información de los niños.

Todos quedaron en silencio, y más Azirafel y Gabriel. ¿La Todopoderosa, haciendo tregua con el mismísimo Satanás para meter a sus hijos en la misma escuela? Si antes los Arcángeles estaban callados por el miedo, ahora estaban sonrojados de la vergüenza por haber hecho trato con los demonios para destruir a Azirafel por traicionar a su bando.

La Todopoderosa soltó una pequeña risa, que fue lo suficientemente audible para los Arcángeles.

—No se preocupen, no será nada malo— intenta calmarlos. —Es más, hasta estoy segura que pueden congeniar juntos.

—Eso lo tenemos por seguro, mi señora— dijo Gabriel, algo nervioso. —Pero no diría lo mismo de Beelz.

—Ni yo de Crowley— se rasca la mejillas con nervios.

😈😇The Little Hybrid😇😈 Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora